Aire

Crítica de Juan Pablo Russo - EscribiendoCine

Nadar sola

Luego del auspicioso debut con El silencio (2016), el venezolano afincado en Argentina Arturo Castro Godoy regresa al cine con Aire (2018), otra historia sobre padres e hijos, pero esta vez ya no focalizada entre un padre ausente y un hijo que lo busca, sino entre una madre soltera y un hijo con Asperger que tuvo un accidente en el colegio.

La historia de Aire transcurre en apenas unas horas del día en la ciudad de Santa Fe. Lucía (Julieta Zylberberg) lleva a su hijo al colegio y luego acude a su trabajo de cajera en un supermercado. Pasan algunos minutos y recibe un llamado telefónico que Mateo, su hijo con Asperger, se golpeó y debe ir a buscarlo. Pero todo se complica y el caos se apodera de Lucía.

Aire está centrada de manera excluyente en Lucía y la cámara le respira de cerca durante los casi 70 minutos que dura un relato construido desde la tensión y la acción. La tensión de lo que pasa con una madre que no sabe qué pasó con su hijo, y la acción para reaccionar a medida que pasa el tiempo y la incertidumbre la acecha. Pero además sirve para para poner en debate otros temas que hacen a lo femenino y la maternidad en soledad como la desprotección laboral, los prejuicios, el rol de la la escuela o el acoso callejero.

Castro Godoy sumerge al espectador en una película sensorial para atravesarlo por la misma experiencia que vive la protagonista, y lo hace con una cámara vertiginosa que no le da aire, un tratamiento sonoro trabajado sobre la respiración y la siempre excepcional Julieta Zylberberg, como una madre desesperada durante una búsqueda frenética y desesperada ante la incertidumbre de no saber que pasó con su hijo.