MISTERIO EN EL PARQUE PEREYRA IRAOLA
Un guardabosque es trasladado al Parque Pereyra Iraola, en la provincia de Buenos Aires, mientras es investigado por un caso de cacería furtiva. Allí comienza a develar una trama de crimen y misterio que involucra a sus nuevos compañeros. Con esta premisa trabaja el director Francisco D’Eufemia para dar lugar a una película que sigue muy de cerca las estructuras formales de cierto cine latinoamericano al acercarse al género del thriller, de la intriga o el policial.
Pero, al mismo tiempo que Al acecho resulta algo repetitiva y predecible, también podría decirse que es mesurada y exitosa en su pretensión estética. El misterio es atrapante y funciona, tal vez principalmente por el modo en el que Diego Poleri, el director de fotografía, captura los escenarios en los que se van sucediendo los episodios.
El montaje y el trabajo de cámaras proponen un verosímil realista del cual la película nunca se corre. La construcción del espacio que se da en el primer acto y ciertos usos de las construcciones arquitectónicas del lugar sugieren que el misterio que guía la narración podría acercarse a lo mágico (otro de los caminos que suele seguir el cine latinoamericano al aproximarse al thriller), pero rápidamente la trama retorna a un lugar de comodidad que no abandona en ningún momento.
Es difícil, sin embargo, reprochar a Al acecho por las decisiones que no toma, cuando, lo que sí hace, lo hace francamente bien. El ritmo narrativo funciona perfectamente para el tipo de historia que se quiere contar y el escenario elegido, y no escasean las tomas y las secuencias cautivadoras que se valen de la belleza y la lobreguez de los bosques del parque para crear tensión y suspenso.