Lucía y Manuel no están bien. El plano se abre, se cierra; el resultado es el mismo: la distancia. Eso es parte del planteo visual de la película, que no es lo que uno espera, y tomo ambas cosas prestadas para alejarme de ciertos requerimientos generales de las críticas de cine. Hoy voy a escribir en clave negativa. ¿Qué estoy diciendo? Que va a resultar más fácil hablar de lo que “Aire Libre” no tiene. Como tantos otros films del cine nacional de los últimos años –y como en las obras anteriores de Berneri- no hay aquí un género inmediatamente reconocible o una línea narrativa sencilla de seguir, no hay grandes estruendos. No pueden disimularse estas características que, en algún lugar de la crítica y el público, siguen identificándose con la imposibilidad de calificar una película así como ‘buena’. Personalmente difiero, como sé que lo hará mucha gente que encontrará “Aire Libre” tan excelente como yo.
Si seguimos en la clave negativa, es justo señalar que el film tampoco tiene fisuras. Es más, está impregnado por un aire –tal y como reza su título- sumamente libre. En esa ecuación por supuesto que su directora sabe que sale en búsqueda de un público que no acostumbra a ver este tipo de propuesta, pero va convencida y no se echa para atrás. Anahí Berneri no cuestionaría jamás que “Love Streams” (de John Cassavetes) es un gran film. ¿Pensamos un referente más cercano temporalmente? “Blue Valentine” (de Derek Cianfrance). Es óptimo acercarse a la propuesta con esas piezas en mente, si se puede; porque lo que van a ver no es lindo. Celeste Cid (otra que nuestra Michelle Williams –para seguir comparando-, una estrella salida de una tira juvenil y con el cine como destino inevitable; que si no hizo más películas es porque sabe que no está para cualquier cosa y acá las grandes películas son minoría) es hermosa, sí; pero nunca la vieron así. Leo Sbaraglia es un gran actor, pero hace tanto todo el tiempo que es posible percibir que pierde el foco. Berneri los desnuda a los dos, literal y metafóricamente, porque sabe que pueden hacer el trabajo y porque su film no va a funcionar de otro modo. Es irónico que tanta entrega tenga como resultado tanto rechazo.
No podemos querer a Lucía y a Manuel. Estamos muy ocupados tratando de entenderlos y muy desconcertados por un guión que los enfrenta constantemente, sin elegir bando y poniendo como daño colateral a su único hijo. Devastadoras escenas, una tras otra, que van revelando la osada apuesta de la directora y su equipo. Déjenme escribir en clave positiva para cerrar. Yo no tengo ningún público al cual sorprender. “Aire libre” tiene la osadía de incomodar al espectador durante todo el metraje, acorralándolo como a sus personajes; la picardía de revivir –quizá sea más apropiado renacer, por el original uso y arreglo- un tema romántico noventoso de Chayanne; la sabiduría de darle a los actores jóvenes entidad (el debutante Máximo Silva hace un gran trabajo actoral en medio de un cine local que descuida mucho a los pequeños actores y no se preocupa porque construyan criaturas verosímiles y memorables. Aplausos para Maria Laura Berch también); y valentía. Porque hay que ser valiente para darle a Fabi Cantilo un papel casi protagónico. El último plano es perfecto porque le da un respiro al espectador y le ofrece una elección. Pero se trata de una elección que dependerá enteramente del estado de ánimo de cada persona. Tampoco nos engañemos tanto.