Cuando el amor se toma un respiro
Lucía (Celeste Cid) y Manuel (Leonardo Sbaraglia) están casados, tienen un hijo de 7 años y un buen pasar económico. Ambos son arquitectos, aunque ella sólo se dedica a ser ama de casa y criar al nene.
Pero su relación no atraviesa el mejor momento: no logran conectar, el sexo es inexistente y el nene está en una etapa problemática, claramente afectado por lo que lo rodea. Para colmo acaban de comprar un caserón en la provincia bastante destruido (como su matrimonio) con la intención de arreglarlo y mudarse a vivir allí. Venden el departamento en donde están y mientras se hacen los arreglos del nuevo hogar se trasladan a la casa de la mamá de Lucía (interpretada por la cantante Fabiana Cantilo), lo cual acrecienta el malestar entre ellos.
El ambiente "hippie" que se respira en lo de su suegra ahoga a Manuel y es por esto que él decide mudarse al departamento de sus padres, que se encuentran de viaje. Poco a poco este distanciamiento empieza a separarlos más de lo que ya estaban y el odio y la agresión hacia el otro irán en aumento.
No estamos aquí ante una película triste, amarga o de golpes bajos. Aire libre es un film duro, que va directo al núcleo del problema, mostrando descarnadamente lo que quiere decir. Lucía y Manuel son una pareja que perdió el rumbo, el sentido, el porqué de haberse elegido.
Manuel todavía es el que busca el contacto, el que apela a los últimos chispazos de revivir lo poco que tienen, pero lo hace mediante el sexo y es rechazado, casi de forma violenta. Todos lo sabemos: el sexo no sirve como terapia para reconstruir algo. Lucía pone todas sus energías en la remodelación del nuevo hogar, como si eso fuera a salvar su matrimonio. Y sin mediar palabra ambos aceptan esta separación de hecho y cada uno va elaborando su camino fuera del otro. Manuel encuentra una familia cariñosa y que le presta atención, la esposa e hijos de un trabajador de la empresa del padre que se accidentó y está en el hospital.
Él se hace cargo de los papeles del seguro y atender sus necesidades, y a cambio recibe la contención y tranquilidad que no encuentra en los suyos. Lucía por su parte vuelve a ser "hija" en su hogar maternal, a vivir la adolescencia nuevamente. Además el salir con su hermano y sus amigos la hace sentirse libre y deseada nuevamente, y la ayuda a apartarse de todos los problemas. Ahora cuando se juntan cada uno empieza lentamente a herir al otro, a poner el ojo en las diferencias, y comienzan las acciones sin sentido que lastiman y acrecientan el odio. Un odio que puede acabar de la peor manera.
La directora Anahí Berneri (Un Año sin Amor, 2004) elige contar algo muy pesado y complejo tal vez no de la forma más dinámica. Y esto es lo que afecta más a la película: sus largos silencios, lo que se intenta decir sólo con imágenes, lo que se infiere. Nadie dice que al espectador hay que darle todo deglutido, pero sí de forma menos introspectiva. Tanto Sbaraglia como Cid están a la perfección en sus papeles, traspasando la pantalla con sus emociones y sentimientos. Sorprendente también es el buen desempeño de la cantante Fabiana Cantilo -su debut en el cine- y del nene Máximo Silva, muy natural en su actuación.
Con seguridad no hay espectador que no vaya a sentirse identificado, al menos en alguna escena, con alguna situación que haya pasado con algún amor pasado o actual. De una cosa estén seguros, después de ver esta película van a necesitar tomar bastante aire. Y mucho.