Aire libre es una película que tiene un problema complicado: no se sabe bien de qué va, o sea, no es que no se entienda porque la historia es simple, lo que sucede es que recién en los últimos cinco minutos se desata un conflicto que logra despertar el interés del espectador.
Antes de eso lo que podemos ver es la nada misma, o mejor dicho, los problemas de una pareja para nada interesante en términos cinematográficos. Ambos personajes con sus cuestiones odiosas y por lo tanto nada queribles.
Pero así como esto es muy cuestionable, también hay que reconocer que es su punto fuerte porque pocas veces se puede ver una dupla tan real.
Las actuaciones de Leonardo Sbaraglia y Celeste Cid son enormes, pero ¿Cuándo no lo son? Estamos ante dos actores de raza que tranquilamente podrían interpretar a un árbol y lo harían genial, así que destacar sus labores es la obviedad y lamentablemente no salvan a la película de causar aburrimiento.
La directora Anahí Berneri ha demostrado en el pasado que sabe como filmar con su film Por tu culpa (2010) y aquí repite una muy buena labor de puesta en escena y fotografía, pero también repite el relato pesado y poco dinámico. Un estilo que muy pocos realizadores pueden lograr y que únicamente Sofía Coppola domina (en el cine reciente).
Aire libre invita a reflexionar sobre como una pareja puede deteriorarse y afectar a su hijo, lo malo es que hay que esperar hasta el final para esa reflexión, y la verdad es que cuesta llegar ahí.