Alanis

Crítica de Matias Seoane - Alta Peli

Por un puñado de pesos.

Desde antes de llegar a la ciudad, ella no conoció otra vida. De hecho, había logrado cierto progreso e independencia compartiendo departamento con una colega y amiga que la ayuda cuidando a su pequeño hijo mientras trabaja. Pero la prostitución no está entre las ocupaciones mejor vistas por la municipalidad, y un operativo en el departamento la deja en la calle, sin dinero y con su amiga presa. Desesperada y sin más alternativa, acude a una pariente por la que no sobra el amor mutuo, que ablandada por el bebé acepta darle refugio hasta que logre rearmar su vida.

Pero Alanis no tiene interés en cambiar de camino como ella pretende, solo quiere un poco de paz hasta liberar a su amiga y recuperar su vida anterior.

Todo por un hijo:
La trama es tan simple y directa como suena. No pretende desviar la atención ni sorprender, porque le importa menos la historia que la forma de contarla, buscando que generemos empatía con sus personajes sin necesitar conocer cada detalle de su vida.

Para eso nos muestra su cotidianeidad -con sus desprolijidades y tiempos muertos- en una versión refinada de esa etapa más pretenciosa del cine nacional de hace una década, que se contentaba con mostrar la marginalidad como un paseo por el zoológico. Berneri evita abordar el tema desde sus extremos, por lo que su protagonista no vive la trata ni el glamour VIP de joyas y fiestas: es solo una joven al borde de la subsistencia, sin el tiempo ni los recursos como para replantearse hasta dónde las decisiones que toma son realmente libres, tocando tangencialmente el viejo debate de regulación contra abolición.

Todo el peso dramático recae sobre Sofía Gala Castiglione, pero aunque el protagónico está bien ejecutado y no se comparte, hay que decir que la siguiente generación ya le hace algo de sombra. Aunque apenas camina y balbucea algunas palabras, es muy llamativa la soltura y carisma del pequeño Dante, explotadas con habilidad por su madre en muchas escenas que se notan improvisadas.

La vida y la profesión de Alanis no es fácil ni elegante, algo que la directora muestra con crudeza a cada paso sin caer en la facilidad de juzgarla a ella o sus decisiones. Con ambientaciones y fotografía correctas que apuntan al realismo, el único lujo visual que se permite es cierto abuso de los reflejos: si bien contribuyen a crear un clima claustrofóbico, pierden fuerza en la repetición.

Con una mirada despojada es capaz de naturalizar el cuerpo desnudo y plantear la que debe ser una de las escenas de sexo más intencionalmente antieróticas del cine nacional, con la astucia de saber cortar la incomodidad con humor antes de que se vuelva insoportable, pero no tan temprano como para que pase de largo.

Conclusion:
Alanis es una historia cruda y algo incómoda que con buena narración e interpretaciones no pretende juzgar a sus personajes, sino exponer su realidad al borde de la marginalidad.