Jason Reitman es un gran director. Luce, fundamentalmente, en el género comedia ácida y lo recordamos por "Juno" y "Up in the air" (aunque mi favorita es "Thank you for smoking", desde ya), tiernas pero incisivas. Es ahí donde ha tenido sus grandes éxitos y donde mejor entiende la técnica para explotar al máximo a su elenco. Esta vez, decidió cambiar de registro y ofrecernos un drama romántico, más bien clásico, ambientado en los 60 y adaptado de la novela éxito del mismo nombre de Joyce Maynard.
Kate Winslet es Adele, una mujer a quien su marido abandonó y vive con su único hijo varón, Henry (Gattlin Griffth) en una casa donde se siente la falta de un adulto varón. Su ex esposo, Gerald (Clark Gregg) formó una nueva familia (ensamblada) y está preocupada por la suerte de la mamá de su hijo: siente que ha caído en la depresión (no sale de su casa) y sólo se mantiene con la mensualidad que él le envía.
Cierto día, mientras Adele y Henry están en un supermercado (su única salida del mes) reaprovisionando su casa (viven lejos del centro), se topan con un fugitivo: Frank (Josh Brolin), quien escapó de un hospital adonde había sido derivado por una apendicitis. Con una sentencia de 18 años por homicidio, aprovechó la oportunidad y se lanzó por la ventana en busca de su libertad. Forzados por el acoso policial, él se refugiará en su casa hasta que el peligro pase, esperando retomar la fuga.
Pero en esa estadía, descubrirá que esa familia de dos, lastimada y que tiene serios problemas de superviviencia, podría funcionar de tres, en un nuevo espacio y con un proyecto distinto.
"Labor day" hace referencia a un período de días hacia el fin del verano antes del reinicio de las clases para escolares. Son varios feriados en los que la acción transcurre en la casa de la familia, en una convivencia que al principio es forzada y luego se vuelve espontánea y placentera.
Reitman guía con prestancia la cinta, pero el mayor inconveniente que resiente la acción, es la falta de química entre Winslet y Brolin. Para que el film cautivara, su romance debería ser menos anodino (la pasión brilla por su ausencia) y los acosos de la ley, quizás, más intensos. No hay en "Aires de esperanza" el estado de tensión que consume al espectador.
Lo que transmite es una historia esquemática, de un vínculo entre dos seres necesitados que crece y se fortalece desde las palabras. Para destacar, la narración y breve aparición de Tobey Maguire como un Henry adulto, de lo mejor de "Aires de esperanza".
Si lo tuyo es las salidas en pareja, se puede convertir en una buena alternativa. De lo contrario, la cartelera ofrece mejores propuestas hoy.