Mel Gibson vuelve a la actuación después de varios años, y lo hace en el género que mejor le sienta, el policial. Lejos ya de la saga de “Arma Mortal” (1987/89/92/98) encarna a un policía que es testigo del asesinato de su hija, supuestamente por error.
Ël quiere hacerse cargo de la investigación del caso en el esta directamente involucrado, cualquier semejanza con “Un detective suelto en Hollywood” (1995) es mera coincidencia, pues carece de cualquier tipo de humor, por más que la historia sea básicamente la misma.
Lo que sí tiene es esa costumbre de los filmes realizados en la factoría del gran país del norte: justificar de alguna manera la acción de buscar justicia por mano propia.
También encontramos, como tantas veces en este tipo de productos, que la maldad esta personificada, o, mejor dicho, corporizada, no en el sentido de corporación sino de un único responsable de los males.
En cuanto a la disposición del relato, es clásica, de estudio, moldeada pero bien hecha, a pura adrenalina por momentos, sin demasiada creación de climas y excesivamente previsible, lo que la torna aburrida.
Ni que hablar del discurso instalado por el texto, por más que alguien crea que las producciones fílmicas no tienen mensaje, esta si lo emplaza y es bastante reaccionario
Como dije al principio, Mel Gibson se mueve como pez el agua, es convincente su interpretación, al igual que los demás intérpretes, también son correctos los rubros técnicos, pero no alcanza.