Un ex-policia (convertido en estafador) amenaza con saltar de la terraza de un hotel en el medio de Manhattan. Luego de escuchar los gritos de una mujer, un policía acude a la escena y deberá hacer todo lo posible para evitar que el hombre salte al vacío.
Alejándose un poco de los papeles estereotipados del héroe americano que cimentó en Avatar, Clash of the Titans y Terminator Salvation, la nueva película del australiano Sam Worthington es un pequeño thriller decente que cumple con lo que a primera vista promete: una historia simple pero que al mismo tiempo cuenta con varias sorpresas en el guión para dejar al espectador al borde del asiento durante hora y media; creo, tiempo suficiente para sentirse satisfecho.
Nada es lo que parece cuando Nick Cassidy se come su última cena y se sube a la cornisa del Hotel Roosevelt: el revuelo se arma en un parpadeo y la policía con él. Nick pide la asistencia exclusiva de una detective, recientemente caída en desgracia: el juego comienza. Explorar más en la historia de Man on a Ledge sería quitarle la gracia a la película, donde la trama tiene un ligero sabor conocido (visto en otra película con una situación extrema como Phone Booth, con Colin Farrell) y a la vez inusual: no sólo se trata de una película de suspenso, sino que al mejor estilo Ocean's Eleven hay un robo de por medio, hay sensores por todas partes y el tiempo se agota.
Tanto el director Asger Leth como el guionista Pablo F. Fenjves son novatos en esto: el primero tan sólo tiene el documental Ghosts of Cité Soleil en su haber, mientras que Fenjves ha escrito un puñado de películas... directas a TV; suena feo al asunto, pero la dupla se encarga, el primero, de entregar un film lleno de momentos cargados de adrenalina y el segundo, de firmar un libreto que si bien no carece de huecos en la trama, son obviados en pos de un film narrativamente rápido que no gasta tiempo más que el necesario para dar un poco de forma a sus personajes.
Dichos personajes estàn interpretados por un elenco solvente y eficaz: un correcto Worthington, una agradable Elizabeth Banks, un histriónico Jamie Bell y un oscuro e inesperado Ed Harris; tal vez el punto más excusable (y por demás tonto) es la aparición del pibón de turno, la latina Génesis Rodriguez, que cumple con el toque estúpido de todos los guionistas con respecto a la nacionalidad de un personaje: ponerlo a decir groserías en su idioma original. Sinceramente, no le veo el punto y, además, ya es chiste viejo.
Man on a Ledge se trata de una película muy bien filmada, sencilla, con los suficientes giros en su trama para mantener a la audiencia expectante, y pasajes vertiginosos que serán la delicia de la platea.