Instrucciones para ser un pequeño burgués
Aire Libre aborda algunos de los problemas a los cuales se enfrenta en la actualidad el pequeño burgués. Este primer punto hace difícil la identificación con los protagonistas pero al avanzar el film encontramos que no se pretende dicha empatía. La película está construida como el tratamiento de uno o varios temas a los que se enfrenta al espectador a modo de ejercicio.
Lucía (Celeste Cid) y Manuel (Leonardo Sbaraglia) son capaces de mantener el control absoluto en todos los aspectos de su vida que pueden ser racionalizados. Esta pareja tiene lo suficientemente planificado su dinero para que no resulte un problema y son capaces de generar planes a futuro con la misma premeditación con la que lo hace una compañía. Esa capacidad resolutiva se convierte en conflicto cuando de a poco y a través de señales sutiles, ambos comienzan a tomar consciencia que su relación es justamente una empresa. El amor, entonces, es visto como la circunstancia que dio origen a una unión que puso fin a sus individualidades pero que los ayudó a mantenerse en un extraño movimiento que cada vez resulta más parecido al estancamiento.
El punto de partida es una mudanza. La pareja, fiel a su espíritu, anhela alejarse un de la capital hacia una casa amplia con pileta. Esto no es dato menor ya que engloba el sueño de la clase media alta oprimida por la cuadricula porteña. La casa en cuestión debe ser construida de cero y el plan es hacerlo con sus propias manos como quién encara un pasatiempo. Al alejarse de ese lugar en donde la vorágine funciona como excusa para evitar replanteamientos el aire libre que da nombre al título acerca a la pareja a todo aquello que no puede ser racionalizado. Surgen deseos, cuestionamientos y peleas. El exceso de oxigeno (trasladado con virtuosismo a la cámara) los conecta con una adolescencia que parece no haber terminado nunca.
El conflicto emerge con pulso paulatino y sutil siguiendo el sosiego que los personajes encuentran en ese retiro que los obliga a la introspección.
El camino de los personajes se bifurca y ambos transitan por diversos espacios en el que encuentran a varios personajes que funcionan como diferentes modelos de esta empresa a la que llamaron familia. En esos recorridos ambos pierden de vista a su hijo. Si, tienen uno, pero el niño parece criarse a partir de la ausencia misma. El insume tiempo y recursos, en definitiva, da pérdidas.
Aire Libre logra con inteligencia plantear estas cuestiones sin caer en juzgamientos. Las sentencias quedan reservadas al espectador (así como yo estoy pronunciando las mías) y es por eso que siguiendo esa construcción, el espiral conflictivo que silenciosamente comienza a apoderarse de la trama no encuentra solución. En este universo, la solución sería el comienzo de una historia nueva, diferente.