Viento, polvo, tierra, sol brillante y calcinante, noches muy frías. Todo esto padecen Julia (Valentina Bassi) y Gwynfor (Jorge Sesán), sumados al hambre y la sed extrema cuando transitan a pie la inmensidad del desierto patagónico argentino.
El núcleo de la estructura argumental de esta nueva realización de Ulises Rosell es la aventura de pasar varios días en la intemperie, sin medios para sobrevivir, caminar en el medio de la nada, desorientados, luego de volcar la camioneta en la que viajaban a campo traviesa y tratar de llegar a la ruta para que los auxilien.
Pero ellos no son pareja, ni compañeros. Apenas son conocidos. Se vieron en el casino donde trabaja Julia como mesera y Gwynfor le ofrece llevarla a que haga tareas administrativas en la petrolera donde trabaja, por un sueldo mucho mejor. Ella acepta y viajan en el vehículo de él.
Lo que suponía la protagonista que iba a mejorar sus condiciones laborales, quedó develado en muy poco tiempo. Los propósitos del hombre no eran las que parecían y la chica intenta escaparse, pero se encuentran en medio de un páramoor lo que decide quedarse con él.
No se sabe cuales son las verdaderas intenciones de Gwynfor, si secuestrarla o conquistarla de un modo poco convencional, porque se mueve en un hábitat hostil de una manera muy cómoda, donde se encuentra a gusto y siempre sabe cómo rebuscársela. Pareciera que quiere peregrinar por siempre junto a Julia en esas condiciones y lo disfruta como si fuese un héroe.
Ella podría huir, pero la relación cambia. Tal vez sufre el Síndrome de Estocolmo. Los sentimientos de ella son dudosos e inexplicables. Los de él son firmes, sabe lo que hace.
La dirección de los actores es acertada, constantemente se da el contrapunto entre la desesperación y el sufrimiento de ella y la seguridad de él. Ambos aportan su experiencia y oficio para sostener y hacer verosímil al relato. El deterioro físico que sufren los personajes, va acompañando por las acciones cada vez más limitadas que realizan, dándole credibilidad a sus actuaciones.
Ulises Rosell aprovecha al máximo el paisaje, como así también las cosas y sitios que hay en la zona, logrando que cada locación tenga su importancia y utilidad en beneficio de la historia.
Se podría encuadrar a este film como un thriller, que no le escapa a la aventura y la supervivencia. Tiene mucha acción dinámica, y pocas palabras, las justas y necesarias. No se extiende en largos parlamentos explicativos. Deja muchos interrogantes librados a la interpretación del espectador, porque no hay nada esclarecedor, no se sabe porqué ellos hacen lo que hacen, se unen para sortear esta peripecia con éxito, aunque no saben lo que el destino les va a deparar.