La sangre brota
Creer que una va a ver este nuevo filme y se va encontrar con algo similar a "Arma mortal" es erróneo. Este es un auténtico filme-noir, un regreso del cine al thriller bien narrado, crepuscular, y magificamente actuado que no descuida nada, donde Mel Gibson está muy bien en su padre vengador que va en busca de conocer la verdad acerca del asesinato despiadado de su hija, una ingeniera que descubrió cosas y no pudo callarlas.
Los climas que reúne este ejemplo del cine negro la redondean absolutamente. El papel que encarna Mel es más un padre afectado por una gran pérdida que el policía despiadado que tan solo se reconciliaría con la vida obteniendo su descarga emocional, al patearles la cabeza a los responsables.
Atrás de la personalidad de tipo apático, hay honestidad y conciencia, quizás algo de aquél honor que tan poco se refleja en la sociedad actual. El inevitable cruce entre la corrupción política y el reinado especulativo de las grandes empresas aflora y deja entrever claramente los necios procederes de un globalizado mundo contemporáneo.
Por eso habrá que escarbar ferozmente hasta el hueso, y saber que uno se la juega, enfrentarse a una inmensa corporación y a estamentos gubernamentales y saber cual es la única salida posible. Genuinamente el director Martin Campbell y el guionista Bustamante perfilan un filme logrado, con el telón de fondo de una adecuada Boston. Ray Winstone está estupendo como un socio misterioso, uno al verlo se imagina que esta era en principio un personaje para que lo encarnara Robert De Niro quien finalmente no llegó a un acuerdo con la producción.
Una vuelta al policial oscuro de los años 70, o 60 por ejemplo: "Point blank" de John Boorman -conocida aquí como "A quemarropa" (1967)-, no es la típica "pochoclera", es un densísimo drama con ribetes trágicos, al filo de una oscuridad que pretende y busca como drama moderno salir a la luz.