El viejo lobo sigue en carrera
Al Filo de la Oscuridad parece ser, además del título ficticio elegido para narrar las tragedias del protagonista de la película, una perfecta descripción de la vida personal, delante y detrás de cámaras, de su estrella, Mel Gibson.
Cuando allá por el año 2004 el otrora héroe acción de las divertidas Arma Mortal emprendió un camino casi decidido a la dirección de épicas realizaciones financiadas de su propio bolsillo, no faltaron quienes pronosticaron un indicio de locura.
Dos años después, ya con un éxito inaudito de taquilla para su hiperviolenta interpretación de la Biblia en La Pasión de Cristo, el actor devenido director redobló la apuesta con la impecable Apocalipto, y ya no quedaban dudas: aquel hombre carismático de ojos azules había cedido lugar ante las excentricidades de todo un autor, controversial y subestimado, con el don de lo impensado siempre bajo el brazo.
Otros dos años después, ya lejos de las cámaras y entrando en terreno personal, el destino volvió a patear el tablero cuando, tras una noche de borrachera, un arresto mediático y declaraciones antisemitas, lo convirtieron en el nuevo enemigo favorito de la doble moral americana: Mel, el descarriado. Y tanto fue así que la figura de clásicos modernos como la trilogía Mad Max, después de más de 25 años, comenzó su divorcio y cambió abruptamente de vida, algo no muy bien visto por su defendida institución católica.
Ahora, después de tantos cambios, y con arrugas que marcan el paso del tiempo pero conservan un espíritu salvaje intacto, el hombre ha vuelto a su profesión: la actuación. Y el resultado, afortunadamente, es más bienvenido que nunca. Y es que si hay algo que mantiene a flote Al filo de la Oscuridad es la incomparable presencia de Gibson, con todos sus gestos conocidos desde la época de El Rescate (film que, temáticamente, se sitúa bastante cerca de ésta nueva película), a la vez que la siempre correcta dirección de Martin Campbell (Golden Eye, Casino Royale, y la serie original en la cual Al Filo... está basada) mantiene al espectador en vilo, sediento de acción y adrenalina como su protagonista, que desata el infierno como venganza entre quienes asesinaron a su hija.
Cabe una mención especial para la breve, pero decisiva, participación del gran Ray Winston en, quizás, el personaje más interesante de la película.