En una ciudad sin nombre donde todo lleva años desmoronándose lentamente, para sus habitantes ya no queda ni siquiera la esperanza y la mayoría sabe que lo único que tiene como futuro es la muerte. Hasta allí viajó Anna (Jazmín Diz), buscando a su hermano desaparecido entre las grietas de ese sistema colapsado. Y ella misma fue quedando enredada en la desesperanza reinante. Recién después de meses sobreviviendo recolectando cosas de la calle para vender, logró dar con su su única pista y contactar a Sam (Christopher Von Uckermann), un colega periodista de su hermano que también se suponía que lo estaba buscando, pero que al ver la realidad que lo esperaba en la decadente metrópolis se dedicó a recolectar todos los testimonios que pudiera de sus habitantes. Un esfuerzo tan enorme como fútil de intentar salvar del olvido algo de la cultura local, con la esperanza de que algún día logre recomponerse. Buscar Alta Peli CRÍTICASEl País de las Últimas Cosas (REVIEW) por Matías Seoane publicada el 16/02/2022 El país de las Últimas Cosas, diario de la desolación. Crítica a Continuación. En una ciudad sin nombre donde todo lleva años desmoronándose lentamente, para sus habitantes ya no queda ni siquiera la esperanza y la mayoría sabe que lo único que tiene como futuro es la muerte. Hasta allí viajó Anna (Jazmín Diz), buscando a su hermano desaparecido entre las grietas de ese sistema colapsado. Y ella misma fue quedando enredada en la desesperanza reinante. Recién después de meses sobreviviendo recolectando cosas de la calle para vender, logró dar con su su única pista y contactar a Sam (Christopher Von Uckermann), un colega periodista de su hermano que también se suponía que lo estaba buscando, pero que al ver la realidad que lo esperaba en la decadente metrópolis se dedicó a recolectar todos los testimonios que pudiera de sus habitantes. Un esfuerzo tan enorme como fútil de intentar salvar del olvido algo de la cultura local, con la esperanza de que algún día logre recomponerse. El País de las últimas Cosas, un presente continuo Tras un proceso de casi dos décadas, Alejandro Chomski (Dormir al sol, Maldito Seas Waterfall!) trae a la pantalla la adaptación de la novela El País de las Últimas Cosas (In the Country of Last Things) de Paul Auster, una propuesta atípica que lucha por narrar conceptos antes que acciones. No sabemos casi nada de la historia de esta tierra sin nombre donde se asienta El País de las Últimas Cosas. No importan los detalles de cómo llegó a este estado de desintegración, donde el único combustible capaz de producir la escasa energía disponible parece venir de los cadáveres de sus ciudadanos, incluyendo a algunos que comienzan a ver el buscar la muerte casi como un deber cívico. O al menos como la única forma de lograr que su paso por esa tierra sirva para algo. La desesperanza es infecciosa y se mete en las mentes de quienes viven en El País de las Últimas Cosas, aunque vinieran del exterior como Anna y Sam. No hay mucho para hacer quedándose ni es fácil irse, pero además ni siquiera parece que les quede voluntad como para intentarlo, como si olvidaran que fuera siquiera una opción. Buscar Alta Peli CRÍTICASEl País de las Últimas Cosas (REVIEW) por Matías Seoane publicada el 16/02/2022 El país de las Últimas Cosas, diario de la desolación. Crítica a Continuación. En una ciudad sin nombre donde todo lleva años desmoronándose lentamente, para sus habitantes ya no queda ni siquiera la esperanza y la mayoría sabe que lo único que tiene como futuro es la muerte. Hasta allí viajó Anna (Jazmín Diz), buscando a su hermano desaparecido entre las grietas de ese sistema colapsado. Y ella misma fue quedando enredada en la desesperanza reinante. Recién después de meses sobreviviendo recolectando cosas de la calle para vender, logró dar con su su única pista y contactar a Sam (Christopher Von Uckermann), un colega periodista de su hermano que también se suponía que lo estaba buscando, pero que al ver la realidad que lo esperaba en la decadente metrópolis se dedicó a recolectar todos los testimonios que pudiera de sus habitantes. Un esfuerzo tan enorme como fútil de intentar salvar del olvido algo de la cultura local, con la esperanza de que algún día logre recomponerse. El País de las últimas Cosas, un presente continuo Tras un proceso de casi dos décadas, Alejandro Chomski (Dormir al sol, Maldito Seas Waterfall!) trae a la pantalla la adaptación de la novela El País de las Últimas Cosas (In the Country of Last Things) de Paul Auster, una propuesta atípica que lucha por narrar conceptos antes que acciones. No sabemos casi nada de la historia de esta tierra sin nombre donde se asienta El País de las Últimas Cosas. No importan los detalles de cómo llegó a este estado de desintegración, donde el único combustible capaz de producir la escasa energía disponible parece venir de los cadáveres de sus ciudadanos, incluyendo a algunos que comienzan a ver el buscar la muerte casi como un deber cívico. O al menos como la única forma de lograr que su paso por esa tierra sirva para algo. La desesperanza es infecciosa y se mete en las mentes de quienes viven en El País de las Últimas Cosas, aunque vinieran del exterior como Anna y Sam. No hay mucho para hacer quedándose ni es fácil irse, pero además ni siquiera parece que les quede voluntad como para intentarlo, como si olvidaran que fuera siquiera una opción. Hay muchas ideas flotando en el aire de El País de las Últimas Cosas, entretejidas en el clima opresivo remarcado por la falta de color y algunos ambientes claustrofóbicos. Con bastante éxito, logra que se filtren fuera de la pantalla, aunque sin preocuparse demasiado por desarrollar una trama o a sus personajes, de los que sabremos apenas lo elemental y casi siempre porque alguien lo explica. Todo esto, combinado con interpretaciones poco lucidas ya sea por fallas en la interpretación o en su marcación actoral, los vuelve casi intercambiables o descartables, pues el punto de vista los trata con el mismo nivel de desapego que la población de El País de las Últimas Cosas trata a su existencia. No transmiten algún sentimiento a través de la pantalla, como si el ojo por el que espiamos se sintiera tan ajeno a todo que ni siquiera intenta fingir que le interesa lo que mira. Hay ideas interesantes que aparecen como flashes a lo largo de El País de las Últimas Cosas, especialmente desde el trabajo de fotografía y ambientación. Lamentablemente, y como no es raro que suceda con algunas adaptaciones literarias, esos destellos de creatividad en la propuesta visual no alcanzan para evitar que grandes pasajes de El País de las Últimas Cosas sean prácticamente un audiolibro, donde la voz de Anna se dedica a contarnos con detallados y desapasionados monólogos todo aquello que no puede mostrarnos con imágenes. Incluso lo hace con algunas cosas que estamos viendo o a punto de ver, porque una vez que se embarca en la lectura parece difícil abandonarla.
Un joven vigilante ha tomado la misión de limpiar las calles de Gotham, pero aunque tras dos años de actividad su presencia comienza a implantar el terror en los delincuentes comunes, el crimen no deja de aumentar. Falta poco para las elecciones. El alcalde, quien encabezó la cruzada judicial que terminó con el jefe de la mafia tras las rejas, pelea voto a voto una competencia por la reelección. Tal proyecto se ve violentamente truncado cuando un misterioso asesino serial lo ataca en su propia casa, dejando indicios en la escena del homicidio con los que pretende guiar a Batman (Robert Pattinson) hacia un oscuro secreto que vincula a las más altas esferas del poder con el crimen organizado. Mientras el Acertijo promete nuevas víctimas, sus pistas guían a Batman y a James Gordon (Jeffrey Wright) hasta un local nocturno regenteado por Oswald Cobblepot (Colin Farrell), reconocido como la mano derecha de Carmine Falcone (John Turturro), uno de los mayores mafiosos de la ciudad desde que Don Maroni cayó en desgracia. El sitio es el centro de toda la corrupción en Gotham, pero sus secretos están fuera del alcance de la ley. Buscar Alta Peli CRÍTICASBatman, de Matt Reeves (REVIEW) The Batman, el detective antes del héroe. por Matías Seoane publicada el 01/03/2022 Batman, una nueva cara para la venganza. Crítica sin spoilers. Un joven vigilante ha tomado la misión de limpiar las calles de Gotham, pero aunque tras dos años de actividad su presencia comienza a implantar el terror en los delincuentes comunes, el crimen no deja de aumentar. Falta poco para las elecciones. El alcalde, quien encabezó la cruzada judicial que terminó con el jefe de la mafia tras las rejas, pelea voto a voto una competencia por la reelección. Tal proyecto se ve violentamente truncado cuando un misterioso asesino serial lo ataca en su propia casa, dejando indicios en la escena del homicidio con los que pretende guiar a Batman (Robert Pattinson) hacia un oscuro secreto que vincula a las más altas esferas del poder con el crimen organizado. Mientras el Acertijo promete nuevas víctimas, sus pistas guían a Batman y a James Gordon (Jeffrey Wright) hasta un local nocturno regenteado por Oswald Cobblepot (Colin Farrell), reconocido como la mano derecha de Carmine Falcone (John Turturro), uno de los mayores mafiosos de la ciudad desde que Don Maroni cayó en desgracia. El sitio es el centro de toda la corrupción en Gotham, pero sus secretos están fuera del alcance de la ley. Solo la ayuda de Selina Kyle (Zoë Kravitz) le permitirá infiltrarse para conseguir las piezas que le faltan al rompecabezas, una alianza endeble que apenas seguirá en pie mientras ella consiga lo que busca a cambio. Un Batman nuevito, en más de un sentido Ya tuvimos unas cuantas adaptaciones a la pantalla del universo Batman, con distintos estilos y para gustos variados. En esta propuesta encabezada por Matt Reeves vemos a un Batman muy joven que no solo recién está buscando su camino, sino que además no cuenta con la mayoría de los recursos clásicos del personaje y hasta se da a entender que las finanzas de Bruce Wayne están en un estado bastante vulnerable, en parte justamente por la desatención que el joven heredero le viene dando a su trabajo diurno desde hace años. Buscar Alta Peli CRÍTICASBatman, de Matt Reeves (REVIEW) The Batman, el detective antes del héroe. por Matías Seoane publicada el 01/03/2022 Batman, una nueva cara para la venganza. Crítica sin spoilers. Un joven vigilante ha tomado la misión de limpiar las calles de Gotham, pero aunque tras dos años de actividad su presencia comienza a implantar el terror en los delincuentes comunes, el crimen no deja de aumentar. Falta poco para las elecciones. El alcalde, quien encabezó la cruzada judicial que terminó con el jefe de la mafia tras las rejas, pelea voto a voto una competencia por la reelección. Tal proyecto se ve violentamente truncado cuando un misterioso asesino serial lo ataca en su propia casa, dejando indicios en la escena del homicidio con los que pretende guiar a Batman (Robert Pattinson) hacia un oscuro secreto que vincula a las más altas esferas del poder con el crimen organizado. Mientras el Acertijo promete nuevas víctimas, sus pistas guían a Batman y a James Gordon (Jeffrey Wright) hasta un local nocturno regenteado por Oswald Cobblepot (Colin Farrell), reconocido como la mano derecha de Carmine Falcone (John Turturro), uno de los mayores mafiosos de la ciudad desde que Don Maroni cayó en desgracia. El sitio es el centro de toda la corrupción en Gotham, pero sus secretos están fuera del alcance de la ley. Solo la ayuda de Selina Kyle (Zoë Kravitz) le permitirá infiltrarse para conseguir las piezas que le faltan al rompecabezas, una alianza endeble que apenas seguirá en pie mientras ella consiga lo que busca a cambio. Un Batman nuevito, en más de un sentido Ya tuvimos unas cuantas adaptaciones a la pantalla del universo Batman, con distintos estilos y para gustos variados. En esta propuesta encabezada por Matt Reeves vemos a un Batman muy joven que no solo recién está buscando su camino, sino que además no cuenta con la mayoría de los recursos clásicos del personaje y hasta se da a entender que las finanzas de Bruce Wayne están en un estado bastante vulnerable, en parte justamente por la desatención que el joven heredero le viene dando a su trabajo diurno desde hace años. Sin el poder de una chequera ilimitada y de un arsenal de tecnología futurista, todo en esta versión parece pesado, sucio y ruidoso, con una búsqueda de realismo aún más extrema que la que supo encarar Christopher Nolan con su trilogía. Tanto el traje como su equipo está hecho en casa sin el apoyo de la famosa tecnología Wayne ni diseñado para el subterfugio de la Liga de las Sombras, algo mucho más acorde para acompañar a un hombre obsesionado con una misión autodestructiva de venganza que lleva años comiéndose su vida y su identidad. En el mundo Reeves, Bruce Wayne casi no existe y es apenas la máscara que Batman se pone cada tanto, cuando no es suficiente entrar caminando a una habitación y apalear a cada persona que siga en pie sin preocuparse demasiado por la propia seguridad. Cuando entra en combate, este Batman no es el fantasma que aterroriza sin ser visto; es un tanque alimentado a ira que recibe los golpes sobre su armadura hasta que puede acercarse lo suficiente a pegar las trompadas que hagan falta para noquear a su enemigo. Sin sutilezas ni teatralidad, impone el terror por peso y no por fantasía, dejando un tendal de huesos rotos a su paso. Este nuevo Batman es coherente con la Gotham en que habita, una ciudad igual de rústica y oscura donde la corrupción tiene sus tentáculos metidos por cada rincón desde hace décadas. Así le da contexto a esta historia mucho más cercana al thriller policial que a la habitual propuesta de acción y aventuras que suele ofrecer el género comiquero. Este protagonista está mucho más cerca del arquetipo del detective solitario y violento al que no le importa romper algunas reglas con tal de castigar a un criminal, un costado clásico del personaje que en general no fue muy explorado en la mayoría de las adaptaciones a la pantalla. Buscar Alta Peli CRÍTICASBatman, de Matt Reeves (REVIEW) The Batman, el detective antes del héroe. por Matías Seoane publicada el 01/03/2022 Batman, una nueva cara para la venganza. Crítica sin spoilers. Un joven vigilante ha tomado la misión de limpiar las calles de Gotham, pero aunque tras dos años de actividad su presencia comienza a implantar el terror en los delincuentes comunes, el crimen no deja de aumentar. Falta poco para las elecciones. El alcalde, quien encabezó la cruzada judicial que terminó con el jefe de la mafia tras las rejas, pelea voto a voto una competencia por la reelección. Tal proyecto se ve violentamente truncado cuando un misterioso asesino serial lo ataca en su propia casa, dejando indicios en la escena del homicidio con los que pretende guiar a Batman (Robert Pattinson) hacia un oscuro secreto que vincula a las más altas esferas del poder con el crimen organizado. Mientras el Acertijo promete nuevas víctimas, sus pistas guían a Batman y a James Gordon (Jeffrey Wright) hasta un local nocturno regenteado por Oswald Cobblepot (Colin Farrell), reconocido como la mano derecha de Carmine Falcone (John Turturro), uno de los mayores mafiosos de la ciudad desde que Don Maroni cayó en desgracia. El sitio es el centro de toda la corrupción en Gotham, pero sus secretos están fuera del alcance de la ley. Solo la ayuda de Selina Kyle (Zoë Kravitz) le permitirá infiltrarse para conseguir las piezas que le faltan al rompecabezas, una alianza endeble que apenas seguirá en pie mientras ella consiga lo que busca a cambio. Un Batman nuevito, en más de un sentido Ya tuvimos unas cuantas adaptaciones a la pantalla del universo Batman, con distintos estilos y para gustos variados. En esta propuesta encabezada por Matt Reeves vemos a un Batman muy joven que no solo recién está buscando su camino, sino que además no cuenta con la mayoría de los recursos clásicos del personaje y hasta se da a entender que las finanzas de Bruce Wayne están en un estado bastante vulnerable, en parte justamente por la desatención que el joven heredero le viene dando a su trabajo diurno desde hace años. Sin el poder de una chequera ilimitada y de un arsenal de tecnología futurista, todo en esta versión parece pesado, sucio y ruidoso, con una búsqueda de realismo aún más extrema que la que supo encarar Christopher Nolan con su trilogía. Tanto el traje como su equipo está hecho en casa sin el apoyo de la famosa tecnología Wayne ni diseñado para el subterfugio de la Liga de las Sombras, algo mucho más acorde para acompañar a un hombre obsesionado con una misión autodestructiva de venganza que lleva años comiéndose su vida y su identidad. En el mundo Reeves, Bruce Wayne casi no existe y es apenas la máscara que Batman se pone cada tanto, cuando no es suficiente entrar caminando a una habitación y apalear a cada persona que siga en pie sin preocuparse demasiado por la propia seguridad. Cuando entra en combate, este Batman no es el fantasma que aterroriza sin ser visto; es un tanque alimentado a ira que recibe los golpes sobre su armadura hasta que puede acercarse lo suficiente a pegar las trompadas que hagan falta para noquear a su enemigo. Sin sutilezas ni teatralidad, impone el terror por peso y no por fantasía, dejando un tendal de huesos rotos a su paso. Este nuevo Batman es coherente con la Gotham en que habita, una ciudad igual de rústica y oscura donde la corrupción tiene sus tentáculos metidos por cada rincón desde hace décadas. Así le da contexto a esta historia mucho más cercana al thriller policial que a la habitual propuesta de acción y aventuras que suele ofrecer el género comiquero. Este protagonista está mucho más cerca del arquetipo del detective solitario y violento al que no le importa romper algunas reglas con tal de castigar a un criminal, un costado clásico del personaje que en general no fue muy explorado en la mayoría de las adaptaciones a la pantalla. Todo ello se apoya sobre una propuesta estética que además ser acorde con el concepto del personaje y su mundo también se esfuerza por sentirse tangible, con peso. O al menos intenta no dejar la sensación de que los actores pasan la mayor parte del tiempo hablándole al aire frente a un telón verde. Battinson Si hay algo que captó la atención desde antes del estreno es el elenco multiestelar con el que cuenta The Batman. Algunas elecciones funcionan mejor que otras o tienen mayores oportunidades para lucirse, pero ninguna es fallida. Robert Pattinson tiene el gran desafío de protagonizar gran parte de la película con media cara escondida y con muy pocas líneas de diálogo, pero se las ingenia para interpretar a un hombre profundamente dañado, casi una cáscara de ser humano que no puede confiar en nadie y no tiene muchos motivos reales para vivir. Es un personaje de poco carisma y eso sin dudas le juega en contra, pero es un rasgo que parece ser por diseño y no por falla de su interpretación. Mejores chances de mostrar su carisma y talento se le ofrecen a Turturro, Farrell y, en especial, a Zoë Kravitz, quien no desperdicia ni uno de los minutos que pasa en pantalla como una antiheroína balanceada y por momentos más interesante que el propio protagonista. Buscar Alta Peli CRÍTICASBatman, de Matt Reeves (REVIEW) The Batman, el detective antes del héroe. por Matías Seoane publicada el 01/03/2022 Batman, una nueva cara para la venganza. Crítica sin spoilers. Un joven vigilante ha tomado la misión de limpiar las calles de Gotham, pero aunque tras dos años de actividad su presencia comienza a implantar el terror en los delincuentes comunes, el crimen no deja de aumentar. Falta poco para las elecciones. El alcalde, quien encabezó la cruzada judicial que terminó con el jefe de la mafia tras las rejas, pelea voto a voto una competencia por la reelección. Tal proyecto se ve violentamente truncado cuando un misterioso asesino serial lo ataca en su propia casa, dejando indicios en la escena del homicidio con los que pretende guiar a Batman (Robert Pattinson) hacia un oscuro secreto que vincula a las más altas esferas del poder con el crimen organizado. Mientras el Acertijo promete nuevas víctimas, sus pistas guían a Batman y a James Gordon (Jeffrey Wright) hasta un local nocturno regenteado por Oswald Cobblepot (Colin Farrell), reconocido como la mano derecha de Carmine Falcone (John Turturro), uno de los mayores mafiosos de la ciudad desde que Don Maroni cayó en desgracia. El sitio es el centro de toda la corrupción en Gotham, pero sus secretos están fuera del alcance de la ley. Solo la ayuda de Selina Kyle (Zoë Kravitz) le permitirá infiltrarse para conseguir las piezas que le faltan al rompecabezas, una alianza endeble que apenas seguirá en pie mientras ella consiga lo que busca a cambio. Un Batman nuevito, en más de un sentido Ya tuvimos unas cuantas adaptaciones a la pantalla del universo Batman, con distintos estilos y para gustos variados. En esta propuesta encabezada por Matt Reeves vemos a un Batman muy joven que no solo recién está buscando su camino, sino que además no cuenta con la mayoría de los recursos clásicos del personaje y hasta se da a entender que las finanzas de Bruce Wayne están en un estado bastante vulnerable, en parte justamente por la desatención que el joven heredero le viene dando a su trabajo diurno desde hace años. Sin el poder de una chequera ilimitada y de un arsenal de tecnología futurista, todo en esta versión parece pesado, sucio y ruidoso, con una búsqueda de realismo aún más extrema que la que supo encarar Christopher Nolan con su trilogía. Tanto el traje como su equipo está hecho en casa sin el apoyo de la famosa tecnología Wayne ni diseñado para el subterfugio de la Liga de las Sombras, algo mucho más acorde para acompañar a un hombre obsesionado con una misión autodestructiva de venganza que lleva años comiéndose su vida y su identidad. En el mundo Reeves, Bruce Wayne casi no existe y es apenas la máscara que Batman se pone cada tanto, cuando no es suficiente entrar caminando a una habitación y apalear a cada persona que siga en pie sin preocuparse demasiado por la propia seguridad. Cuando entra en combate, este Batman no es el fantasma que aterroriza sin ser visto; es un tanque alimentado a ira que recibe los golpes sobre su armadura hasta que puede acercarse lo suficiente a pegar las trompadas que hagan falta para noquear a su enemigo. Sin sutilezas ni teatralidad, impone el terror por peso y no por fantasía, dejando un tendal de huesos rotos a su paso. Este nuevo Batman es coherente con la Gotham en que habita, una ciudad igual de rústica y oscura donde la corrupción tiene sus tentáculos metidos por cada rincón desde hace décadas. Así le da contexto a esta historia mucho más cercana al thriller policial que a la habitual propuesta de acción y aventuras que suele ofrecer el género comiquero. Este protagonista está mucho más cerca del arquetipo del detective solitario y violento al que no le importa romper algunas reglas con tal de castigar a un criminal, un costado clásico del personaje que en general no fue muy explorado en la mayoría de las adaptaciones a la pantalla. Todo ello se apoya sobre una propuesta estética que además ser acorde con el concepto del personaje y su mundo también se esfuerza por sentirse tangible, con peso. O al menos intenta no dejar la sensación de que los actores pasan la mayor parte del tiempo hablándole al aire frente a un telón verde. Battinson Si hay algo que captó la atención desde antes del estreno es el elenco multiestelar con el que cuenta The Batman. Algunas elecciones funcionan mejor que otras o tienen mayores oportunidades para lucirse, pero ninguna es fallida. Robert Pattinson tiene el gran desafío de protagonizar gran parte de la película con media cara escondida y con muy pocas líneas de diálogo, pero se las ingenia para interpretar a un hombre profundamente dañado, casi una cáscara de ser humano que no puede confiar en nadie y no tiene muchos motivos reales para vivir. Es un personaje de poco carisma y eso sin dudas le juega en contra, pero es un rasgo que parece ser por diseño y no por falla de su interpretación. Mejores chances de mostrar su carisma y talento se le ofrecen a Turturro, Farrell y, en especial, a Zoë Kravitz, quien no desperdicia ni uno de los minutos que pasa en pantalla como una antiheroína balanceada y por momentos más interesante que el propio protagonista. Esto lleva a uno de los puntos más flojos de Batman, porque esa abundancia excesiva de hilos y personajes secundarios perjudica el ritmo del segundo acto de la película, estirando de más algo que podría haberse resuelto con mejor síntesis. El principal ejemplo de esto es la inclusión forzada de El Pingüino en un rol apenas secundario y redundante que, aunque ofrece varios momentos destacables, es evidente que solo está allí para disparar la serie spin-off que lo tendrá como protagonista y no porque aporte algo necesario a la trama del film. No es lo único que suma a esa sensación general de que todo dura algunos minutos más de lo que era realmente necesario, pero es sin duda lo más llamativo. The Batman no es divertida ni pretende serlo, lo que es probable que le resulte en críticas de una parte del público que en todo su derecho llegue buscando otra cosa. Es una propuesta ambiciosa que pretende distanciarse del estándar actual de un género que hace tiempo parece seguir una misma fórmula sin cuestionarla mucho. Aunque varias de las decisiones dan buen resultado, es esa misma ambición un tanto desmedida lo que le juega en contra a la hora de lograr una síntesis potente que transmita la convicción de que a la película no le sobra nada.
Huérfano desde niño y abandonado por su hermano Sam, Nathan Drake (Tom Holland) tuvo que aprender a sobrevivir por sus propios medios desde muy temprana edad. Hoy, aunque es un gran interesado por la historia, paga las cuentas atendiendo la barra de un bar. Y también de vez en cuando robándole a algunos clientes con gran destreza. Es allí donde se acerca a él Victor “Sully” Sullivan (Mark Wahlberg) prometiendo riquezas y aventura, pero por sobre todo noticias sobre el destino de Sam, quien lleva dos años desaparecido. Según Sully, el hermano de Nathan se encontraba tras la pista de un antiguo tesoro español perdido y está convencido de que si descifran el misterio eventualmente llegarán también a saber qué fue de él. La primera parte del plan de Sully implica apropiarse de una cruz de oro de la época de Magallanes que está por ser subastada y por la que Santiago Moncada (Antonio Banderas), descendiente de los financistas del viaje de Magallanes, está dispuesto a pagar lo que sea. Considera al tesoro perdido su derecho de nacimiento y cuenta con un ejército al mando de la mercenaria Braddock (Tati Gabrielle) preparado para encontrarlo. Buscar Alta Peli CRÍTICASUncharted: Fuera del Mapa (REVIEW) Nathan Drake cambia de pantalla. por Matías Seoane publicada el 17/02/2022 Uncharted: Fuera del Mapa, otro videojuego llega a la pantalla grande para seguir exprimiendo la franquicia. Crítica, a continuación. Huérfano desde niño y abandonado por su hermano Sam, Nathan Drake (Tom Holland) tuvo que aprender a sobrevivir por sus propios medios desde muy temprana edad. Hoy, aunque es un gran interesado por la historia, paga las cuentas atendiendo la barra de un bar. Y también de vez en cuando robándole a algunos clientes con gran destreza. Es allí donde se acerca a él Victor “Sully” Sullivan (Mark Wahlberg) prometiendo riquezas y aventura, pero por sobre todo noticias sobre el destino de Sam, quien lleva dos años desaparecido. Según Sully, el hermano de Nathan se encontraba tras la pista de un antiguo tesoro español perdido y está convencido de que si descifran el misterio eventualmente llegarán también a saber qué fue de él. La primera parte del plan de Sully implica apropiarse de una cruz de oro de la época de Magallanes que está por ser subastada y por la que Santiago Moncada (Antonio Banderas), descendiente de los financistas del viaje de Magallanes, está dispuesto a pagar lo que sea. Considera al tesoro perdido su derecho de nacimiento y cuenta con un ejército al mando de la mercenaria Braddock (Tati Gabrielle) preparado para encontrarlo. Uncharted: Fuera del Mapa pero dentro de lo esperable Hace un tiempo que la maldición de las adaptaciones de videojuegos está claramente rota y ya no son una garantía de fracaso vergonzante, pero aunque hubo algunas bastante decentes la mayoría todavía tiene muchas dificultades para proponer algo que las distinga como películas con peso propio. Es en este grupo donde cae Uncharted: Fuera del Mapa, que aprovecha al actor joven de moda (correte, Timoteo) para ponerlo a hacer lo que todo el mundo espera que haga: piruetas y chistes cancheros. Al lado tiene a otro ladrón igual de carismático, y enfrente a un par de cartones pintados que representan arquetipos de villanos como para hacerles algo de contrapeso, aunque sumando a todos ellos no llegan a construir una sola personalidad. Buscar Alta Peli CRÍTICASUncharted: Fuera del Mapa (REVIEW) Nathan Drake cambia de pantalla. por Matías Seoane publicada el 17/02/2022 Uncharted: Fuera del Mapa, otro videojuego llega a la pantalla grande para seguir exprimiendo la franquicia. Crítica, a continuación. Huérfano desde niño y abandonado por su hermano Sam, Nathan Drake (Tom Holland) tuvo que aprender a sobrevivir por sus propios medios desde muy temprana edad. Hoy, aunque es un gran interesado por la historia, paga las cuentas atendiendo la barra de un bar. Y también de vez en cuando robándole a algunos clientes con gran destreza. Es allí donde se acerca a él Victor “Sully” Sullivan (Mark Wahlberg) prometiendo riquezas y aventura, pero por sobre todo noticias sobre el destino de Sam, quien lleva dos años desaparecido. Según Sully, el hermano de Nathan se encontraba tras la pista de un antiguo tesoro español perdido y está convencido de que si descifran el misterio eventualmente llegarán también a saber qué fue de él. La primera parte del plan de Sully implica apropiarse de una cruz de oro de la época de Magallanes que está por ser subastada y por la que Santiago Moncada (Antonio Banderas), descendiente de los financistas del viaje de Magallanes, está dispuesto a pagar lo que sea. Considera al tesoro perdido su derecho de nacimiento y cuenta con un ejército al mando de la mercenaria Braddock (Tati Gabrielle) preparado para encontrarlo. Uncharted: Fuera del Mapa pero dentro de lo esperable Hace un tiempo que la maldición de las adaptaciones de videojuegos está claramente rota y ya no son una garantía de fracaso vergonzante, pero aunque hubo algunas bastante decentes la mayoría todavía tiene muchas dificultades para proponer algo que las distinga como películas con peso propio. Es en este grupo donde cae Uncharted: Fuera del Mapa, que aprovecha al actor joven de moda (correte, Timoteo) para ponerlo a hacer lo que todo el mundo espera que haga: piruetas y chistes cancheros. Al lado tiene a otro ladrón igual de carismático, y enfrente a un par de cartones pintados que representan arquetipos de villanos como para hacerles algo de contrapeso, aunque sumando a todos ellos no llegan a construir una sola personalidad. Todas las películas basadas en productos de otros formatos enfrentan el mismo desafío: contentar a los fans anteriores al mismo tiempo que atraer un público nuevo que no reconozca nada de lo que está viendo. Con sus referencias y guiños a los videojuegos de la franquicia que contentan a quien las descubre sin dejar afuera al que no, Uncharted: Fuera del Mapa es lo suficientemente simple y directa como para no requerir ningún conocimiento previo para entenderla. Ese fue quizás uno de los mayores problemas que tuvieron otras como Assassins Creed para poder arrancar con mejor pie y convertirse en franquicia, algo que en este caso parece ser una probabilidad más promisoria y dando margen para resolver algunas de las falencias actuales durante futuras secuelas. Buscar Alta Peli CRÍTICASUncharted: Fuera del Mapa (REVIEW) Nathan Drake cambia de pantalla. por Matías Seoane publicada el 17/02/2022 Uncharted: Fuera del Mapa, otro videojuego llega a la pantalla grande para seguir exprimiendo la franquicia. Crítica, a continuación. Huérfano desde niño y abandonado por su hermano Sam, Nathan Drake (Tom Holland) tuvo que aprender a sobrevivir por sus propios medios desde muy temprana edad. Hoy, aunque es un gran interesado por la historia, paga las cuentas atendiendo la barra de un bar. Y también de vez en cuando robándole a algunos clientes con gran destreza. Es allí donde se acerca a él Victor “Sully” Sullivan (Mark Wahlberg) prometiendo riquezas y aventura, pero por sobre todo noticias sobre el destino de Sam, quien lleva dos años desaparecido. Según Sully, el hermano de Nathan se encontraba tras la pista de un antiguo tesoro español perdido y está convencido de que si descifran el misterio eventualmente llegarán también a saber qué fue de él. La primera parte del plan de Sully implica apropiarse de una cruz de oro de la época de Magallanes que está por ser subastada y por la que Santiago Moncada (Antonio Banderas), descendiente de los financistas del viaje de Magallanes, está dispuesto a pagar lo que sea. Considera al tesoro perdido su derecho de nacimiento y cuenta con un ejército al mando de la mercenaria Braddock (Tati Gabrielle) preparado para encontrarlo. Uncharted: Fuera del Mapa pero dentro de lo esperable Hace un tiempo que la maldición de las adaptaciones de videojuegos está claramente rota y ya no son una garantía de fracaso vergonzante, pero aunque hubo algunas bastante decentes la mayoría todavía tiene muchas dificultades para proponer algo que las distinga como películas con peso propio. Es en este grupo donde cae Uncharted: Fuera del Mapa, que aprovecha al actor joven de moda (correte, Timoteo) para ponerlo a hacer lo que todo el mundo espera que haga: piruetas y chistes cancheros. Al lado tiene a otro ladrón igual de carismático, y enfrente a un par de cartones pintados que representan arquetipos de villanos como para hacerles algo de contrapeso, aunque sumando a todos ellos no llegan a construir una sola personalidad. Todas las películas basadas en productos de otros formatos enfrentan el mismo desafío: contentar a los fans anteriores al mismo tiempo que atraer un público nuevo que no reconozca nada de lo que está viendo. Con sus referencias y guiños a los videojuegos de la franquicia que contentan a quien las descubre sin dejar afuera al que no, Uncharted: Fuera del Mapa es lo suficientemente simple y directa como para no requerir ningún conocimiento previo para entenderla. Ese fue quizás uno de los mayores problemas que tuvieron otras como Assassins Creed para poder arrancar con mejor pie y convertirse en franquicia, algo que en este caso parece ser una probabilidad más promisoria y dando margen para resolver algunas de las falencias actuales durante futuras secuelas. Seguramente nadie le va a pedir mucho más a Uncharted: Fuera del Mapa que escenas de acción entretenidas que vayan arrastrando a sus protagonistas de un lado a otro sin gran esfuerzo; y eso es justamente lo que van a recibir. No hay engaño ni decepción posible. Tampoco hay mucho guion, desarrollo de personaje ni sentido en la mayoría de las cosas que suceden a lo largo de la trama, pero si no se lo exigieron a las primeras Tomb Raider sería injusto que se lo pidan a Uncharted: Fuera del Mapa. Por más que compararla con una película de hace veinte años (y además con esas películas) tampoco sea un gran elogio.
El legendario inspector Hércules Poirot (Kenneth Branagh) decide tomarse un descanso en soledad frente a la legendaria pirámide de Giza, pero un fortuito encuentro con su amigo Bouc (Tom Bateman) acaba con sus planes de soledad. Presionado por Bouc, Poirot asiste a la boda de la millonaria Linnet Ridgeway (Gal Gadot) y Simon Doyle (Armie Hammer), un festejo que es interrumpido por la presencia de la ex-prometida de Simon y amiga de Linnet, Jacqueline de Bellefort (Emma Mackey). Aún amargada por la doble traición recibida, Jacqueline lleva varios meses siguiéndolos y dejándose ver para recordarles el daño que le han hecho. Aunque aún no ha tomado ninguna acción directa, el matrimonio teme que la situación se agrave en cualquier momento. Para escapar de su presencia, contratan un crucero por el Nilo para llevar a un puñado de invitados selectos y completar los festejos de la boda, sumando a Poirot para mayor tranquilidad. Pero como cada vez que el famoso detective belga queda confinado en un lugar con un grupo reducido de personas, ocurre un asesinato donde casi todo el mundo parece tener motivaciones. Buscar Alta Peli CRÍTICASMuerte en el Nilo (REVIEW) Un nuevo caso lleva a Hércules Poirot a Egipto. por Matías Seoane publicada el 13/02/2022 Muerte en el Nilo, remake y secuela de un clásico de Agatha Christie que se toma algunas libertades. Crítica, a Continuación. El legendario inspector Hércules Poirot (Kenneth Branagh) decide tomarse un descanso en soledad frente a la legendaria pirámide de Giza, pero un fortuito encuentro con su amigo Bouc (Tom Bateman) acaba con sus planes de soledad. Presionado por Bouc, Poirot asiste a la boda de la millonaria Linnet Ridgeway (Gal Gadot) y Simon Doyle (Armie Hammer), un festejo que es interrumpido por la presencia de la ex-prometida de Simon y amiga de Linnet, Jacqueline de Bellefort (Emma Mackey). Aún amargada por la doble traición recibida, Jacqueline lleva varios meses siguiéndolos y dejándose ver para recordarles el daño que le han hecho. Aunque aún no ha tomado ninguna acción directa, el matrimonio teme que la situación se agrave en cualquier momento. Para escapar de su presencia, contratan un crucero por el Nilo para llevar a un puñado de invitados selectos y completar los festejos de la boda, sumando a Poirot para mayor tranquilidad. Pero como cada vez que el famoso detective belga queda confinado en un lugar con un grupo reducido de personas, ocurre un asesinato donde casi todo el mundo parece tener motivaciones. Muerte en el Nilo. O en el tren. O la cena. El género del Whodunit tuvo su apogeo hace un siglo y también su rápido agotamiento después de unos pocos años en los que autores como Agatha Christie o Chesterton lo exprimieron a más no poder, dejando una huella tan profunda que pocos autores contemporáneos se atreven a innovar y prefieren volver a contar variantes de las mismas historias. Es lo que hizo Kenneth Branagh con la remake de Asesinato en el Expreso de Oriente y ahora con Muerte en el Nilo, dos películas con las que vuelve a traer a la pantalla para el gran público al mítico Hércules Poirot, sosteniendo el espíritu general pero con algunos ajustes que lo alejan de ser una adaptación literal. Se supone que una de las características de todas las novelas de detectives es que quien lee la historia pueda ir descubriendo las pistas que finalmente resolverán el misterio; pero también es cierto que más de una vez, para sostener la alardeada excepcionalidad del protagonista, esas pistas están tan enterradas que prácticamente solo existen en la mente del detective que las revela al momento de ponerle los grilletes al asesino. Muerte en el Nilo no se salva de esa acusación, pero no es algo demasiado relevante porque después de todo la resolución del misterio es conocida hace tanto tiempo que no puede ser el centro de la narración. Buscar Alta Peli CRÍTICASMuerte en el Nilo (REVIEW) Un nuevo caso lleva a Hércules Poirot a Egipto. por Matías Seoane publicada el 13/02/2022 Muerte en el Nilo, remake y secuela de un clásico de Agatha Christie que se toma algunas libertades. Crítica, a Continuación. El legendario inspector Hércules Poirot (Kenneth Branagh) decide tomarse un descanso en soledad frente a la legendaria pirámide de Giza, pero un fortuito encuentro con su amigo Bouc (Tom Bateman) acaba con sus planes de soledad. Presionado por Bouc, Poirot asiste a la boda de la millonaria Linnet Ridgeway (Gal Gadot) y Simon Doyle (Armie Hammer), un festejo que es interrumpido por la presencia de la ex-prometida de Simon y amiga de Linnet, Jacqueline de Bellefort (Emma Mackey). Aún amargada por la doble traición recibida, Jacqueline lleva varios meses siguiéndolos y dejándose ver para recordarles el daño que le han hecho. Aunque aún no ha tomado ninguna acción directa, el matrimonio teme que la situación se agrave en cualquier momento. Para escapar de su presencia, contratan un crucero por el Nilo para llevar a un puñado de invitados selectos y completar los festejos de la boda, sumando a Poirot para mayor tranquilidad. Pero como cada vez que el famoso detective belga queda confinado en un lugar con un grupo reducido de personas, ocurre un asesinato donde casi todo el mundo parece tener motivaciones. Muerte en el Nilo. O en el tren. O la cena. El género del Whodunit tuvo su apogeo hace un siglo y también su rápido agotamiento después de unos pocos años en los que autores como Agatha Christie o Chesterton lo exprimieron a más no poder, dejando una huella tan profunda que pocos autores contemporáneos se atreven a innovar y prefieren volver a contar variantes de las mismas historias. Es lo que hizo Kenneth Branagh con la remake de Asesinato en el Expreso de Oriente y ahora con Muerte en el Nilo, dos películas con las que vuelve a traer a la pantalla para el gran público al mítico Hércules Poirot, sosteniendo el espíritu general pero con algunos ajustes que lo alejan de ser una adaptación literal. Se supone que una de las características de todas las novelas de detectives es que quien lee la historia pueda ir descubriendo las pistas que finalmente resolverán el misterio; pero también es cierto que más de una vez, para sostener la alardeada excepcionalidad del protagonista, esas pistas están tan enterradas que prácticamente solo existen en la mente del detective que las revela al momento de ponerle los grilletes al asesino. Muerte en el Nilo no se salva de esa acusación, pero no es algo demasiado relevante porque después de todo la resolución del misterio es conocida hace tanto tiempo que no puede ser el centro de la narración. Aunque hay excepciones que oscilan entre la chatura y un verosímil débil, en Muerte en el Nilo los personajes son mucho más interesantes y están mejor trabajados que en la película anterior; tanto la víctima como la mayoría de los sospechosos tienen facetas y se mueven en zonas grises. Incluso la sospechosa preferida recibe algo de empatía y es retratada como algo más que una villana desalmada que solo quiere ver sufrir a los recién casados, si hasta parece estar torturándose a sí misma al perseguirlos en su luna de miel. Esto resulta en que ir reconstruyendo sus historias y sus vínculos -todos conectados con la víctima y los motivos que podrían haber tenido para cometer el crimen- resulta más atractivo que saber realmente quién lo hizo en última instancia. Y en el contexto de Muerte en el Nilo parece un acierto más que un error. Buscar Alta Peli CRÍTICASMuerte en el Nilo (REVIEW) Un nuevo caso lleva a Hércules Poirot a Egipto. por Matías Seoane publicada el 13/02/2022 Muerte en el Nilo, remake y secuela de un clásico de Agatha Christie que se toma algunas libertades. Crítica, a Continuación. El legendario inspector Hércules Poirot (Kenneth Branagh) decide tomarse un descanso en soledad frente a la legendaria pirámide de Giza, pero un fortuito encuentro con su amigo Bouc (Tom Bateman) acaba con sus planes de soledad. Presionado por Bouc, Poirot asiste a la boda de la millonaria Linnet Ridgeway (Gal Gadot) y Simon Doyle (Armie Hammer), un festejo que es interrumpido por la presencia de la ex-prometida de Simon y amiga de Linnet, Jacqueline de Bellefort (Emma Mackey). Aún amargada por la doble traición recibida, Jacqueline lleva varios meses siguiéndolos y dejándose ver para recordarles el daño que le han hecho. Aunque aún no ha tomado ninguna acción directa, el matrimonio teme que la situación se agrave en cualquier momento. Para escapar de su presencia, contratan un crucero por el Nilo para llevar a un puñado de invitados selectos y completar los festejos de la boda, sumando a Poirot para mayor tranquilidad. Pero como cada vez que el famoso detective belga queda confinado en un lugar con un grupo reducido de personas, ocurre un asesinato donde casi todo el mundo parece tener motivaciones. Muerte en el Nilo. O en el tren. O la cena. El género del Whodunit tuvo su apogeo hace un siglo y también su rápido agotamiento después de unos pocos años en los que autores como Agatha Christie o Chesterton lo exprimieron a más no poder, dejando una huella tan profunda que pocos autores contemporáneos se atreven a innovar y prefieren volver a contar variantes de las mismas historias. Es lo que hizo Kenneth Branagh con la remake de Asesinato en el Expreso de Oriente y ahora con Muerte en el Nilo, dos películas con las que vuelve a traer a la pantalla para el gran público al mítico Hércules Poirot, sosteniendo el espíritu general pero con algunos ajustes que lo alejan de ser una adaptación literal. Se supone que una de las características de todas las novelas de detectives es que quien lee la historia pueda ir descubriendo las pistas que finalmente resolverán el misterio; pero también es cierto que más de una vez, para sostener la alardeada excepcionalidad del protagonista, esas pistas están tan enterradas que prácticamente solo existen en la mente del detective que las revela al momento de ponerle los grilletes al asesino. Muerte en el Nilo no se salva de esa acusación, pero no es algo demasiado relevante porque después de todo la resolución del misterio es conocida hace tanto tiempo que no puede ser el centro de la narración. Aunque hay excepciones que oscilan entre la chatura y un verosímil débil, en Muerte en el Nilo los personajes son mucho más interesantes y están mejor trabajados que en la película anterior; tanto la víctima como la mayoría de los sospechosos tienen facetas y se mueven en zonas grises. Incluso la sospechosa preferida recibe algo de empatía y es retratada como algo más que una villana desalmada que solo quiere ver sufrir a los recién casados, si hasta parece estar torturándose a sí misma al perseguirlos en su luna de miel. Esto resulta en que ir reconstruyendo sus historias y sus vínculos -todos conectados con la víctima y los motivos que podrían haber tenido para cometer el crimen- resulta más atractivo que saber realmente quién lo hizo en última instancia. Y en el contexto de Muerte en el Nilo parece un acierto más que un error. Tal como sucedía en la entrega anterior, es en la propuesta visual donde Muerte en el Nilo deja lugar a mayor crítica al proponer un estilo que corre en un borde difuso entre el realismo y una versión cercana a la ilustración, algo que no siempre resulta efectivo, especialmente en exteriores. Es evidente que la reconstrucción de época no pretende ser exacta, sino una versión estilizada que se toma todas las libertades que quiere para acompañar ese aire de irrealidad fundamental de este universo, donde parece que solo habita la alta sociedad y el resto de la humanidad es apenas parte del decorado de fondo. Para el ojo de la cámara, todo es tan pulcro, brillante y refinado como la mirada de sus protagonistas lo indica, lo que sería una decisión artística aceptable. El problema es cuando queda la sensación de que algo se ve de determinada manera por falencias de la realización antes que por intencionalidad real, lo cual sucede más de una vez en Muerte en el Nilo. Ello, junto a algunas actuaciones acartonadas, son los puntos más flojos de la película como conjunto.
Para dejar atrás su pasado, Stanton Carlisle (Bradley Cooper) se une a una feria ambulante donde le ofrecen monedas por hacer trabajos pesados. No tarda en demostrar que está para mucho más, y mientras aprende los trucos del oficio desarrolla un interés romántico por la joven Molly (Rooney Mara), a quien ayuda a mejorar su espectáculo. Bajo la mentoría de la vidente Zeena (Toni Collette) y de su esposo, Stan descubre que tiene talento para convertirse en mentalista y ve la oportunidad de ganar mucho dinero con eso. Es así como convence a Molly de marcharse con él a la ciudad para comenzar un espectáculo juntos, el cual les permita llevar un nivel de vida mucho más alto que el que la feria alguna vez podría darles. Pero la ambición de Stan lo empuja a desoír el principal consejo que le dieron sus maestros, el nunca olvidarse que todo es un espectáculo, cuando un hombre rico y poderoso lo toma por un medium real y le ofrece una pequeña fortuna por contactarlo con su hijo fallecido. Con la complicidad de la psiquiatra Lilith Ritter (Cate Blanchett), Stanton comienza un riesgoso plan para estafar gente rica, despojándose de la poca humanidad que le quedaba y, además, poniendo en riesgo su vida. Buscar Alta Peli CRÍTICASEl Callejón de las Almas Perdidas (REVIEW) por Matías Seoane publicada el 07/02/2022 El Callejón de las Almas Perdidas, el oscuro mundo del espectáculo. Crítica, a Continuación. Para dejar atrás su pasado, Stanton Carlisle (Bradley Cooper) se une a una feria ambulante donde le ofrecen monedas por hacer trabajos pesados. No tarda en demostrar que está para mucho más, y mientras aprende los trucos del oficio desarrolla un interés romántico por la joven Molly (Rooney Mara), a quien ayuda a mejorar su espectáculo. Bajo la mentoría de la vidente Zeena (Toni Collette) y de su esposo, Stan descubre que tiene talento para convertirse en mentalista y ve la oportunidad de ganar mucho dinero con eso. Es así como convence a Molly de marcharse con él a la ciudad para comenzar un espectáculo juntos, el cual les permita llevar un nivel de vida mucho más alto que el que la feria alguna vez podría darles. Pero la ambición de Stan lo empuja a desoír el principal consejo que le dieron sus maestros, el nunca olvidarse que todo es un espectáculo, cuando un hombre rico y poderoso lo toma por un medium real y le ofrece una pequeña fortuna por contactarlo con su hijo fallecido. Con la complicidad de la psiquiatra Lilith Ritter (Cate Blanchett), Stanton comienza un riesgoso plan para estafar gente rica, despojándose de la poca humanidad que le quedaba y, además, poniendo en riesgo su vida. El Callejón de las Almas Perdidas exige un fenómeno Aunque la historia que propone El Callejón de las Almas Perdidas es compleja y poblada de personajes, su director Guillermo del Toro (La Forma del Agua, Titanes del Pacífico) se apoya en la experiencia de una novela y una película que ya contaron esta misma historia, sin perder tiempo en largas presentaciones ni explicaciones. Durante unas pocas secuencias casi sin diálogos, ofrece toda la información inicial que hace falta para que la acción se ponga en movimiento de inmediato y no se detenga durante toda la película, más que para algunos momentos de respiro. Con una buena dosificación de drama y misterio, cada personaje secundario y sus respectivas subtramas aportan dándole cuerpo al mundo de El Callejón de las Almas Perdidas, sin distraer del foco de lo que se está narrando con información innecesaria. El ritmo ajustado, sin sentirse apresurado ni estirado en ningún momento, desarrolla el ascenso y la anunciada catástrofe a la que está destinado Stanton, al mismo tiempo que vamos descubriendo algunos detalles de su pasado que él tanto se esfuerza por esconder porque revelan su verdadera naturaleza. Buscar Alta Peli CRÍTICASEl Callejón de las Almas Perdidas (REVIEW) por Matías Seoane publicada el 07/02/2022 El Callejón de las Almas Perdidas, el oscuro mundo del espectáculo. Crítica, a Continuación. Para dejar atrás su pasado, Stanton Carlisle (Bradley Cooper) se une a una feria ambulante donde le ofrecen monedas por hacer trabajos pesados. No tarda en demostrar que está para mucho más, y mientras aprende los trucos del oficio desarrolla un interés romántico por la joven Molly (Rooney Mara), a quien ayuda a mejorar su espectáculo. Bajo la mentoría de la vidente Zeena (Toni Collette) y de su esposo, Stan descubre que tiene talento para convertirse en mentalista y ve la oportunidad de ganar mucho dinero con eso. Es así como convence a Molly de marcharse con él a la ciudad para comenzar un espectáculo juntos, el cual les permita llevar un nivel de vida mucho más alto que el que la feria alguna vez podría darles. Pero la ambición de Stan lo empuja a desoír el principal consejo que le dieron sus maestros, el nunca olvidarse que todo es un espectáculo, cuando un hombre rico y poderoso lo toma por un medium real y le ofrece una pequeña fortuna por contactarlo con su hijo fallecido. Con la complicidad de la psiquiatra Lilith Ritter (Cate Blanchett), Stanton comienza un riesgoso plan para estafar gente rica, despojándose de la poca humanidad que le quedaba y, además, poniendo en riesgo su vida. El Callejón de las Almas Perdidas exige un fenómeno Aunque la historia que propone El Callejón de las Almas Perdidas es compleja y poblada de personajes, su director Guillermo del Toro (La Forma del Agua, Titanes del Pacífico) se apoya en la experiencia de una novela y una película que ya contaron esta misma historia, sin perder tiempo en largas presentaciones ni explicaciones. Durante unas pocas secuencias casi sin diálogos, ofrece toda la información inicial que hace falta para que la acción se ponga en movimiento de inmediato y no se detenga durante toda la película, más que para algunos momentos de respiro. Con una buena dosificación de drama y misterio, cada personaje secundario y sus respectivas subtramas aportan dándole cuerpo al mundo de El Callejón de las Almas Perdidas, sin distraer del foco de lo que se está narrando con información innecesaria. El ritmo ajustado, sin sentirse apresurado ni estirado en ningún momento, desarrolla el ascenso y la anunciada catástrofe a la que está destinado Stanton, al mismo tiempo que vamos descubriendo algunos detalles de su pasado que él tanto se esfuerza por esconder porque revelan su verdadera naturaleza. En buena medida, todo esto es posible gracias a un gran elenco de secundarios que se esfuerzan por mostrar las facetas de sus personajes incluso cuando tienen poco tiempo de pantalla durante el cual lucirse, especialmente las magistrales apariciones de Willem Dafoe interpretando a uno de los seres más retorcidos y tenebrosos que tiene para ofrecer El Callejón de las Almas Perdidas. Para completar todo lo no dicho, cada detalle de la propuesta visual de Nightmare Alley, tal su título original, está afinada para representar un mundo donde conviven el gran lujo y la mayor decadencia con la misma sensación de irrealidad. No solo en los puestos de feria la línea entre realidad y ficción es difusa, pero de alguna forma es una mentira más honesta que en los hoteles de lujo donde Stanton se codea con la alta sociedad. Mientras que en la feria encuentra alguna voluntad de redimir sus pecados del pasado, es en la ciudad donde termina de sacrificar la humanidad que le queda y donde conoce monstruos tan despreciables como los que espantan al público por centavos en una carpa con piso de barro. Y El Callejón de las Almas Perdidas no esconde los detalles sino que los pone bajo el foco.
Mamá se fue de viaje… al otro barrio. Como creador y productor del programa de TV “Hoy se arregla el mundo”, David ‘El Griego’ Samarás (Leonardo Sbaraglia) es el clásico estereotipo de hombre semi exitoso y absorbido por su trabajo: maneja con los ojos cerrados la producción de su decadente programa, pero desconoce a qué grado o a qué escuela concurre su hijo Benito (Benjamín Otero). Hoy se arregla el mundo - Crítica hoy se arregla el mundo El Griego afirma que quiere a su hijo, pero no parece afectarle en lo más mínimo cuando Silvina (Natalia Oreiro) le informa que por una oferta laboral está considerando mudarse a España con el niño. Perpleja por la falta de reacción, Silvina le confiesa que en realidad Benito no es su hijo, pero muere antes de poder dar el nombre del verdadero padre biológico. El Griego recibe entonces lo que tanto necesita: una forma elegante de deshacerse del niño. Solo tiene que ayudarlo a descubrir quién es su verdadero padre para poder cederle la responsabilidad y volver a concentrarse en sí mismo, porque el rating del programa al que le dedicó los últimos años de su vida viene en picada y la amenaza de ser levantado del aire está cada vez más cerca. Hoy se arregla el mundo, un cameo a la vez Es probable que alcance con media hora de película, o incluso con leer la sinopsis, para tener una idea bastante acertada de todo lo que va a suceder a lo largo de Hoy se arregla el mundo. Es que ni la sorpresa ni la complejidad parecen ser obligatorias en el cine cuando hay suficientes rostros conocidos pasando frente a la cámara en alguna escena como para justificar poner sus nombres en el póster y el trailer. Si después son apenas cameos irrelevantes para la trama, su trabajo ya está hecho. Entonces, lo más interesante que tiene para ofrecer Hoy se arregla el mundo son un par de cruces con buena química entre Sbaraglia y Otero, quienes logran algunos momentos de ternura o hasta buen dramatismo a pesar de que los diálogos que les marca el guion se esfuercen por evitarlo. Queda a discusión si los comentarios que hacen algunos personajes de Hoy se arregla el mundo, sobre que los guionistas del programa de TV son cursis y repetitivos, en realidad son un pedido de auxilio bastante meta que busca atravesar la pantalla para despegarse del resultado o solo un accidente inesperado. hoy se arregla el mundo La relación entre los protagonistas avanza con la misma extrema linealidad que su misión. Y mientras visitan juntos a los potenciales padres biológicos del niño, van descubriendo la vida previa de Silvina, una que Benito no pudo conocer y que al Griego nunca le interesó. Con cada visita desarrollan un vínculo por ósmosis que se va fortaleciendo por el simple hecho de estar uno cerca del otro, mientras que la película hace malabares tirando cosas a su camino para que parezca que algo más está sucediendo, que algo de todo eso tiene sentido o que influye en la trama central de alguna forma que no sea apenas superficial. A la realización no le faltan recursos ni oficio, todo cumple con la prolijidad y vistosidad que se espera de un producto de industria de este tipo, al que nunca le falta público dispuesto a encontrarle el atractivo. Especialmente si les prometen ver en la pantalla grande a un par de sus actores y actrices preferidos componiendo algunas escenas emotivas o graciosas sueltas, las que se van amontonando una atrás de otra hasta llegar a un desenlace que los deje con una sonrisa. Si además ayuda a algún padre ausente a limpiar culpas por concentrarse en su actividad audiovisual antes que en la paternidad, en Hoy se arregla el mundo eso es un bonus. CONCLUSIÓN Lugares comunes, situaciones forzadas y algunos momentos de buena química entre sus protagonistas. Hoy se arregla el mundo ofrece lo poco que promete.
Décadas han pasado desde que Neo (Keanu Reeves) y Trinity (Carrie-Anne Moss) alcanzaron la ciudad de las máquinas para terminar la guerra, sacrificando sus vidas en el proceso. Nadie sabe realmente qué fue de ellos, pero el mundo cambió gracias a sus acciones y no han sido olvidados. Cuando Bugs (Jessica Henwick) descubre un sector escondido dentro de la Matrix que parece estar repitiendo en bucle uno de los eventos fundamentales de aquella leyenda, reconoce a sus protagonistas de inmediato y la historia que están reviviendo. Pero por sobre todo, reconoce los detalles que son diferentes a como se supone fueron en realidad; eso despierta la sospecha de que se trata de algo más que de un simple recuerdo. Pocos son los humanos que aún creen que Neo sigue rondando por la Matrix, pero Bugs es una de ellas y no duda en formar una alianza con Morfeo (Yahya Abdul-Mateen II) cuando demuestra tener información concreta sobre dónde encontrarlo: en Thomas Anderson, un exitoso programador de videojuegos que supo explotar sus serios problemas para distinguir realidad de ficción al crear una exitosa trilogía hace veinte años. Una trilogía a la que en este momento le están exigiendo una nueva secuela que no quiere hacer. Buscar Alta Peli CRÍTICASMatrix Resurrecciones (REVIEW) Veinte años después, Neo y Trinity se reencuentran. por Matías Seoane publicada el 21/12/2021 Matrix Resurrecciones, un regreso al código fuente. Crítica a Continuación. Décadas han pasado desde que Neo (Keanu Reeves) y Trinity (Carrie-Anne Moss) alcanzaron la ciudad de las máquinas para terminar la guerra, sacrificando sus vidas en el proceso. Nadie sabe realmente qué fue de ellos, pero el mundo cambió gracias a sus acciones y no han sido olvidados. Cuando Bugs (Jessica Henwick) descubre un sector escondido dentro de la Matrix que parece estar repitiendo en bucle uno de los eventos fundamentales de aquella leyenda, reconoce a sus protagonistas de inmediato y la historia que están reviviendo. Pero por sobre todo, reconoce los detalles que son diferentes a como se supone fueron en realidad; eso despierta la sospecha de que se trata de algo más que de un simple recuerdo. Pocos son los humanos que aún creen que Neo sigue rondando por la Matrix, pero Bugs es una de ellas y no duda en formar una alianza con Morfeo (Yahya Abdul-Mateen II) cuando demuestra tener información concreta sobre dónde encontrarlo: en Thomas Anderson, un exitoso programador de videojuegos que supo explotar sus serios problemas para distinguir realidad de ficción al crear una exitosa trilogía hace veinte años. Una trilogía a la que en este momento le están exigiendo una nueva secuela que no quiere hacer. Matrix Resurrecciones de franquicias ya cerradas Veinte años atrás, la trilogía que hoy retoma Matrix Resurrecciones marcó un hito de la ciencia ficción en el cine y dejó una huella en la cultura popular que es más recordada que las películas en sí. Por meses se debatió su contenido filosófico, por varios años muchas películas y videojuegos buscaron emular el estilo de sus escenas de acción y aún hoy se escriben artículos sobre cómo influenció el imaginario colectivo de principios de milenio. Todo daba para creer que era una historia cerrada sin nada nuevo que sumar, pero en tiempos de apostar a la seguridad de secuelas, remakes y nostalgia, apareció Matrix Resurrecciones prometiendo retomar donde se había quedado, con al menos una parte del elenco original para captar la atención de los fans. O al menos recordarles que hace 20 años les había gustado mucho una película. Buscar Alta Peli CRÍTICASMatrix Resurrecciones (REVIEW) Veinte años después, Neo y Trinity se reencuentran. por Matías Seoane publicada el 21/12/2021 Matrix Resurrecciones, un regreso al código fuente. Crítica a Continuación. Décadas han pasado desde que Neo (Keanu Reeves) y Trinity (Carrie-Anne Moss) alcanzaron la ciudad de las máquinas para terminar la guerra, sacrificando sus vidas en el proceso. Nadie sabe realmente qué fue de ellos, pero el mundo cambió gracias a sus acciones y no han sido olvidados. Cuando Bugs (Jessica Henwick) descubre un sector escondido dentro de la Matrix que parece estar repitiendo en bucle uno de los eventos fundamentales de aquella leyenda, reconoce a sus protagonistas de inmediato y la historia que están reviviendo. Pero por sobre todo, reconoce los detalles que son diferentes a como se supone fueron en realidad; eso despierta la sospecha de que se trata de algo más que de un simple recuerdo. Pocos son los humanos que aún creen que Neo sigue rondando por la Matrix, pero Bugs es una de ellas y no duda en formar una alianza con Morfeo (Yahya Abdul-Mateen II) cuando demuestra tener información concreta sobre dónde encontrarlo: en Thomas Anderson, un exitoso programador de videojuegos que supo explotar sus serios problemas para distinguir realidad de ficción al crear una exitosa trilogía hace veinte años. Una trilogía a la que en este momento le están exigiendo una nueva secuela que no quiere hacer. Matrix Resurrecciones de franquicias ya cerradas Veinte años atrás, la trilogía que hoy retoma Matrix Resurrecciones marcó un hito de la ciencia ficción en el cine y dejó una huella en la cultura popular que es más recordada que las películas en sí. Por meses se debatió su contenido filosófico, por varios años muchas películas y videojuegos buscaron emular el estilo de sus escenas de acción y aún hoy se escriben artículos sobre cómo influenció el imaginario colectivo de principios de milenio. Todo daba para creer que era una historia cerrada sin nada nuevo que sumar, pero en tiempos de apostar a la seguridad de secuelas, remakes y nostalgia, apareció Matrix Resurrecciones prometiendo retomar donde se había quedado, con al menos una parte del elenco original para captar la atención de los fans. O al menos recordarles que hace 20 años les había gustado mucho una película. Si, el bar se llama Simu-Latte. No pensemos demasiado en eso. Con mucha autoconciencia y un humor que estuvo tradicionalmente muy ausente en la franquicia, Matrix Resurrecciones dedica buena parte de su primera mitad a parodiar su propio regreso, mientras replantea las reglas de un universo que necesitaba algunas actualizaciones para mantenerse vigente. Reglas que han cambiado tanto dentro como fuera de la Matrix y que durante todo este inicio no tendremos del todo claro cómo ni por qué. Seguir a Thomas Anderson durante este redescubrimiento de lo que supo y olvidó, es lo más interesante que Matrix Resurrecciones tiene para ofrecer en esta vuelta más focalizada en Neo y su conflicto interno que en una guerra por la humanidad. Todo lo solemne y pretenciosamente profundo que supo ser Matrix es purgado en Matrix Resurrecciones, si hasta se burla sin disimulo del impacto cultural que supo tener y de las contradictorias interpretaciones que el público hizo de ella. Todo de una forma tan explícita que solo puede ser intencional. No es que no hay nada de subtexto detrás de la acción en Matrix Resurrecciones, pero las grandes preguntas existenciales dejaron su lugar a reflexiones más concretas y relacionadas al presente. O al menos, sobre cómo cambiaron algunas cosas desde que empezó la franquicia. Buscar Alta Peli CRÍTICASMatrix Resurrecciones (REVIEW) Veinte años después, Neo y Trinity se reencuentran. por Matías Seoane publicada el 21/12/2021 Matrix Resurrecciones, un regreso al código fuente. Crítica a Continuación. Décadas han pasado desde que Neo (Keanu Reeves) y Trinity (Carrie-Anne Moss) alcanzaron la ciudad de las máquinas para terminar la guerra, sacrificando sus vidas en el proceso. Nadie sabe realmente qué fue de ellos, pero el mundo cambió gracias a sus acciones y no han sido olvidados. Cuando Bugs (Jessica Henwick) descubre un sector escondido dentro de la Matrix que parece estar repitiendo en bucle uno de los eventos fundamentales de aquella leyenda, reconoce a sus protagonistas de inmediato y la historia que están reviviendo. Pero por sobre todo, reconoce los detalles que son diferentes a como se supone fueron en realidad; eso despierta la sospecha de que se trata de algo más que de un simple recuerdo. Pocos son los humanos que aún creen que Neo sigue rondando por la Matrix, pero Bugs es una de ellas y no duda en formar una alianza con Morfeo (Yahya Abdul-Mateen II) cuando demuestra tener información concreta sobre dónde encontrarlo: en Thomas Anderson, un exitoso programador de videojuegos que supo explotar sus serios problemas para distinguir realidad de ficción al crear una exitosa trilogía hace veinte años. Una trilogía a la que en este momento le están exigiendo una nueva secuela que no quiere hacer. Matrix Resurrecciones de franquicias ya cerradas Veinte años atrás, la trilogía que hoy retoma Matrix Resurrecciones marcó un hito de la ciencia ficción en el cine y dejó una huella en la cultura popular que es más recordada que las películas en sí. Por meses se debatió su contenido filosófico, por varios años muchas películas y videojuegos buscaron emular el estilo de sus escenas de acción y aún hoy se escriben artículos sobre cómo influenció el imaginario colectivo de principios de milenio. Todo daba para creer que era una historia cerrada sin nada nuevo que sumar, pero en tiempos de apostar a la seguridad de secuelas, remakes y nostalgia, apareció Matrix Resurrecciones prometiendo retomar donde se había quedado, con al menos una parte del elenco original para captar la atención de los fans. O al menos recordarles que hace 20 años les había gustado mucho una película. Si, el bar se llama Simu-Latte. No pensemos demasiado en eso. Con mucha autoconciencia y un humor que estuvo tradicionalmente muy ausente en la franquicia, Matrix Resurrecciones dedica buena parte de su primera mitad a parodiar su propio regreso, mientras replantea las reglas de un universo que necesitaba algunas actualizaciones para mantenerse vigente. Reglas que han cambiado tanto dentro como fuera de la Matrix y que durante todo este inicio no tendremos del todo claro cómo ni por qué. Seguir a Thomas Anderson durante este redescubrimiento de lo que supo y olvidó, es lo más interesante que Matrix Resurrecciones tiene para ofrecer en esta vuelta más focalizada en Neo y su conflicto interno que en una guerra por la humanidad. Todo lo solemne y pretenciosamente profundo que supo ser Matrix es purgado en Matrix Resurrecciones, si hasta se burla sin disimulo del impacto cultural que supo tener y de las contradictorias interpretaciones que el público hizo de ella. Todo de una forma tan explícita que solo puede ser intencional. No es que no hay nada de subtexto detrás de la acción en Matrix Resurrecciones, pero las grandes preguntas existenciales dejaron su lugar a reflexiones más concretas y relacionadas al presente. O al menos, sobre cómo cambiaron algunas cosas desde que empezó la franquicia. Estando en una época donde la industria del cine le tiene miedo tanto a las ideas nuevas como a que algo “no se entienda”, que todo en Matrix Resurrecciones esté subrayado con un fibrón es claramente parte del mismo chiste que está haciendo Lana Wachowski al respecto. Sospechamos que tenía tan pocas ganas de hacer la película que se lo hace decir a su protagonista sin sutilezas, mientras de paso también se burla poniéndole flechas de neón a cada metáfora, referencia y fan service que encaja entre escenas. Lamentablemente, cuando en la segunda mitad cambia drama por acción, eso que resultaba un poco interesante se va deshilachando. No solo porque la trama es chata y poco sólida, sino también porque el elenco secundario no tiene carisma, el villano es prácticamente una caricatura y las escenas de acción son correctas pero están lejos de lo llamativas y novedosas que supieron ser. Había margen para intentar revivir la franquicia por más que no hiciera falta, pero a Matrix Resurrecciones no le alcanza solo con Keanu Reeves para lograrlo.
La última acción de Mysterio (Jake Gyllenhaal) al final de Lejos de Casa fue tan mezquina como efectiva, porque alcanzó con uno de sus videos para develar al mundo que Peter Parker es Spider-Man, pero también para que algunos se convenzan de que debe ser considerado una persona peligrosa. Perseguido por la justicia y acosado socialmente, la vida de Peter da un vuelco completo en un instante y se vuelve insostenible para él, que siempre mantuvo el anonimato entre sus más altas prioridades. Cuando ya no cree poder soportarlo, acude al Doctor Strange con la esperanza de que pueda ayudarlo a resolver su problema. Aún lidiando con las consecuencias de Endgame y la destrucción de la Gema del Tiempo que había jurado proteger, Strange no está en su mejor momento pero acepta llevar a cabo un hechizo que debería borrar del recuerdo global la identidad de Spider-Man, devolviéndole a Peter el anonimato que tanto cree ansiar. Buscar Alta Peli CRÍTICASSpider-Man: Sin Camino a Casa (REVIEW) Llega el estreno más esperado del año, ¿cumplirá ante tanta expectativa? por Matías Seoane publicada el 16/12/2021 Spider-Man: Sin Camino a Casa pero con la puerta abierta al multiverso. Crítica sin Spoilers La última acción de Mysterio (Jake Gyllenhaal) al final de Lejos de Casa fue tan mezquina como efectiva, porque alcanzó con uno de sus videos para develar al mundo que Peter Parker es Spider-Man, pero también para que algunos se convenzan de que debe ser considerado una persona peligrosa. Perseguido por la justicia y acosado socialmente, la vida de Peter da un vuelco completo en un instante y se vuelve insostenible para él, que siempre mantuvo el anonimato entre sus más altas prioridades. Cuando ya no cree poder soportarlo, acude al Doctor Strange con la esperanza de que pueda ayudarlo a resolver su problema. Aún lidiando con las consecuencias de Endgame y la destrucción de la Gema del Tiempo que había jurado proteger, Strange no está en su mejor momento pero acepta llevar a cabo un hechizo que debería borrar del recuerdo global la identidad de Spider-Man, devolviéndole a Peter el anonimato que tanto cree ansiar. Pero mientras Strange prepara su conjuro, Peter comienza a dudar y cae en la cuenta de que la amnesia también afectará a algunas personas que no quiere que lo olviden, como su tía May (Marisa Tomei) y su novia MJ (Zendaya). Su preocupación ante esta posibilidad rompe la concentración de Strange y el conjuro falla catastróficamente, causando un efecto muy distinto que el pretendido, trayendo al mismo plano de existencia a varios villanos que en otras versiones del multiverso murieron enfrentándose a sus propias versiones de Spider-Man, como el Doctor Octopus (Alfred Molina), Duende Verde (Willem Dafoe) o Electro (Jamie Foxx). Spider-Man: Sin Camino a Casa Todo lo que pueda decir a partir de ahora sin caer en la amenaza del spoiler es tan limitado como intrascendente: la cantidad de entradas pre-vendidas para Spider-Man: Sin Camino a Casa y el interés que viene concentrando en redes sociales durante todo el año, hacen suponer que nada de lo que se diga sobre la película impedirá que sea un éxito de taquilla. Y nada de lo que alguien diga en estos días va a mover la aguja para ninguno de los extremos. A fuerza de rumores y filtraciones, llevamos meses debatiendo e imaginando cada detalle de la trama, el elenco y las sorpresas de Spider-Man: Sin Camino a Casa. Y a pesar de todo lo que ya se supo de antemano, la amenaza del spoiler hace que recién luego de un par de semanas desde el estreno, cuando baje el nivel de ruido lo suficiente, podremos hablar de su calidad como película más allá de todo lo superficial con lo que nos vienen bombardeando, como los cameos, referencias y spoilers. Buscar Alta Peli CRÍTICASSpider-Man: Sin Camino a Casa (REVIEW) Llega el estreno más esperado del año, ¿cumplirá ante tanta expectativa? por Matías Seoane publicada el 16/12/2021 Spider-Man: Sin Camino a Casa pero con la puerta abierta al multiverso. Crítica sin Spoilers La última acción de Mysterio (Jake Gyllenhaal) al final de Lejos de Casa fue tan mezquina como efectiva, porque alcanzó con uno de sus videos para develar al mundo que Peter Parker es Spider-Man, pero también para que algunos se convenzan de que debe ser considerado una persona peligrosa. Perseguido por la justicia y acosado socialmente, la vida de Peter da un vuelco completo en un instante y se vuelve insostenible para él, que siempre mantuvo el anonimato entre sus más altas prioridades. Cuando ya no cree poder soportarlo, acude al Doctor Strange con la esperanza de que pueda ayudarlo a resolver su problema. Aún lidiando con las consecuencias de Endgame y la destrucción de la Gema del Tiempo que había jurado proteger, Strange no está en su mejor momento pero acepta llevar a cabo un hechizo que debería borrar del recuerdo global la identidad de Spider-Man, devolviéndole a Peter el anonimato que tanto cree ansiar. Pero mientras Strange prepara su conjuro, Peter comienza a dudar y cae en la cuenta de que la amnesia también afectará a algunas personas que no quiere que lo olviden, como su tía May (Marisa Tomei) y su novia MJ (Zendaya). Su preocupación ante esta posibilidad rompe la concentración de Strange y el conjuro falla catastróficamente, causando un efecto muy distinto que el pretendido, trayendo al mismo plano de existencia a varios villanos que en otras versiones del multiverso murieron enfrentándose a sus propias versiones de Spider-Man, como el Doctor Octopus (Alfred Molina), Duende Verde (Willem Dafoe) o Electro (Jamie Foxx). Spider-Man: Sin Camino a Casa Todo lo que pueda decir a partir de ahora sin caer en la amenaza del spoiler es tan limitado como intrascendente: la cantidad de entradas pre-vendidas para Spider-Man: Sin Camino a Casa y el interés que viene concentrando en redes sociales durante todo el año, hacen suponer que nada de lo que se diga sobre la película impedirá que sea un éxito de taquilla. Y nada de lo que alguien diga en estos días va a mover la aguja para ninguno de los extremos. A fuerza de rumores y filtraciones, llevamos meses debatiendo e imaginando cada detalle de la trama, el elenco y las sorpresas de Spider-Man: Sin Camino a Casa. Y a pesar de todo lo que ya se supo de antemano, la amenaza del spoiler hace que recién luego de un par de semanas desde el estreno, cuando baje el nivel de ruido lo suficiente, podremos hablar de su calidad como película más allá de todo lo superficial con lo que nos vienen bombardeando, como los cameos, referencias y spoilers. Si algo es claro es que la línea que divide a Sony de Marvel/Disney ya está borrada casi del todo No solo no es posible considerar a la franquicia haciendo su propio camino en paralelo al MCU: Spider-Man: Sin Camino a Casa es un punto pivotante de la Fase 4, que después de una primera etapa de presentaciones abre finalmente el eje principal que asumimos seguirán explorando en Doctor Strange y el Multiverso de la Locura; además de traer como acompañante al propio Strange, cuando todo parece indicar que durante los próximos años cumplirá el rol de liderazgo que supo tener Tony Stark en las primeras 3 fases. Las expectativas son muy altas y no va a faltar gente decepcionada por no recibir lo que esperaba recibir, o porque no sucede de la forma exacta que esperaban que fuera. Pero eso no es tanto un problema de Spider-Man: Sin Camino a Casa, sino más bien un conflicto interno de esas personas y quizás de la atolondrada campaña de prensa de la película, que lleva meses jugando con fuego y arriesgándose a que la sobre-excitación de su público le juegue en contra cuando finalmente puedan verla. Una campaña que dejó tanto material para hablar, que pude escribir todo esto que leyeron antes de ver la película. Buscar Alta Peli CRÍTICASSpider-Man: Sin Camino a Casa (REVIEW) Llega el estreno más esperado del año, ¿cumplirá ante tanta expectativa? por Matías Seoane publicada el 16/12/2021 Spider-Man: Sin Camino a Casa pero con la puerta abierta al multiverso. Crítica sin Spoilers La última acción de Mysterio (Jake Gyllenhaal) al final de Lejos de Casa fue tan mezquina como efectiva, porque alcanzó con uno de sus videos para develar al mundo que Peter Parker es Spider-Man, pero también para que algunos se convenzan de que debe ser considerado una persona peligrosa. Perseguido por la justicia y acosado socialmente, la vida de Peter da un vuelco completo en un instante y se vuelve insostenible para él, que siempre mantuvo el anonimato entre sus más altas prioridades. Cuando ya no cree poder soportarlo, acude al Doctor Strange con la esperanza de que pueda ayudarlo a resolver su problema. Aún lidiando con las consecuencias de Endgame y la destrucción de la Gema del Tiempo que había jurado proteger, Strange no está en su mejor momento pero acepta llevar a cabo un hechizo que debería borrar del recuerdo global la identidad de Spider-Man, devolviéndole a Peter el anonimato que tanto cree ansiar. Pero mientras Strange prepara su conjuro, Peter comienza a dudar y cae en la cuenta de que la amnesia también afectará a algunas personas que no quiere que lo olviden, como su tía May (Marisa Tomei) y su novia MJ (Zendaya). Su preocupación ante esta posibilidad rompe la concentración de Strange y el conjuro falla catastróficamente, causando un efecto muy distinto que el pretendido, trayendo al mismo plano de existencia a varios villanos que en otras versiones del multiverso murieron enfrentándose a sus propias versiones de Spider-Man, como el Doctor Octopus (Alfred Molina), Duende Verde (Willem Dafoe) o Electro (Jamie Foxx). Spider-Man: Sin Camino a Casa Todo lo que pueda decir a partir de ahora sin caer en la amenaza del spoiler es tan limitado como intrascendente: la cantidad de entradas pre-vendidas para Spider-Man: Sin Camino a Casa y el interés que viene concentrando en redes sociales durante todo el año, hacen suponer que nada de lo que se diga sobre la película impedirá que sea un éxito de taquilla. Y nada de lo que alguien diga en estos días va a mover la aguja para ninguno de los extremos. A fuerza de rumores y filtraciones, llevamos meses debatiendo e imaginando cada detalle de la trama, el elenco y las sorpresas de Spider-Man: Sin Camino a Casa. Y a pesar de todo lo que ya se supo de antemano, la amenaza del spoiler hace que recién luego de un par de semanas desde el estreno, cuando baje el nivel de ruido lo suficiente, podremos hablar de su calidad como película más allá de todo lo superficial con lo que nos vienen bombardeando, como los cameos, referencias y spoilers. Si algo es claro es que la línea que divide a Sony de Marvel/Disney ya está borrada casi del todo No solo no es posible considerar a la franquicia haciendo su propio camino en paralelo al MCU: Spider-Man: Sin Camino a Casa es un punto pivotante de la Fase 4, que después de una primera etapa de presentaciones abre finalmente el eje principal que asumimos seguirán explorando en Doctor Strange y el Multiverso de la Locura; además de traer como acompañante al propio Strange, cuando todo parece indicar que durante los próximos años cumplirá el rol de liderazgo que supo tener Tony Stark en las primeras 3 fases. Las expectativas son muy altas y no va a faltar gente decepcionada por no recibir lo que esperaba recibir, o porque no sucede de la forma exacta que esperaban que fuera. Pero eso no es tanto un problema de Spider-Man: Sin Camino a Casa, sino más bien un conflicto interno de esas personas y quizás de la atolondrada campaña de prensa de la película, que lleva meses jugando con fuego y arriesgándose a que la sobre-excitación de su público le juegue en contra cuando finalmente puedan verla. Una campaña que dejó tanto material para hablar, que pude escribir todo esto que leyeron antes de ver la película. Un Hechicero (Supremo) lo hizo Experimentos aparte, queda poco que agregar sobre Spider-Man: Sin Camino a Casa (Spider-Man: No Way Home) después de verla. Como siempre en estos eventos de Marvel, la solidez en el guion o el desarrollo de la trama ocupan un lugar de importancia detrás del entretenimiento, la emotividad y el fan service nostálgico. Nadie con ganas de volver a ver a un repertorio de personajes con los que tiene un vínculo emocional (como son los dos mejores villanos del universo Marvel, un campo donde la franquicia suele hacer mucha agua) va a preocuparse demasiado sobe si el argumento tiene poco sentido o la película desafía incluso su propia lógica interna para avanzar. Desde esa perspectiva, Spider-Man: Sin Camino a Casa ofrece justo lo que promete y lo que se espera: una montaña rusa de diversión con pinceladas de emotividad, un repertorio variado de personajes carismáticos que entran y salen según la conveniencia del momento, y montones de referencias a otras películas. Pedirle otra cosa, sería un tanto absurdo.
Mientras Kate Dibiasky (Jennifer Lawrence) estudiaba el cielo con el telescopio del observatorio preparándose para conseguir su doctorado, no tenía idea de que estaba a punto de bautizar un cometa hasta entonces desconocido. Mucho menos que en pocas horas, junto a su profesor Randall Mindy (Leonardo DiCaprio), iban a confirmar que se encontraba en inevitable trayectoria de colisión con la Tierra, lo que provocaría un evento de extinción masiva. La noticia es aterradora, pero al menos tienen seis meses hasta que el cometa llegue a la Tierra. En cuanto se contactan con la NASA, reciben todo el apoyo del Dr. Teddy Oglethorpe (Rob Morgan), quien inmediatamente se encarga de llevarlos hasta la Casa Blanca. Pero para su desconcierto, allí son subestimados por la presidenta Orlean (Meryl Streep) y su jefe de Gabinete (Jonah Hill), por lo que no tienen más alternativa que salir a difundir la noticia por sus propios medios, esperando que la reacción pública los obligue a tomar acciones. Eso si es que logran llamar más la atención que la separación de la artista pop de moda o el escándalo político de turno, claro. Buscar Alta Peli CRÍTICASNo Miren Arriba (REVIEW) El fin del mundo no es noticia. por Matías Seoane publicada el 28/12/2021 No Miren Arriba, que la noticia está adelante. Crítica, a Continuación. Mientras Kate Dibiasky (Jennifer Lawrence) estudiaba el cielo con el telescopio del observatorio preparándose para conseguir su doctorado, no tenía idea de que estaba a punto de bautizar un cometa hasta entonces desconocido. Mucho menos que en pocas horas, junto a su profesor Randall Mindy (Leonardo DiCaprio), iban a confirmar que se encontraba en inevitable trayectoria de colisión con la Tierra, lo que provocaría un evento de extinción masiva. La noticia es aterradora, pero al menos tienen seis meses hasta que el cometa llegue a la Tierra. En cuanto se contactan con la NASA, reciben todo el apoyo del Dr. Teddy Oglethorpe (Rob Morgan), quien inmediatamente se encarga de llevarlos hasta la Casa Blanca. Pero para su desconcierto, allí son subestimados por la presidenta Orlean (Meryl Streep) y su jefe de Gabinete (Jonah Hill), por lo que no tienen más alternativa que salir a difundir la noticia por sus propios medios, esperando que la reacción pública los obligue a tomar acciones. Eso si es que logran llamar más la atención que la separación de la artista pop de moda o el escándalo político de turno, claro. No Miren Arriba, lo que la pandemia rompió Muchas de las historias que veamos en la pantalla durante los próximos años serán afectadas por todo lo que vivimos desde el inicio de la pandemia en 2020, pero si hay un género que seguramente resultará el más afectado será el del cine catástrofe. En los últimos dos años, la realidad no solo puso en duda la verosimilitud de un género que ya de por sí tenía sus límites bastante lejos: también corrió las fronteras entre la parodia y la comedia, bajando al plano de lo cotidiano ideas que hasta hace unos pocos años solamente podíamos considerar una broma. El género que parodia No Miren Arriba (Don’t look up) siempre explota una premisa simple: una amenaza imparable es enfrentada por un grupo de personas que se reúnen para hacer un esfuerzo sobrehumano que les permita encontrar la forma de sobrevivir, muchas veces salvando al mundo entero en el camino. No Miren Arriba subvierte ese concepto planteando la idea de que disparar el cohete que desvíe el meteorito que se dirige a la Tierra podría ser el menor de los problemas al que se enfrenten los protagonistas, porque ninguna amenaza es lo suficientemente seria como para que la humanidad deje de lado su mezquindad y actúe de forma unificada por el bien común. Buscar Alta Peli CRÍTICASNo Miren Arriba (REVIEW) El fin del mundo no es noticia. por Matías Seoane publicada el 28/12/2021 No Miren Arriba, que la noticia está adelante. Crítica, a Continuación. Mientras Kate Dibiasky (Jennifer Lawrence) estudiaba el cielo con el telescopio del observatorio preparándose para conseguir su doctorado, no tenía idea de que estaba a punto de bautizar un cometa hasta entonces desconocido. Mucho menos que en pocas horas, junto a su profesor Randall Mindy (Leonardo DiCaprio), iban a confirmar que se encontraba en inevitable trayectoria de colisión con la Tierra, lo que provocaría un evento de extinción masiva. La noticia es aterradora, pero al menos tienen seis meses hasta que el cometa llegue a la Tierra. En cuanto se contactan con la NASA, reciben todo el apoyo del Dr. Teddy Oglethorpe (Rob Morgan), quien inmediatamente se encarga de llevarlos hasta la Casa Blanca. Pero para su desconcierto, allí son subestimados por la presidenta Orlean (Meryl Streep) y su jefe de Gabinete (Jonah Hill), por lo que no tienen más alternativa que salir a difundir la noticia por sus propios medios, esperando que la reacción pública los obligue a tomar acciones. Eso si es que logran llamar más la atención que la separación de la artista pop de moda o el escándalo político de turno, claro. No Miren Arriba, lo que la pandemia rompió Muchas de las historias que veamos en la pantalla durante los próximos años serán afectadas por todo lo que vivimos desde el inicio de la pandemia en 2020, pero si hay un género que seguramente resultará el más afectado será el del cine catástrofe. En los últimos dos años, la realidad no solo puso en duda la verosimilitud de un género que ya de por sí tenía sus límites bastante lejos: también corrió las fronteras entre la parodia y la comedia, bajando al plano de lo cotidiano ideas que hasta hace unos pocos años solamente podíamos considerar una broma. El género que parodia No Miren Arriba (Don’t look up) siempre explota una premisa simple: una amenaza imparable es enfrentada por un grupo de personas que se reúnen para hacer un esfuerzo sobrehumano que les permita encontrar la forma de sobrevivir, muchas veces salvando al mundo entero en el camino. No Miren Arriba subvierte ese concepto planteando la idea de que disparar el cohete que desvíe el meteorito que se dirige a la Tierra podría ser el menor de los problemas al que se enfrenten los protagonistas, porque ninguna amenaza es lo suficientemente seria como para que la humanidad deje de lado su mezquindad y actúe de forma unificada por el bien común. La mayor parte del tiempo, el humor de No Miren Arriba se sostiene simplemente generando situaciones absurdas pero verosímiles que llenan de desesperación a la dupla protagonista, pero que el resto de los personajes reciben con completa naturalidad. Los diálogos precisos, el montaje dinámico y la mesurada actuación del elenco multiestelar hacen de No Miren Arriba una sátira de discurso transparente pero efectivo, que no necesita forzar gags ni gastar tiempo en explicaciones. Al igual que el promedio del cine catástrofe, No Miren Arriba tampoco necesita una trama sólida y anclada en la realidad para avanzar, pero muestra con bastante amplitud cómo distintos sectores sociales responden ante la llegada del cometa sin dejar a nadie del todo bien parado. No es la primera vez que el director Adam McKay (Vice, The Big Short) toma historias reales y cotidianas de la política con una mirada ácida; es visible la relación entre esas películas previas y lo que propone en No Miren Arriba, aunque esta vez no hay sutileza ni disimulo en lo que expone. Buscar Alta Peli CRÍTICASNo Miren Arriba (REVIEW) El fin del mundo no es noticia. por Matías Seoane publicada el 28/12/2021 No Miren Arriba, que la noticia está adelante. Crítica, a Continuación. Mientras Kate Dibiasky (Jennifer Lawrence) estudiaba el cielo con el telescopio del observatorio preparándose para conseguir su doctorado, no tenía idea de que estaba a punto de bautizar un cometa hasta entonces desconocido. Mucho menos que en pocas horas, junto a su profesor Randall Mindy (Leonardo DiCaprio), iban a confirmar que se encontraba en inevitable trayectoria de colisión con la Tierra, lo que provocaría un evento de extinción masiva. La noticia es aterradora, pero al menos tienen seis meses hasta que el cometa llegue a la Tierra. En cuanto se contactan con la NASA, reciben todo el apoyo del Dr. Teddy Oglethorpe (Rob Morgan), quien inmediatamente se encarga de llevarlos hasta la Casa Blanca. Pero para su desconcierto, allí son subestimados por la presidenta Orlean (Meryl Streep) y su jefe de Gabinete (Jonah Hill), por lo que no tienen más alternativa que salir a difundir la noticia por sus propios medios, esperando que la reacción pública los obligue a tomar acciones. Eso si es que logran llamar más la atención que la separación de la artista pop de moda o el escándalo político de turno, claro. No Miren Arriba, lo que la pandemia rompió Muchas de las historias que veamos en la pantalla durante los próximos años serán afectadas por todo lo que vivimos desde el inicio de la pandemia en 2020, pero si hay un género que seguramente resultará el más afectado será el del cine catástrofe. En los últimos dos años, la realidad no solo puso en duda la verosimilitud de un género que ya de por sí tenía sus límites bastante lejos: también corrió las fronteras entre la parodia y la comedia, bajando al plano de lo cotidiano ideas que hasta hace unos pocos años solamente podíamos considerar una broma. El género que parodia No Miren Arriba (Don’t look up) siempre explota una premisa simple: una amenaza imparable es enfrentada por un grupo de personas que se reúnen para hacer un esfuerzo sobrehumano que les permita encontrar la forma de sobrevivir, muchas veces salvando al mundo entero en el camino. No Miren Arriba subvierte ese concepto planteando la idea de que disparar el cohete que desvíe el meteorito que se dirige a la Tierra podría ser el menor de los problemas al que se enfrenten los protagonistas, porque ninguna amenaza es lo suficientemente seria como para que la humanidad deje de lado su mezquindad y actúe de forma unificada por el bien común. La mayor parte del tiempo, el humor de No Miren Arriba se sostiene simplemente generando situaciones absurdas pero verosímiles que llenan de desesperación a la dupla protagonista, pero que el resto de los personajes reciben con completa naturalidad. Los diálogos precisos, el montaje dinámico y la mesurada actuación del elenco multiestelar hacen de No Miren Arriba una sátira de discurso transparente pero efectivo, que no necesita forzar gags ni gastar tiempo en explicaciones. Al igual que el promedio del cine catástrofe, No Miren Arriba tampoco necesita una trama sólida y anclada en la realidad para avanzar, pero muestra con bastante amplitud cómo distintos sectores sociales responden ante la llegada del cometa sin dejar a nadie del todo bien parado. No es la primera vez que el director Adam McKay (Vice, The Big Short) toma historias reales y cotidianas de la política con una mirada ácida; es visible la relación entre esas películas previas y lo que propone en No Miren Arriba, aunque esta vez no hay sutileza ni disimulo en lo que expone. Si en Vice se centra en la mezquindad de los políticos y en The Big Short en la estupidez de una parte del sistema financiero que por codicia causa un desastre, en Don’t look up toma todo ello y le suma como factor dominante la apatía generalizada de una sociedad desinteresada en cualquier cosa que no sea una respuesta fácil e inmediata, que permita sin mayores preocupaciones seguir consumiendo y entreteniéndose en la acelerada vida cotidiana actual. Una realidad que No Miren Arriba denuncia gobernada por algoritmos de redes sociales y videos de menos de un minuto.
Huérfanos de pequeños, Claire (Kaya Scodelario) y Chris Redfield (Robbie Amell) se criaron juntos en el orfanato de Raccoon City, hasta que Claire huyó de la ciudad y cortó el contacto con su hermano durante años, pero luego ella decide regresar para investigar una denuncia preocupante contra la Corporación Umbrella. El gigante farmacéutico supo ser el alma de Raccoon City, hasta que decidió abandonar la ciudad y detrás suyo arrastró a casi toda la actividad económica que le daba de comer a sus habitantes. Hoy es prácticamente un pueblo fantasma donde solo quedan los últimos empleados que quedan desmantelando Umbrella y un puñado de residentes que no tienen la opción de marcharse. Buscar Alta Peli CRÍTICASResident Evil: Bienvenidos a Raccoon City (REVIEW) por Matías Seoane publicada el 02/12/2021 Resident Evil: Bienvenidos a Raccoon City. Crítica a Continuación. Huérfanos de pequeños, Claire (Kaya Scodelario) y Chris Redfield (Robbie Amell) se criaron juntos en el orfanato de Raccoon City, hasta que Claire huyó de la ciudad y cortó el contacto con su hermano durante años, pero luego ella decide regresar para investigar una denuncia preocupante contra la Corporación Umbrella. El gigante farmacéutico supo ser el alma de Raccoon City, hasta que decidió abandonar la ciudad y detrás suyo arrastró a casi toda la actividad económica que le daba de comer a sus habitantes. Hoy es prácticamente un pueblo fantasma donde solo quedan los últimos empleados que quedan desmantelando Umbrella y un puñado de residentes que no tienen la opción de marcharse. Entre ellos está Chris, miembro del grupo de policía de élite STARS junto con Jill Valentine (Hannah John-Kamen) y Albert Wesker (Tom Hopper), que ante la desaparición de dos policías son enviados a investigar una antigua mansión abandonada en las afueras de la ciudad, donde poco antes se denunció un asesinato. Al recibir una muy poco cálida bienvenida de su hermano, Claire se ve forzada a refugiarse en la comisaría junto al novato Leon Kennedy (Avan Jogia) cuando una horda comienza a atacarlos y la Corporación Umbrella cierra todas las salidas de la ciudad, sin temor de abrir fuego contra quienes insistan con marcharse. Ambos grupos intentarán sobrevivir cada uno por su lado mientras investigan lo que está sucediendo en Raccon City, un secreto que lleva décadas oculto en sus profundidades pero que ha comenzado a emerger. Buscar Alta Peli CRÍTICASResident Evil: Bienvenidos a Raccoon City (REVIEW) por Matías Seoane publicada el 02/12/2021 Resident Evil: Bienvenidos a Raccoon City. Crítica a Continuación. Huérfanos de pequeños, Claire (Kaya Scodelario) y Chris Redfield (Robbie Amell) se criaron juntos en el orfanato de Raccoon City, hasta que Claire huyó de la ciudad y cortó el contacto con su hermano durante años, pero luego ella decide regresar para investigar una denuncia preocupante contra la Corporación Umbrella. El gigante farmacéutico supo ser el alma de Raccoon City, hasta que decidió abandonar la ciudad y detrás suyo arrastró a casi toda la actividad económica que le daba de comer a sus habitantes. Hoy es prácticamente un pueblo fantasma donde solo quedan los últimos empleados que quedan desmantelando Umbrella y un puñado de residentes que no tienen la opción de marcharse. Entre ellos está Chris, miembro del grupo de policía de élite STARS junto con Jill Valentine (Hannah John-Kamen) y Albert Wesker (Tom Hopper), que ante la desaparición de dos policías son enviados a investigar una antigua mansión abandonada en las afueras de la ciudad, donde poco antes se denunció un asesinato. Al recibir una muy poco cálida bienvenida de su hermano, Claire se ve forzada a refugiarse en la comisaría junto al novato Leon Kennedy (Avan Jogia) cuando una horda comienza a atacarlos y la Corporación Umbrella cierra todas las salidas de la ciudad, sin temor de abrir fuego contra quienes insistan con marcharse. Ambos grupos intentarán sobrevivir cada uno por su lado mientras investigan lo que está sucediendo en Raccon City, un secreto que lleva décadas oculto en sus profundidades pero que ha comenzado a emerger. Resident Evil: Bienvenidos a Raccoon City A 25 años desde el lanzamiento del primer juego, el estreno de Resident Evil: Bienvenidos a Raccoon City llega con una tonelada de historias y personajes populares entre el público sobre sus espaldas, incluyendo una larga franquicia de películas que aunque supieron tener algo de éxito especialmente en sus inicios, pocas veces fueron consideradas como una adaptación fiel de los juegos. Esta nueva película retoma las historias de las dos primeras entregas y las entrelaza desarrollándolas en una misma noche, aunque fragmentada en dos grupos que operan con bastante independencia entre sí. Si bien ninguno tiene mucha profundidad, Resident Evil: Bienvenidos a Raccoon City se toma su tiempo para ir presentando a su larga lista de personajes mientras la amenaza latente se va desarrollando sin que ellos lo sepan: durante buena parte de la película solo nosotros sabemos que al amanecer la ciudad será arrasada por Umbrella para eliminar toda evidencia de sus experimentos. Buscar Alta Peli CRÍTICASResident Evil: Bienvenidos a Raccoon City (REVIEW) por Matías Seoane publicada el 02/12/2021 Resident Evil: Bienvenidos a Raccoon City. Crítica a Continuación. Huérfanos de pequeños, Claire (Kaya Scodelario) y Chris Redfield (Robbie Amell) se criaron juntos en el orfanato de Raccoon City, hasta que Claire huyó de la ciudad y cortó el contacto con su hermano durante años, pero luego ella decide regresar para investigar una denuncia preocupante contra la Corporación Umbrella. El gigante farmacéutico supo ser el alma de Raccoon City, hasta que decidió abandonar la ciudad y detrás suyo arrastró a casi toda la actividad económica que le daba de comer a sus habitantes. Hoy es prácticamente un pueblo fantasma donde solo quedan los últimos empleados que quedan desmantelando Umbrella y un puñado de residentes que no tienen la opción de marcharse. Entre ellos está Chris, miembro del grupo de policía de élite STARS junto con Jill Valentine (Hannah John-Kamen) y Albert Wesker (Tom Hopper), que ante la desaparición de dos policías son enviados a investigar una antigua mansión abandonada en las afueras de la ciudad, donde poco antes se denunció un asesinato. Al recibir una muy poco cálida bienvenida de su hermano, Claire se ve forzada a refugiarse en la comisaría junto al novato Leon Kennedy (Avan Jogia) cuando una horda comienza a atacarlos y la Corporación Umbrella cierra todas las salidas de la ciudad, sin temor de abrir fuego contra quienes insistan con marcharse. Ambos grupos intentarán sobrevivir cada uno por su lado mientras investigan lo que está sucediendo en Raccon City, un secreto que lleva décadas oculto en sus profundidades pero que ha comenzado a emerger. Resident Evil: Bienvenidos a Raccoon City A 25 años desde el lanzamiento del primer juego, el estreno de Resident Evil: Bienvenidos a Raccoon City llega con una tonelada de historias y personajes populares entre el público sobre sus espaldas, incluyendo una larga franquicia de películas que aunque supieron tener algo de éxito especialmente en sus inicios, pocas veces fueron consideradas como una adaptación fiel de los juegos. Esta nueva película retoma las historias de las dos primeras entregas y las entrelaza desarrollándolas en una misma noche, aunque fragmentada en dos grupos que operan con bastante independencia entre sí. Si bien ninguno tiene mucha profundidad, Resident Evil: Bienvenidos a Raccoon City se toma su tiempo para ir presentando a su larga lista de personajes mientras la amenaza latente se va desarrollando sin que ellos lo sepan: durante buena parte de la película solo nosotros sabemos que al amanecer la ciudad será arrasada por Umbrella para eliminar toda evidencia de sus experimentos. Con la clásica herramienta de mostrarnos algo que los personajes desconocen, Resident Evil: Bienvenidos a Raccoon City va construyendo la tensión poco a poco, poniendo el foco más en el suspenso que en la acción frenética y en el combate contra hordas de zombies mutantes. Su lucha no es exclusivamente por la supervivencia, hay un misterio a desentrañar que, poco casualmente, los empuja a meterse en el centro del peligro pero también los pone en el único camino hacia la seguridad. Aunque con varios aciertos, Resident Evil: Bienvenidos a Raccoon City tiene también varios problemas. Uno de los aciertos que los fans agradecerán es la cantidad de referencias, criaturas y personajes sacados directamente del canon del juego, con una fidelidad que quedará a juicio de cada quien, junto con cuánto de eso es relevante para convertir a Resident Evil: Bienvenidos a Raccoon City en una buena película. Como contrapartida, tantos personajes e historias paralelas fuerzan al guion en más de una ocasión a resolver demasiado rápido situaciones, abusando de la suerte o la coincidencia, llegando al punto de tomarse con humor autoconsciente uno de esos momentos donde sin ninguna lógica verosímil las cosas salen exacto como necesitan que salgan. Nunca nos pondríamos demasiado exigentes con el guion de un producto como Resident Evil: Bienvenidos a Raccoon City mientras sea entretenido, pero en general no compensa esas fallas con secuencias visualmente atractivas ni personajes particularmente carismáticos. En buena medida, producto de la suma de efectos especiales mediocres y un elenco televisivo de segunda o tercera línea que destaca a un “hermano de” como referente de sus protagónicos. Es un grupo que, encabezado por el director Johannes Roberts (A 47 Metros, Los Extraños: Cacería Nocturna) hace lo que puede con lo que tiene. No es demasiado, pero alcanza con lo justo para aprobar a Resident Evil: Bienvenidos a Raccoon City.