Del viejo cuento de Aladino existen decenas de versiones cinematográficas, incluso indias, y una italiana con Bud Spencer como un genio grandote y resoplón. La primera, de sólo 5 minutos, la hizo en 1899 el inglés George A. Smith, en Brighton. La última, esta que vemos de extensos 128, la hizo otro inglés, Guy Ritchie, pero en Hollywood, Reino Unido y Jordania. Este Ritchie es el que empezó filmando “Juegos, trampas y dos armas humeantes” y “Cerdos y diamantes”. Derivó luego a unas flojas pero vistosas revisiones de Sherlock Holmes, el agente de Cipol y el rey Arturo, y ahora con esta película se aseguró la vejez sin necesidad de frotar mucho la lámpara ni exprimirse el marote.
Lo suyo es una remake con seres humanos del exitoso dibujo de Ron Clemens y John Musker. Bueno, con seres humanos, canciones de la anterior película y algunas nuevas, un despliegue enorme de escenografía, vestuario y efectos especiales, y un par de actualizaciones políticamente correctas para quedar bien con el público femenino y el mercado árabe. A señalar, de los humanos, el coguionista John August, la diseñadora de producción Gema Jackson, ganadora de un Emmy por “Juego de tronos”, el enorme y talentoso equipo de efectos digitales, una multitud de extras y bailarines, un carilindo que actúa bien y canta flojo, una bonita que canta bien y actúa flojo, y Will Smith que salva las papas. Para Latinoamérica lo dobla el mexicano Arturo Mercado Jr.