Un film mínimo, que se agranda en su modestia, y que explora tanto el mundo geográfico como la emocionalidad de los personajes: un chico pasa unos días en el Caribe con su padre mexicano, quien acaba de separarse de su mujer italiana. La madre es urbana, y de Roma, el padre es un pescador que vive en una cabaña sobre el mar, donde va el muchachito antes de instalarse en Italia. El hijo de pocos años vive una estadía que lo inicia en los secretos de la pesca en lancha, de la caza submarina, del buceo con snorkel, pasando del miedo inicial a la confianza que le dan un padre cálido y protector y un abuelo sabio.
Los tres hombres comparten la cotidianeidad de la vida en el mar sin presencias femeninas, excepto la de Blanquita, una garza bellísima casi domesticada. La película no se ata demasiado a ninguna de las categorías tradicionales -documental, ficción, película familiar- y respira libertad, espontaneidad, amor y belleza.