El primer último día
La presencia de Tom Cruise en el filme ya preanuncia cierto encuadre de género: un sufrido héroe que tendrá que salvar al mundo y resolver un enigma. Si “Oblivion” (también con su protagónico) jugaba con varios tópicos de la ciencia ficción de Phillip K. Dick (la memoria implantada, las vidas simétricas, etc.), “Al filo del mañana” arranca como visión a lo Paul Verhoeven de lo dickiano, con su compilado de noticieros sintetizando la situación inicial (¿alguien se acuerda de que “Robocop”, “El vengador del futuro” y “Tropas del espacio” empezaban con noticieros o comerciales?).
El espectador puede reconstruir a través de flashes informativos que hubo una invasión de una rara alienígena a los que se llama mimics, por su habilidad para copiar las tácticas militares (traducidos aquí no tan correctamente como “mimos”, aunque algunos mimos parezcan extraterrestres): han caído en un meteorito y son una especie de conciencia gestáltica (lo que recuerda a “Tropas del espacio”), pero eso lo iremos viendo después.
En los noticieros vemos al mayor William Cage (Cruise con toda la cara de chanta entrado que es capaz de generar), un responsable de comunicación del ejército, que cuenta sobre el novedoso exotraje (jacket) que usan los soldados humanos (lo primero que nos venden los afiches, y lo que pone un atractivo look de guerra futurista) y toda una campaña en torno a la sargento Rita Vrataski, que con poca experiencia y esa armadura se volvió una heroína en una batalla librada en Verdún (aquel legendario campo de batalla de la Primera Guerra Mundial).
Volver a empezar
El relato empieza cuando Cage va a Gran Bretaña, donde se prepara la ofensiva de las fuerzas de la humanidad que desembarcará en la Normandía francesa (como los aliados en la Segunda Guerra). El general Brigham (Brendan Gleeson con su mejor cara de inglés borrachín y mala onda) lo quiere mandar a trabajar al frente y ante la negativa, será embarcado como desertor.
Doug Liman (el mismo que dirigió la saga de Bourne y Sr. y Sra. Smith) se luce en el desembarco, una mezcla del de “Rescatando al soldado Ryan” con algo de “Invasión del mundo-Batalla: Los Ángeles”, ya que no se ve al principio contra qué se está peleando, aunque cuando los mimics aparezcan se parecerán un poco a las criaturas de “Skyline: la invasión”. En el campo de batalla, Cage verá en acción a Vrataski (una Emily Blunt más mala y dura que cualquier alien, pero mucho más bonita), antes de morir los dos. Pero curiosamente Cage se despierta en esa misma mañana, cuando llega como desertor al campamento.
Ahí empieza el “vive-muere-repite” de los afiches: Cage empezará a arrancar de nuevo el día, viviendo la misma batalla, hasta saber por qué (algo de ese secreto está en la habilidad y los méritos pasados de Rita) y cómo ahí puede estar la clave para vencer al enemigo. Al principio hay una cierta lógica de videojuego (en tal punto nos matan, así que en la próxima vida ya estamos preparados y seguimos un poco más), pero en distintos momentos Cage intentará caminos alternativos (alguno también recordará “El día de la marmota”, planteada en otra clave).
Por suerte, el guión y el recorte de la dirección nos sintetizan el tormento de revivir, ver morir y morir una infinidad de veces (a veces sólo indicado por las cosas que ya sabe el protagonista). Lo importante es que de cada vivencia obtendrá una nueva información que será clave para la batalla decisiva, aunque con un giro sorpresivo sobre el final.
Repetir hasta aprender
Cruise aprovechará para evidenciar la evolución del personaje, de chanta a salvador de la especie, y Blunt mostrará que atrás de la “Full Metal Bitch” de los afiches (¿un chiste con “Full Metal Jacket”?) hay una mujer. Algún rato de lucimiento tendrán Bill Paxton (el áspero sargento mayor Farell), Noah Taylor (el doctor Carter, el que tiene la posta) y los inefables integrantes del Escuadrón J (Jonas Armstrong, Tony Way, Kick Gurry, Franz Drameh, Dragomir Mrsic y Charlotte Riley).
Esta película se basa en la novela “All You Need Is Kill”, de Hiroshi Sakurazaka, sobre la cual Christopher McQuarrie, Jez Butterworth y John-Henry Butterworth realizaron un guión ingenioso y atrapante, más allá de que la explicación científica sobre el bucle temporal salga un poquito de la galera. Lo interesante en todo caso es cómo se emplea el recurso para explorar sus posibilidades. ¿La conclusión? Siempre viene bien una segunda oportunidad (o una milésima), aunque el costo a pagar no sea menor.