Un soldado del cine
Al cine con amor es un documental biográfico sobre la vida del famoso crítico Roger Ebert.
Roger Ebert fue el crítico más popular de los Estados Unidos. ¿Un crítico popular? A juzgar por el inicio de Al cine con amor, cuyo título en inglés, Life Itself, está tomado de la autobiografía que el propio Ebert publicó un poco antes de morir de cáncer, es evidente que la famosa pluma cinematográfica del Chicago Sun-Times tenía miles de admiradores.
Polémico y preciso, a veces incisivo y sarcástico, generoso y apasionado cuando un filme coincidía con sus propios gustos y juicios, Ebert era comprensible para cualquier lector y no por esto carecía de estilo.
Al cine con amor, de Steve James, es antes que nada un retrato polifónico: a través del testimonio de diversos amigos, profesionales, cineastas y familiares, sumado a diversos materiales de archivo y el propio registro del filme en el momento en que Ebert vivía hospitalizado con la mandíbula ausente de su rostro y asistido por un software para traducir en sonidos lo que su garganta y boca ya no podían proferir, James va delineando la personalidad y las ideas del crítico, y lo acompaña hasta su muerte en abril de 2013.
Hijo único, periodista precoz, casado finalmente con una mujer afroamericana bastante más joven, alguna vez alcohólico y ganador del premio Pulitzer en 1975, Ebert fue la voz de la crítica de cine oficial estadounidense por décadas.
Su influyente columna en el diario se publicaba en más de 200 ciudades de Estados Unidos, un alcance insólito en un tiempo en el que aún no existía Internet. Si bien Ebert supo inmediatamente explotar la Web, su máxima exposición pública y motivo de su popularidad masiva fue el exitoso programa televisivo que condujo, primero en Chicago y luego en Nueva York, Siskel & Ebert.
“Un sitcom sobre dos tipos que viven en el cine”, así describió el crítico Richard Corliss el programa gracias al cual Ebert, junto a Gene Siskel, crítico del Chicago Tribune, se convirtieron en celebridades. La dupla inventó la crítica en la televisión. La extraordinaria capacidad argumentativa y descriptiva de ambos excedía el conocido gesto final de subir los pulgares o bajarlos, y si bien solían dedicarse a analizar las películas hollywoodenses, títulos de Bergman, Kieslowski o Bresson no quedaban afuera de la mira.
En efecto, ellos fueron las primeras estrellas de la crítica y, como sucede en estos casos, no resultó ser un vínculo exento de confrontaciones, lo que no impidió que detrás del narcisismo belicoso que los enfrentaba existiese una amistad férrea.
Al cine con amor no es una hagiografía, pero sí es un retrato apologético. Scorsese lo reivindica como genio, Herzog como un soldado del cine y los testimonios laudatorios son permanentes, a excepción del gran crítico Jonathan Rosenbaum, que expresa un cierto escepticismo sobre la distancia crítica de Ebert respecto de la industria. Esa distancia, con seguridad, es la que tampoco tiene el filme respecto de su personaje, una película en ocasiones demasiado sentimental y didáctica que no busca una forma creativa de contar una vida signada por el cine.