Lo mejor de esta película es que Tom Cruise ha recuperado el tono que le faltaba en la olvidable Oblivion (y que no le faltaba en la muy buena Jack Reacher). Aquí es un soldado inexperto y torpérrimo en medio de una invasión extraterrestre que se ve obligado a repetir, una y otra vez, el mismo día fatal. Pero encuentra la forma de ir perfeccionándose en la repetición gracias a una soldado (Emily Blunt) que le va enseñando cosas. Por cierto, el “loop” temporal y todo lo que sucede tiene su giro sorpresivo, de esos que cambian lo que vemos pero también lo aclaran. Los defectos de la película se encuentran en la tendencia a la elefantiasis del realizador Doug Liman, que siempre intenta un golpe de más. Esta mezcla de Hechizo del tiempo con cualquier film matabichos padece de un problema solo a medias resuelto por el enorme Cruise: Liman cree que “humor” es meter un chiste entre la sangre y confunde “seriedad” con “solemnidad”. De todos modos, el ingenio del guión y la humanidad que proveen los actores hacen del film casi memorable.