El crítico y su aldea
Cuando el mundo muestra sus fauces de crueldad, ver y escribir sobre cine puede ser un gran remedio. En estos días vi Life itself, documental sobre Roger Ebert (consensuado por el mismo Ebert y con su participación protagónica), crítico de cine de la ciudad de Chicago que de alguna manera funda la tradición crítica norteamericana y que muere en el 2013, con un cuadro de salud seguramente recordado por muchos, por su cara desfigurada debido a un cáncer de garganta pero siempre con una sonrisa o con el dedo pulgar levantado. Figura muy cuestionada por cierta generación de críticos del mismo país, posteriores a la década del setenta, por sentar las bases de una crítica superficial, basada en enunciados fuertes sobre las películas pero sin demasiado marco analítico, y los famosos pulgares arriba y abajo, también de su autoría.
Paralelamente a la historia de la crítica de cine, a través del documental uno conoce algo de la biografía de ese chico obeso, con prematura vocación periodística y que a los veintipico gana un premio Pulitzer, al menos públicamente siempre de buen humor y que a los cincuenta se casa con una muchacha negra con quien vive hasta sus últimos días. Me hizo acordar un poco a la historia de Stephen Hawking, aunque salvando cualquier tipo de suspicacia acerca de la disparidad de genio. Me refiero al tipo de enfermedad, que los dejó a ambos postrados, con un sistema de voz artificial, siempre optimistas y con mujeres que los cuidaron hasta el final.
Pero volvamos al tema de la crítica y lo que representa Ebert en esta historia. Son muchas las figuras famosas que en el documental salen a hablar bien de él. Entre ellos Martin Scorsese, quien reconoce haber sido reivindicado por el crítico cuando nadie lo hacía (Ebert habría dicho con uno de sus primeros films que estaban ante el Fellini de Estados Unidos). También cuenta el director de Taxi driver que el crítico logró sacarlo de un pozo depresivo profundo, que podría haberle costado la carrera, cuando lo invitó a una disertación para hablar de su cine. Otro de sus defensores es Werner Herzog, que sorprendentemente también aparece en el documental. Porque algo que hay que decir es que Ebert era asiduo de Cannes y amante de grandes exponentes del cine europeo, como Bergman por ejemplo. Es decir, no tenía prejuicios con otros cines que no fueran el norteamericano. Evidentemente, era una persona de gustos cinematográficos variados, categóricos e impulsivos seguramente, que podían agradar o no, pero que el crítico transparentaba desenfadadamente.
De hecho, los mismos críticos norteamericanos, de perfil más intelectual si se quiere, que lo cuestionaron en su momento, aparecen en el documental riéndose de su propio enojo y reconociendo que Ebert fundó la crítica de cine en Estados Unidos. Uno de ellos afirmando que el hombre de Chicago fue el símbolo del debate de cine en la plaza pública. Porque hay que contar también que Ebert tenía, junto a Siskel (un egresado de filosofía que había hecho crítica en un diario de Chicago que competía con el de Ebert), el programa televisivo de cine más popular de la historia de Estados Unidos, en el que ambos críticos hacían una especie de ping pong de opiniones enfrentadas sobre cada película. Seguramente es cierto que llevaron la lógica televisiva, de inmediatez de tiempos y poco margen para la reflexión, a la crítica de cine. Pero también debe serlo que lograron llevar el interés por la crítica a las masas de espectadores en el país del norte.
Se dice en el documental que el amor por el cine de Ebert era algo auténtico. Se dice también que sus famosos pulgares podían catapultar al éxito como conducir al desastre a una película. Sin embargo, hay algo en la figura de Ebert que habla de las virtudes de la sociedad norteamericana. Puntualmente, esa mirada muchas veces simplista del mundo pero esencialmente desprejuiciada y pluralista. Confieso que empecé a ver esta película con prejuicio, un poco influido por los mismos críticos norteamericanos que habían formulado cuestionamientos contra Ebert. Me sorprendió encontrar en el documental a esos mismos detractores enmarcando las mencionadas críticas dentro de un debate saludable y reconociéndole méritos importantes al personaje homenajeado en la película. En síntesis, Life itself es un documental que ayuda a pensar las cosas con más perspectiva y conocer un poco más sobre el multifacético rubro de la crítica cinematográfica.