Partiendo de una familia comprendida por una pareja conformado por una italiana y un mexicano, muy distintos en carácter, quehaceres, obligaciones y forma de vida, ella vive en la ciudad, moderna y él es muy bohemio, pasando gran parte de su tiempo en altamar, viviendo de la pesca. El fruto de su amor, es un niño, que hoy tiene cinco años, quien viaja para permanecer con su padre por el cabo de unas semanas.
Las intancias que viven juntos, tres generaciones, abuelo-padre-hijo, son excepcionales, el género se entrecruza entre la ficción y el documental sin darnos cuenta, los paradisíacos lugares mostrados como así la falta de lujos, tener lo necesario y trabajar conjuntamente vinculandose, socializando y conociendose en un clan familiar abierto, invitan a repreguntarse la forma de vida individual del individuo.
El mayor logro del film es la apuesta a la sensitividad, y la importante transmisión hereditaria, el cuidado de un hijo, cuyo viaje termina a medida que nos vamos acercando al final de ésta magnifica experiencia.
Pedro Gonzalez-Rubio nos invitó a desconectarnos de las andanzas cotidianas de la ciudad, a observar que hay un tipo de vida mejor. Con valores, amor y responsabilidad, en una de las tantas variantes de conformación de una familia que puedan existir.