Roger Ebert, in memoriam
En Estados Unidos, Al cine con amor (cuyo título original, más cursi aún del que lleva aquí, es Life itself, “La vida misma”) no tuvo, tratándose de un documental, una mala respuesta de público. Aquí es improbable que el milagro se repita. Para el público de allá, el protagonista, el crítico Roger Ebert, era un rostro conocido de la tele, donde tuvo por décadas un programa sobre cine junto a su colega Gene Siskel. Aquí, los únicos que conocemos a Ebert, que falleció un par de años atrás, somos los críticos de cine, por lo cual la audiencia de Al cine con amor puede verse reducida a unas docenas de espectadores.Producida por Martin Scorsese (agradecido, desde que en 1967 el ecléctico Ebert alabó con fervor su ópera prima, Quién golpea a mi puerta) y dirigida por el reconocido Steve James –cuya Hoop Dreams es uno de los documentales estadounidenses más elogiados de los ’90–, Al cine con amor adolece de una falla notoria: su extensión. Dura dos horas clavadas y no se justifica: hubiera sido mucho mejor con media hora o 40 minutos menos. Hecha esa salvedad, no hace falta conocer previamente al protagonista o tener un particular interés por la crítica de cine para interesarse por ella, por el simple hecho de que Mr. Ebert es, o fue, un personaje. Un tipo con tanta sed de vivir (para citar el título de una película, ya que estamos) que fue capaz de hacer chistes aun después de que, como consecuencia de un cáncer y sus metástasis, le hubieran extirpado la garganta y la mandíbula, tal como puede verse largamente en Al cine con amor. A propósito y como puede advertirse, la película no es para débiles de estómago.La película dirigida por Steve James son dos en una. Por un lado, una de esas de “enfermedades de la semana”, que más que lágrimas, pietismo y ánimo aleccionador ofrece realismo, energía, sensación de “vivo” y mucho humor. Negro, en más de una ocasión. “No me gustaría que un infarto o una muerte súbita me hubieran privado de este tercer acto”, dice Ebert en su cama de sanatorio, cuando le anuncian, a los 70, que le quedan meses de vida. ¿Cómo habla, si no tiene garganta? Mediante un sintetizador de voz, que maneja desde una laptop de la que no se despega: desde el momento de la primera operación (2006), el hombre escribió casi más que nunca. Si eso puede decirse de un grafómano como pocos, que empezó en la secundaria, a los 21 era editor, ganó el Pulitzer a los treinta y pocos, tuvo una columna fija en el Chicago Sun-Times durante medio siglo y publicó un montón de libros de cine y menudencias varias, incluyendo sus memorias (de allí viene el horrible título Life itself).La segunda Al cine con amor es un documental clásico sobre su vida y obra, narrado y montado con ritmo y fluidez, lleno de material de archivo de primera (los take-outs de sus guerras de chicanas con George Siskel valen el precio no de una sino de varias entradas), jugosos testimonios (incluyendo los de Scorsese, Herzog y Chaz, la mujer negra con la que este hombre blanco se casó a los 50), visiones encontradas (algunos colegas lo defienden, otros lo atacan y están los que hacen ambas cosas) y mucho contexto. En otras palabras, un documental que, con la salvedad de esa media hora o 40 minutos de más, puede interesar a cualquiera.
6-AL CINE CON AMOR
Life itself, EE.UU., 2014.Dirección: Steve James.Duración: 120 minutos.Testimonios de: Roger Ebert, Chaz Ebert, Martin Scorsese, Werner Herzog y otros.