Game Over
Los cobardes mueren varias veces, dijo Shakespeare, pero nunca tan literalmente como en Al filo del mañana (Edge of Tomorrow, 2014), en la que un cobarde debe revivir su primer y último día de combate cada vez que muere en el campo de batalla. Imaginen Hechizo del tiempo (Groundhog Day, 1993) como una película de acción y ciencia ficción, reemplacen al inestimable Bill Murray con Tom Cruise y se harán a la idea. El resultado es tan divertido como suena.
Basada en la novela ilustrada japonesa “Todo lo que necesitas es matar”, la película se desarrolla a fines de una guerra entre humanos y alienígenas, específicamente durante el brutal desembarco tipo Día D en las costas de Alemania que decidirá el resultado de la guerra. El desertor Bill Cage (Cruise) es apresado y enviado al frente de batalla, donde muere en cuestión de minutos, pero no sin antes embeberse en sangre alienígena y adoptar su excepcional sistema inmunológico: retroceder el tiempo un día cada vez que muere.
Por supuesto nadie le cree cuando al reiniciar día intenta advertir a sus comandantes de la emboscada, ni cuando avisa que su helicóptero se estrellará en momentos, ni cuando intenta desesperadamente salvar a sus compañeros de una muerte peor que la otra. Su única aliada es Rita “Full Metal Bitch” Vrataski (Emily Blunt), una veterana de la guerra que solía tener los poderes accidentales de Bill y consecuentemente es fácil de convencer y enlistar su ayuda al comienzo de cada nueva iteración del día.
La invasión, los extraterrestres, los armazones de combate a lo Aliens, el regreso (1986), la presencia de Bill Paxton (siempre un gusto verlo) como el arquetípico sargento sureño y básicamente todos los elementos que componen Al filo del mañana son trilladísimos. La poesía, si quieren buscarla, yace en la subversión del mito de Sísifo condenado a rodar su roca cuesta arriba por la eternidad: el hombre moderno está bendecido por la memoria y la habilidad de aprender de sus errores, y por ello no está sujeto a otra voluntad que la suya.
El concepto del “día que se repite indefinidamente” es una bonita fantasía, aún en medio de una guerra. Rinde al protagonista inmortal y tiñe a sus aventuras con un aire lúdico reminiscente a un videojuego. Si Cage comete un error, toma el camino equivocado, envía a su compañera al muere o se acaba el plazo de tiempo dentro del cual puede resetear el día sano y salvo, no tiene más que dejarse morir y reiniciar la partida. Las escenas de acción son excelentes y para variar hay una buena explicación para su impecable coreografía: Cage ha estado ensayando.
La película luce un tenue humor negro: tenemos la comedia de la carrera de obstáculos imposible, el pequeño error de cálculos que desbarata la estrategia perfecta, y el personaje de Rita, que es tan perfeccionista que ante el menor inconveniente prefiere pegarle un tiro a su compañero y empezar de cero. Uno se pregunta cómo pueden llegar a lograr nada cuando el tiempo constantemente deshace sus acciones, y la respuesta es que no importan tanto como lo que aprenden de ellas. Su misión es terminar de conocer al enemigo y aprender cómo detenerlo por completo en un período no mayor a un día.
Por otro lado tenemos el enojo de Cage al dedicar su existencia a ganar una batalla imposible, y su frustración al intentar entablar una relación con la persona que le ha acompañado en tantas aventuras y conoce a fondo, pero con quien no comparte ni un solo recuerdo. Por supuesto surge la posibilidad de manipularla con la información que él va juntando, y hay una buena escena en la que Cage le miente tanto a ella como al público para disfrutar de un pequeño resquicio en medio de tantas derrotas.
Al filo del mañana no trae ideas nuevas, pero sabe elegirlas y desarrollarlas en direcciones atractivas y entretenidas, aunque sea superficialmente. La acción es intensa y posee una claridad y nitidez loables en la era de la cámara en mano y la mala iluminación que dominan películas semejantes. El guión, una de esas obras de ingeniería narrativa estilo Christopher Nolan, construye una historia con inteligencia sin caer en la repetición ni dar un paso en falso. Quizás el único tropiezo sea un final tramposo: otro emblema de Nolan. Por lo demás, Al filo del mañana merece cada grano de pochoclo ingerido en su nombre.