«Aladdin» llega en un año en el que las películas live-action de clásicos del cine animado de Disney prometen ser protagonistas. ¿Cuánto recordamos de aquella historia? El genio azul, por supuesto, una alfombra voladora y un romance entre un muchacho y una princesa de nombre Jazmín.
Un joven ladrón callejero conoce a una muchacha que resulta ser la hija del Sultán. En medio de una lucha por el poder, es obligado a buscar una lámpara mágica que le ayudará a conquistar a la princesa.
La magia justa
Con un deslumbrante despliegue de color, música y baile, «Aladdin» nos recuerda que sí es posible hacer una película que equilibre en su punto exacto el romanticismo, el poder, la aventura y la emoción. Es absolutamente disfrutable. A veces, necesitamos magia. ¿Quién mejor que Disney para ofrecerla?
Ni demasiado ingenua como para ser meramente infantil, ni demasiado moderna para perder la esencia: «Aladdin» es justo lo que tiene que ser.
Mena Massoud (Aladdin) y Naomi Scott (Princesa Jazmín) interpretan una poderosa dupla en pantalla, más cerca de la complicidad que del romance edulcorado. Y los acompaña Will Smith como el genio de la lámpara: un contrapeso ideal -y estelar- para acompañar a la casi ignota pero talentosísima pareja protagonista. Smith aporta carisma, simpatía y su talento musical, superando con soltura el desafío de ponerse en los zapatos que Robin Williams llevó en la original.
La música es una maravilla. No faltan el clásico «A whole new world», pero también se suman canciones como «Speechless», a cargo de una Jazmín empoderada y llena de agallas. ¿Saldrá nominación al Óscar para esta canción? Debería.
En lo visual, la película tampoco falla, destacando los impecables trajes a puro color de todo el elenco y los atinados efectos especiales.
«Aladdin» es un espectáculo maravilloso a todo lujo. Es aire fresco, para volver a casa feliz y renovado, porque si salís del cine cantando, algo funcionó muy bien. Imperdible.
Puntaje: 9/10
Duración: 128 minutos
País: Estados Unidos
Año: 2019