"Air: la historia detrás del logo": un cuento de hadas capitalista hecho realidad
Con buen ritmo y rigor narrativo, el film da cuenta de la estrategia de marketing de Nike que en los años 80 cambió las reglas del juego para siempre.
Una aclaración necesaria: a pesar de lo que indica el título local, la nueva película de Ben Affleck como director no reconstruye la historia de la compañía de indumentaria deportiva Nike desde sus inicios. De hecho, el personaje interpretado por el propio Affleck, Phil Knight, mandamás de la empresa cuyo logo es reconocible de inmediato en todo el mundo, hace en cierto momento un chiste referido al ínfimo valor pagado en 1971 por el diseño del chirimbolo en cuestión. Air: la historia detrás del logo transcurre casi tres lustros más tarde, en 1984, cuando Nike intentaba imponer sus diseños de calzado en un mercado dominado por las gigantes Adidas y Converse, en particular en el terreno del basquetbol. Allí entra Sonny Vaccaro (Matt Damon), cuyo rol en la compañía es difícil de definir con un cargo pero muy sencillo de describir: el rastreo de jóvenes deportistas que consientan en exponer su figura como emblemas de la compañía.
Las ventas de zapatillas no van del todo bien, excepto en el universo del naciente running, y se hace necesario aplicar algún tipo de estrategia novedosa. Es entonces cuando Vaccaro grita ¡Eureka!, a sabiendas de que gastar todo el presupuesto anual en una única figura no entra dentro de las posibilidades financieras y comerciales de sus empleadores. Pero el protagonista es testarudo y confía en su olfato, que no por nada disfruta y sufre el berretín de las apuestas y el juego. Así comienza un largo y tortuoso camino de seducción cuyo fin último es lograr que el jugador estrella Michael Jordan, recién fichado por los Chicago Bulls, se transforme en el rostro visible de una nueva línea de calzado, que eventualmente será bautizada Air Jordan y cambiará las reglas de juego del negocio de una vez y para siempre.
Basada en hechos muy reales, Air, la película, ofrece un relato en principio poco atractivo para el común del público –las idas y vueltas de un grupo de hombres intentado llegar a un acuerdo comercial, con una gran mayoría de escenas dentro de oficinas y aledaños–, utilizando las armas del clasicismo narrativo, del cual Affleck parece ser uno de sus últimos exponentes en actividad, como lo confirman algunas de sus películas previas, entre ellas Argo y Vivir de noche. En otras palabras, un ritmo que no decae, la aparición del humor como contrapunto a los momentos más dramáticos, personajes secundarios atractivos. Jason Bateman completa el trío de actores centrales, mientras que Viola Davis encarna a la madre de Jordan y feroz guardiana de sus intereses, en tanto que el propio jugador aparece siempre fuera de campo o bien de espaldas, una inteligente decisión del guion.
En el fondo, la historia de Air es algo así como un cuento de hadas capitalista hecho realidad, una epopeya comercial en la cual todos y cada uno de los involucrados terminan ganando, metafórica y literalmente (mucho dinero). En ese sentido, podría pensarse que el proyecto no es otra cosa que una glorificación de la compañía Nike y su emprendedurismo en tiempos de crisis. Algo de eso hay, pero no deja de ser también una fábula realista en donde el statu quo sufre un giro de radical importancia, y cuyo principal corolario es el reparto un poco más equitativo de las ganancias, que hasta ese momento iban a embolsar exclusivamente los bolsillos de los directorios. Esa aparente paradoja forma parte del torrente sanguíneo narrativo del film de Affleck, que transforma una serie de datos históricos en un relato siempre apasionante, apoyado en notables actuaciones de todo el reparto y una excelente banda de sonido que alterna hits del American Top 40 con canciones bastante olvidadas de aquella era.