Cruda y bella fotografía del ser
Ajami es una producción palestina / israelí que recién se estrena en Córdoba en Mayo de este año, siendo que compitió en 2010 contra El Secreto de sus Ojos, por lo que llega con muchísimo delay, además de que sólo se está exhibiendo en 1 sala de la ciudad, el Cine Teatro Córdoba (bien por ellos), una lástima la verdad.
La cinta se centra en la historia de 5 jóvenes, 2 hermanos, 1 policía, 1 cocinero y 1 que busca juntar dinero para su madre que se encuentra en el hospital, que deberán vivir día a día la tristeza de pertenecer a una zona de eterno conflicto racial, religioso, político y económico. Ajami es violenta, dramática, reflexiva, enternecedora, de suspenso, política, uff.... es mucho.
La película está dirigida por Scandar Copti, que también actúa en el film en el papel del cocinero Binj, y por Yaron Shani, 2 caras nuevas pero ascendentes del cine independiente mundial.
El retrato que se ofrece es tan, pero tan duro como magnífico, es la belleza en la dualidad del ser humano, la espectacularidad de la vida misma. ¿Ya hemos visto otras producciones de este estilo? Sí, pero el reflejo durísimo de lo que somos capaces de hacer en nuestra complejidad, nunca va a ser obsoleto en mi opinión. Los personajes que cobran vida en esta película, son algunos de nuestros familiares, el flaco de la vuelta, nuestro mejor amigo o nosotros mismos, en definitiva son nosotros, con la diferencia de que a ellos les toca vivir día a día en el infierno de las diferencias irreconciliables y del odio acumulado durante miles de años en un territorio que no tiene paz. Las interpretaciones y las historias, colocan al espectador en una situación en la que resulta extremadamente difícil no sentirse afectado y desolado por la crudeza de la vida, por las tradiciones o creencias que en vez de surtir un efecto de unión, nos separan cada vez más.
Quizás el único inconveniente que veo en este film, es la duración un poco exagerada, que creo que en vez de mostrarse en 120 minutos, se podría haber hecho tranquilamente en 95 o 100 minutos a lo sumo, imprimiéndole un poco más de ritmo a ciertas escenas que se tornaron por momentos un poco densas.
Finalmente cierro con una invitación a que vean este trabajo, que despliega arte y pericia en la fotografía fuerte y dura de una sociedad, que a través de pequeños gestos cinematográficos como Ajami, trata de cerrar heridas y encontrar puentes de comunión.