Pablo Silva (Rodrigo de la Serna) es asignado de manera temporaria como guardabosques en el Parque Pereyra Iraola. Llegue luego de haber pasado un tiempo en la cárcel, lo que significa que hay una sospecha sobre sus conductas. En su nuevo trabajo lo reciben Mario Venandi (Walter Jakob), un ex militar jefe del sector, y otros dos compañeros: Mariano Rodríguez (Facundo Aquinos) y a Camila Márquez (Belén Blanco). Pero en los primeros recorridos, de simple rutina, Silva encuentra un perro que ha muerto luego de quedar atrapado en una trampa. Es el primer indicio de que algo está pasando. Descubrirá luego que opera en el parque una banda de cazadores furtivos ligada con traficantes de animales. Silva se dispone a terminar con el negocio, poniendo en riesgo su propia integridad.
La historia promete más de lo que finalmente ofrece. En un contexto inusual la película narra una historia policial con un antihéroe sobre el que pesa un enorme dilema moral. El guión es más interesante que su desarrollo y los actores, en particular Rodrigo de la Serna, están en ese tono del cine argentino independiente que parece todo cortado por la misma escuela. No llega a ser una narración apasionante ni un notable film de género, pero tampoco es una película que deslumbre por su original o un estilo visual personal. Muchas películas como esta se estrenan por año en Argentina, no son malas ni buenas, pero cuesta creer que sean recordadas.