La supervivencia Patagónica
El director argentino Ulises Rosell vuelve al formato largometraje tras más de 10 años con Al Desierto (2017), su nuevo opus donde combina el drama de la supervivencia en uno de los terrenos más inhóspitos del sur de nuestro país, con un análisis sutil sobre el desapego urbano y social.
Todo comienza con Julia (Valentina Bassi), una camarera del casino de Comodoro Rivadavia, quien conoce a Gwynfor (Jorge Sesán), un habitué del lugar que le ofrece llevarla a una entrevista de trabajo en una base petrolera lejos de la ciudad. Camino al lugar sufren un accidente que revela las intensiones poco nobles por parte de Gwylfor, pero sumidos en tal situación crítica, deben mantenerse juntos para sobrevivir al duro paisaje patagónico.
Rosell utiliza el árido entorno como un espacio con el cual sus dos personajes principales deben interactuar y al mismo tiempo superar para no sucumbir ante la naturaleza, bella pero desafiante. Como mencionamos, se trata de un puro drama de supervivencia, pero al mismo tiempo ciertas cuestiones la acercan a elementos típicos del Western como el ámbito desértico, los parias que no encajan en el orden social reinante y aquellas situaciones ordinarias que se tornan extraordinarias de un segundo al otro.
Hay un gran trabajo tanto de Bassi como de Sesán, quienes llevan sus actuaciones al límite físico y se pontencian gracias a ese mundo exterior que se vuelve un personaje más. El Gwylfor de Sesán recuerda por momentos al Ethan de Más Corazón que Odio (The Searchers, 1956), uno de esos personajes que no encuentra su lugar en un mundo que sienten ajeno.
Con un relato que contrapone supervivencia urbana y supervivencia natural, apoyándose en un trabajo de fotografía impecable y una producción sólida, Al Desierto nos mete de lleno en una odisea patagónica que esconde múltiples lecturas.