Cinco días para enamorarse
La pareja protagónica de Mi gran casamiento griego, Nia Vardalos y John Corbett, regresa en esta comedia romántica también dirigida por la actriz. Las relaciones de pareja, las que pasan sin pena ni glorias o aquellas que se encaran para perdurar, constituyen el motor de esta historia relacionada con el Día de San Valentín.
Genevive (Vardalos) es una exitosa florista decidida a no pasar más de la "quinta cita" con ningún hombre, porque sostiene que el romance se esfuma. Por su parte, Greg (Corbett) es el dueño de un restaurante de tapas difícil de enamorar. Cuando conoce a Genevive pone en marcha un plan para terminar con el objetivo de la florista.
Ayudada en su negocio por dos empleados gays, Genevive atraviesa sus días esperando a su príncipe azul y hasta su propia madre logra enamorarse. Todos menos ella. "A las mujeres nos gusta que nos persigan" asegura y está convencida de que hay etapas para la conquista amorosa que van desde los jadeos y mariposas en el estómago hasta mostrarse divertida y fabulosa.
Si bien el film impone la presencia carismática de su protagonista femenina a través de algunos gags eficaces (las intervenciones de sus empleados cuando irrumpe un cliente en el negocio o cuando Genevive pisa al linyera que está en la calle) la historia resulta obvia y previsible. Nunca levanta vuelo a pesar de las buenas participaciones de los intérpretes secundarios.
Nia Vardalos es buena en el género y repite el estilo histriónico visto en comedias anteriores, mientras que John Corbett impone su estampa de galán y hasta es capaz de cantarle una serenata. Un Romeo conquistador y una Julieta que, desde el balcón, espera un feliz Día de San Valentín. Lástima que las flores de la trama se marchitan antes de lo previsto.