Cecilia, una mujer joven, divorciada y madre de un hijo pequeño, decide emprender un viaje a bordo de su automóvil junto al niño. De pronto un extraño accidente complica el viaje y ella es hallada, al tercer día, desorientada, sola y sin recordar lo que ocurrió durante ese tiempo. Desesperada busca a su hijo y así se ve envuelta en una cacería brutal llevada a cabo por un fanático religioso con quien deberá enfrentarse de las maneras más sanguinarias.
Para ella él es un lunático y para ella es el enemigo, y así ambos lucharán para que el pequeño aparezca con vida. Con estos elementos propios del género de terror, el director Daniel de la Vega concibió un thriller que logra su propósito de retratar a esos personajes que atañen al género humano: la pérdida, la búsqueda de alguien amado y, a su vez, el descubrimiento de la propia identidad a través de esa búsqueda.
La trama, en la que otros personajes también participan de la necesidad de hallar al niño, termina de develarse en el último acto porque las pistas están diseminadas con inquietantes muestras de suspenso. El realizador, además de saber conducir la historia con indudable calidad, halló a un elenco en el que tanto Moro Anghileri como Gerardo Romano, Osmar Núñez y Osvaldo Santoro supieron retratar con impecables tonos a esos personajes que desfilan entre la muerte y la angustia.