Jason Reitman es un genio, es uno de los pocos directores en Hollywood que puede contar historias simples, o que parecen simples pero que en realidad no lo son, y aunque uno pueda imaginarse el desenlace es un verdadero deleite contemplar como él nos lo muestra.
Lo hizo con Juno (2007), con Up in the air (2009) y ahora lo vuelve a hacer con Labor day (Aires de esperanza es el pésimo título con el cual entra a la cartelera local).
Al igual que todos sus films, la grandeza recae en las magníficas interpretaciones, y en este estreno les toca lucirse a Kate Winslet y Josh Brolin, cada uno impecable en su papel.
Él como el convicto duro pero que en realidad es un buen tipo, y ella como la madre soltera/ama de casa con problemas que necesita ser abrazada y salvada.
Todo bajo los ojos Gattlin Griffith, a quien ya habíamos visto en algunos papeles pero acá es donde brilla como ese chico e hijo devoto atrapado entre dos mundos.
La historia está perfectamente narrada y el guión tiene un par de subplots que se integran de maravilla con el conflicto central.
Pero lo verdaderamente maravilloso es el final, de esos que uno desea pero que no cree que van a ocurrir por como se dieron las cosas y de repente la película pega un giro argumental (ya visto) muy efectivo (o efectista podrán decir algunos detractores) para cerrar con lágrimas las casi dos horas de duración.
Tampoco hay que olvidarse de la fotografía muy amena que tiene la cinta, da la sensación de que se está viendo un viejo álbum de fotos pero sin estar gastado.
Sin dudas es una gran película para los amantes de las buenas historias y de los personajes que pueden llegar al mismísimo corazón