Este es un excelente policial negro al que su ambiente de western, o de film de aventuras, le da mayor relevancia. Además de director, Francisco D’Eufemia es compaginador de pura cepa, y eso se nota en su pulso narrativo que logra que algunas de las mejoras escenas de “Al acecho” estén perfectamente narradas sin necesidad de que haya diálogo; simplemente, porque el ambiente y las situaciones no lo permiten. Estas tienen que ver con las pesquisas que hace un guardaparques cuando encuentra pistas acerca de que en el parque nacional donde acaba de llegar a trabajar hay cazadores furtivos.
Pero lo mejor es que la trama evita los lugares comunes ecologistas sin soslayar el tema. Rodrigo de la Serna, el protagonista, asume su nuevo trabajo sumariado por estar implicado en un caso de “furtiveo”. Él asegura que es inocente y que pronto estará libre de culpa y cargo; su excelente actuación hace que el espectador lo crea inocente, y que está haciendo lo imposible por descubrir a los cazadores. Pero hay un punto clave argumental: encuentra un zorro atrapado en una jaula y aparentemente lo protege, pero no denuncia el hecho. A partir de ese momento la película cambia y se va tornando más oscura y compleja, ya que pronto no habrá manera de tener certeza acerca de la verdadera naturaleza de este antihéroe.
En “Al acecho” las apariencias engañan y casi todos los personajes están mezclados en el negocio de la venta de animales exóticos. Negocio que pronto muestra que los que lo llevan a cabo son criminales como los de casi cualquier otro tipo de delito. La trama se potencia con locaciones agrestes bien utilizadas y un gran sentido de cuándo mantener el suspenso y cuándo ir directamente a la violencia. Tiene todo lo que debe tener un buen policial negro, con el agregado de que en vez del típico paisaje urbano la acción se desarrolla en bosques llenos de ruinas de cuarteles militares y mansiones abandonadas. Además hay un sólido elenco y una banda sonora tecno atractiva. “Al acecho” es toda una sorpresa que no hay que dejar pasar.