Otras 35 vueltas de tuerca
Al borde del abismo se impone desde el comienzo con mucha intriga y suspenso. Queremos saber de inmediato qué hace ese hombre en una cornisa a punto de suicidarse. Esos primeros minutos críticos auguran un film atrapante y que, sin embargo (como tantas veces), se termina desinflando hacia un final con altos picos de inverosimilitud y ridiculez.
El argumento es sencillo y efectivo: un hombre llamado Nick Cassidy (Sam Worthinton) se sube a la cornisa de un reconocido hotel de Nueva York con supuestas intenciones de suicidarse. Claramente la película se centrará en contarnos por qué llegó a esa situación.
Asger Leth, hijo del director Jorgen Leth -El humano perfecto (1967), o en otras palabras, el viejo que se deja joder por Lars Von Trier en Las cinco obstrucciones-, no consigue mantener demasiado tiempo la tensión y el ritmo iniciales. Su film se va desenvolviendo con torpeza, y a veces, llegando a situaciones inverosímiles para forzar tal o cual desenlace. Hay un par de sub-tramas que son apenas contadas por los personajes, aludidas de tal manera que no queda claro de qué están hablando. Además, hay dos registros muy diferentes en el film que a veces pecan de incompatibles. Para no develar demasiado de la trama, diremos que son los momentos en los cuales el film va contando la interacción entre la detective Lydia Mercer (Elizabeth Banks) y Nick Cassidy, y la historia que se desarrolla en paralelo con Joey Cassidy (el hermano de Nick interpretado por Jamie Bell) y su novia Angie (interpretada por Génesis Rodríguez, la hija del Puma Rodríguez). En fin, Asger Leth va de la solemnidad de la cara no muy flexible de Worthington a la casi comedia que plantean los hechos que implican al bueno de Bell y a la linda de Génesis. Todo esto genera que se disuelvan los momentos de suspenso logrados.
Por otro lado, los giros que va tomando el relato implican por parte del espectador cierta tolerancia a lo arbitrario e inverosímil. El problema es que pasados tres cuartos del film, los conflictos son tantos y tan difusos, que ciertas reacciones de los personajes ya no son sólo intolerables sino además incomprensibles.
Como si fuera poco, Al borde del abismo se permite una superficial bajada de línea. Hablando sobre todo de la crisis financiera de 2008 y diciendo a grandes rasgos lo malos que son los empresarios (en este caso representados por un efectivo y repulsivo Ed Harris) y lo pobres que son las personas de clase media presionadas por la sociedad depredadora. También se habla un poco de los medios de comunicación, pero es una tosca caricatura que no dice nada que no sepamos por aquí.
Más allá de la enumeración de fallas, hay que decir que el film de Asger Leth no es un embole. Al contrario, tiene algunas secuencias de tensión genuinas y que sus fallas no terminan de destruir. Es un film menor, no demasiado pretencioso, que al fin de cuentas termina entreteniendo lo suficiente.