Suena «Money For Nothing» de Dire Straits y se da paso a una serie de imágenes que nos sitúan en el contexto en el que se desarrollará la historia. La cultura popular norteamericana de los años ’80 (más precisamente 1984) con los videojuegos, las luces de neón, el surgimiento de la generación MTV, la TV por cable, Ronald Reagan como presidente y muchas otras cosas más que ya vimos representadas en un gran número de relatos durante los últimos años, aunque aquí no se aborda de una forma superficial como en tantos otros casos. A Ben Affleck («The Town», «Argo») no le hace falta más que ese pequeño montaje para ubicarnos en tiempo y espacio sobre lo que estamos a punto de ver.
Para aquellos que no estén familiarizados con la historia que se nos presenta, tenemos a Nike que, como empresa de indumentaria deportiva, estaba ubicada en el tercer puesto detrás de Converse y Adidas. Los directivos y ejecutivos de la empresa buscan ampliar o mejor dicho potenciar su sección de basketball fichando a deportistas prometedores del nuevo draft de la NBA. En este contexto y con un presupuesto acotado, la marca trataría de ir detrás de una joven promesa llamada Michael Jordan para poder mejorar sus ventas. El resto es historia, un contrato sin precedentes, una línea propia llamada «Air Jordan» y un porcentaje de las ventas que establecería el primer caso en que el atleta era puesto por encima de la marca en sí.
Matt Damon y Ben Affleck vuelven a unir fuerzas, tanto como parte del elenco como del equipo que se encargó de escribir el guion, luego de aquella experiencia obtenida en «En Busca del Destino» (1997) donde habían conseguido el Oscar a Mejor Guion Original. Justamente lo más interesante y destacable de este largometraje tiene que ver con el brillante trabajo en el guion donde se nos presentan personajes con problemáticas propias y oportunidades evidentes para salir adelante, no sin antes arriesgar bastante, el llamado «Sueño Americano» que todavía se veía como algo posible en ese escenario pre 9/11.
La propuesta de Affleck además de ser extremadamente eficiente y atractiva, presenta un dinamismo elevado como resultado de los ingeniosos intercambios que tienen continuamente los personajes, así como también gracias a un sólido montaje. El meticuloso trabajo que se le dio a los diálogos entre Matt Damon, Ben Affleck, Viola Davis, Chris Messina, Marlon Wayans, Chris Tucker y Jason Bateman es uno otro de los aciertos del film junto con la impecable labor en dirección. Affleck no solo ajusta y le dedica un timing perfecto a las interacciones de los personajes, sino que cuida cada detalle para que todas las líneas de diálogo funcionen a modo circular dentro del relato, influyendo en el accionar y las conductas de los intérpretes. Esto hace que el espectador nunca pierda el interés y que se maneje un clima de tensión impresionante en un film donde prácticamente todas las secuencias son de personas hablando e intentando vender un par de zapatillas. Ahí es donde entra en juego la pericia del director y la «magia» del cine donde no importa tanto que se nos cuenta sino en la manera en que lo hacen.
La banda sonora funciona como otro elemento contextualizador dando paso a un popurrí de canciones de los ’80 que amplían ese universo donde se desarrolla la acción y también sirve por momentos (especialmente luego de ese detalle que da el personaje del querido y cumplidor Jason Bateman) para resignificar ciertas cuestiones y conductas de los involucrados. «AIR: La historia detrás del logo» es un retrato de época inspirado que se funda en una estructura narrativa sólida y ajustadísima como mecanismo de relojería. Con puntos altísimos en actuación y dirección de actores, la película de Ben Affleck sorprende por su buen ritmo y su buen tino a la hora de abordar una historia tan legendaria dentro del ámbito del marketing deportivo.