Al protagonista de Al centro de la Tierra le interesa el encuentro con los habitantes de las estrellas. Su legítimo deseo se canaliza a través de una pesquisa científica amateur. Antonio Zuleta siente que debe reunir evidencia y entiende que no existe mejor instrumento para hacerlo que filmar. La cámara no miente; es una máquina de posesión del reino de lo visible. Así es que después de un presunto primer encuentro con una nave en una ruta salteña, el humilde padre de familia ha grabado incesantemente testimonios y en las noches sigue buscando las luces móviles del cielo que confirmen su fe cósmica. Tiene que haber algo más. De no ser así, la vida en la Tierra se agota en su intrascendente inmanencia.