¡Larga vida al príncipe Ali Ababwa!
Desde que la casa del ratón comenzó a lanzar versiones live-action de sus clásicos animados, estas siempre fueron bien recibidas sin siquiera haber visto un adelanto y Aladdin (2019), sin duda alguna, fue la excepción a la regla. La película de Guy Ritchie fue la adaptación que más odio despertó en sus primeros avances y se convirtió en el blanco fácil de las redes sociales sufriendo todo tipo de críticas. Ya sea por su primer póster, sus personajes o su banda de sonido, nada ni nadie se salvó de las burlas y cabe aclarar que todavía faltaban meses para su estreno.
La nueva versión, basada en el largometraje animado de 1992, nos introduce en la historia casi de la misma manera que lo hacía la original. Al ritmo de “Arabian Nights” conocemos los escenarios donde se desarrollarán las aventuras del anti-héroe y ya desde el prólogo podemos reconocer que esta película está ubicada dentro de los remakes al estilo copy paste de la productora. Tal como pasó con La cenicienta (Cinderella, 2015) o la aclamada La Bella y la Bestia (The Beauty and The Beast, 2017), sufre pequeñas modificaciones, incluyendo dos nuevas canciones, pero fuera de esto, sigue los pasos exactos del film animado.
Toda la trama recae sobre un más que efectivo cast encabezado por Will Smith y Mena Massoud, pero quien más sobresale de todo el elenco es Naomi Scott en el rol de Jasmín. Nuestra princesa toma las riendas más de una vez y nos regala algunos de los momentos más destacables de la película. Quizás el punto más flojo sea el villano, acá sí estamos ante un problema, pero no tan grave como para opacar toda la magia que se vive a través de la pantalla. Marwan Kenzari, en el rol antagonista, no logra explotar el potencial que debería tener Jafar y si bien va creciendo al transcurrir la historia, nunca llega a despegar y convertirse en el poderoso hechicero que debía ser.
A pesar de esto, ¿es Aladdin la catástrofe que todos esperan? La respuesta es no. Aladdin tiene muchos puntos a favor que la convierten en una película disfrutable y transcurre de una manera tan dinámica que nos atrapa sin ningún esfuerzo. Desde sus paisajes épicos, con una estética diferente a lo que veníamos viendo en las últimas producciones de Disney, hasta sus grandiosos momentos musicales, Aladdin es un largometraje que entrega más de lo que promete y los contemporáneos a las aventuras del ladrón de corazón noble no debería dejarla pasar.