La apasionante vida de un crítico.
No fue el mejor crítico de cine de los Estados Unidos, pero sí el más popular, el más influyente desde los años 70 hasta su muerte, en 2013, a los 71 años. Roger Ebert -de él se trata- fue una figura fundamental en el inicio de las carreras de directores de la talla de Martin Scorsese, Werner Herzog o Errol Morris, quienes aparecen en este documental reconociendo el impulso que recibieron cuando su futuro era a todas luces incierto.
Este documental-tributo que Steve James comenzó a filmar en diciembre de 2012, cuando un ya muy decaído Ebert continuaba luchando contra un cáncer que lo aquejaba desde hacía demasiado tiempo, está basado en su libro de memorias publicado en 2012 (titulado, al igual que la película, Life Itself) y contiene fragmentos del libro narrados en off, pero -por suerte- es bastante más que eso.
Más allá de una factura clásica y hasta por momentos algo elemental, se trata de un apasionante y conmovedor retrato de vida que excede el marco estrictamente cinéfilo. Ebert fue un bohemio y alcohólico que escribió durante décadas en un diario (el Chicago Sun Times), luchó contra sus adicciones, condujo junto a Gene Siskel (del diario rival Chicago Tribune) varios ciclos en televisión que tuvieron enorme éxito (sí, los del pulgar arriba/pulgar abajo) y los transformaron en la pareja más admirada y temida de Hollywood, se casó recién a los 50 años con una mujer afroamericana y se sometió a decenas de operaciones que lo dejaron prácticamente irreconocible (perdió buena parte de su cara y lo obligaron a comunicarse a través de una voz generada por una computadora), pero que jamás minaron su energía para seguir ligado al cine.
Enfrentado con los críticos neoyorquinos más intelectuales y prestigiosos (desde Andrew Sarris hasta Pauline Kael), Ebert siempre se declaró un "populista", aunque eso no lo limitó a la hora de elogiar ante su público masivo a autores como Ingmar Bergman o Robert Bresson, o de viajar cada año para cubrir el Festival de Cannes.
A partir de los testimonios de su esposa, Chaz; de colegas que lo admiraron (como A.O. Scott, de The New York Times), y otros que fueron fuertes detractores (como Richard Corliss, de Film Comment, o Jonathan Rosenbaum), el film no sólo analiza la trayectoria de Ebert, sino que se convierte también en un desgarrador retrato sobre la enfermedad y la inminencia de la muerte, en una gran historia de amor y en una sentida reivindicación de la pasión por el cine.