La película dirigida por Francisco D´ Eufemia, que también hizo el guión junto a Fernando Krapp y que tiene un conocimiento profundo del parque Pereyra Iraola, atrapa al espectador desde un primer momento. Aún antes de los títulos se atisba una historia distinta con el protagonista, problemas con la autoridad, que luego lo hace estar como “temporario” en el uniforme de guardaparque. Lo que demuestra el realizador, con la muy buena elección de Rodrigo de la Serna, es que en ese entorno salvaje, los humanos también tienen al descubierto los instintos básicos sin la pátina social. Esos instintos relacionan al protagonista con la existencia de cazadores furtivos y el comienzo de un camino ambiguo que despierta lo feroz y lo brutal, donde el bien y el mal están demasiado mezclados, y el héroe puede ser todo lo contrario al mismo tiempo. El encuentro con un zorro capturado y una relación que parece atraparlo más que la incipiente relación amorosa con una colega, despierta sus sentidos más primarios de supervivencia, justicia y supuesta codicia. Con un clima muy bien logrado que revela poco de la historia, que elude detalles y explicaciones, que revela con mezquindad cada recodo del argumento, la tensión mantiene muy atento al espectador. Rodrigo de la Serna pone pasión, su cuerpo, su talento al servicio de un personaje fascinante y repelente. Siempre en guardia. Los temas del film que van desde lo salvaje de la caza furtiva, la corrupción y la impunidad son el telón de fondo de un thriller que se disfruta del comienzo al fin.