El hombre convencido
Antonio Zuleta, persona o personaje es lo que menos importa, tranquilamente podría haber sido protagonista de una película de Werner Herzog por una cualidad que lo hace cinematográficamente poderoso: es un hombre de fe, convencido tanto de lo que cree como de lo que ve, pero además un incansable buscador de respuestas.
Parece contradictorio querer encontrar respuestas cuando no se cuestiona la fe, pero no, en Antonio hay una persistencia inquebrantable. También dejar legado a sus hijos pequeños en su búsqueda de la verdad sobre los ovnis, asegura haberlos visto durante varias ocasiones en su natal Cachi, en Salta.
Su primera experiencia fue la que lo llevó a comprar una cámara Super 8 y dedicarse a filmar como registro y prueba acumulada de la presencia de Objetos Voladores no identificados en el Valle Calchaquí. También procura acopiar testimonios de lugareños, de experiencias similares a la suya, antes de emprender su partida a Buenos Aires al encuentro de Fabio Zerpa, el parapsicólogo, ufólogo, historiador uruguayo, popular y mediático como pocos.
Lo interesante del film de Daniel Rosenfeld más allá de la increíble fotografía a cargo de Ramiro Civita, es jugar con la idea de fe desde el punto de vista del protagonista. La capacidad del director de Cornelia frente al espejo para extraer de Antonio ese plus de persona y personaje a la vez es aquello que genera empatía directa con el público, y desplaza en un segundo plano el argumento sobre lo verdadero o falso de esta aventura mezclada con elemntos de ciencia ficción (recortes de diarios llamativos donde se informa sobre animales muertos por ejemplo).
Poco importa si Al centro de la tierra es en definitva un falso documental, pues la premisa es clara, el ritmo interno el adecuado y la parte final un verdadero lujo en términos visuales y narrativos.