Los recuerdos me han hecho mal
Drama familiar de espacio reducido y búsqueda intimista, Ahí viene es la ópera prima de Federico Jacobi y un nuevo ejemplo del cine de producción “autogestiva, cooperativa y comunitaria”. No por casualidad cuenta con el apoyo del sistema de Clusters Audiovisuales, en cuyo origen tiene mucho que ver el cineasta José Campusano, tal vez el exponente más notorio de este tipo de cine pensado desde los márgenes. Como ocurre con gran parte de las que son producidas bajo una prerrogativa de autosustentabilidad, la película de Jacobi parece haber sido pensada atendiendo a la capacidad de producción con la que se cuenta, reconociendo de ante mano sus límites, sobre todo en el terreno técnico. Aunque de manera inevitable esto redunda en un cine de estética lo-fi, de ninguna manera determina la calidad artística de la película, sino que se trata de un elemento que ayuda a entender su universo de origen.
Con la búsqueda de un realismo naturalista como punto de partida, Ahí viene retrata a un hombre que debe enfrentar una vejez difícil, a la que la soledad y los problemas de salud vuelven aún más compleja. Avejentado más que viejo, el protagonista vive en una casa a la que, como un espejo de sí mismo, el tiempo también ha maltratado. Su carácter hosco le da al personaje un aire patético que puede caer simpático cuando asume la máscara del viejo quejoso y cascarrabia, pero que en general provoca pena, compasión e incluso rechazo. Como la casa misma, este hombre vive en estado de semi abandono, agobiado por el peso de lo que se han ido acumulando en su interior y que el argumento ira revelando de a poco, sobre todo a través de los conflictos que moldean el incómodo vínculo con su hijo.
Si la película consigue estimular una serie de sentimientos a partir de la figura de este viejo, una vez que el hijo entre en escena no serán solamente sus tragedias las que se irán volviendo más concretas. También comenzarán a hacerse evidentes los puntos más débiles de la película. Si el protagonista Daniel Quaranta conseguía transmitir de forma dramática la precariedad de la vida de su personaje, a partir del cruce con la figura del hijo las actuaciones irán, de a poco pero de forma sostenida, adoptando un tono menos auténtico, permitiendo así que la naturalidad le ceda terreno al artificio.
Al mismo tiempo la trama misma comenzará a incorporar situaciones de una manera menos espontánea, en la mayoría de los casos como recurso para inyectar información al relato de forma un poco forzada, a través del discurso de los personajes. Lo mismo ocurre con dos subtramas, una en forma de flashback y la otra a partir del uso de las voces en off, que son utilizadas para “plantar” algunas piezas faltantes del rompecabezas. Pero aunque el saldo final resulte desbalanceado en lo que respecta a lo cinematográfico, Ahí viene representa un aporte valioso para el cine argentino en términos de producción.