Alba tiene once años. Pasa la mayor parte de su tiempo en silencio y le gustan los animales diminutos. Una tarde, su madre es internada en el hospital y Alba debe mudarse con Igor, un padre a quien casi no conoce. Los intentos de Igor por acercarse a ella, las primeras amigas, el primer beso, las visitas a la madre en el hospital, son estímulos que marcan el camino de Alba hacia la entrada a la adolescencia y a la aceptación de su familia.