Violet (Elle Fanning) tiene una gran vocación y talento para desarrollarla, pero los impedimentos abundan. Todavía es menor de edad, estudia en el colegio secundario, vive con su madre María (Agnieszka Grochowska), en el interior de una isla del Reino Unido, en la que ayuda con las tareas diarias de una granja, pues su padre las abandonó cuando era chica. No están bien económicamente, y también debe trabajar de mesera y, por si fuese poco, María es respetuosa de la religión y esos preceptos se los inculca a su hija, de modo que los enfrentamientos diarios son habituales.
El único lugar que tiene para sí misma la protagonista, donde se siente cómoda y puede hacer lo que más le gusta, es un bar con mesas y un escenario al que se sube alguna noche para cantar a unas pocas personas. Uno de los espectadores es Vlad (Zlatko Buric), quien fue en su país natal un importante cantor de ópera. Él está viejo, retirado, abandonado, y le gusta beber alcohol, pero se convertirá en su mentor y la alentará en el camino de perseguir su sueño, dentro de un concurso muy importante de canto y baile
Max Minghella escribió y dirigió esta película con una temática abordada en innumerables ocasiones. Aquí lo importante es ver cómo y de qué manera se la cuenta para no repetirse ni copiarse. Y, pese a que redunda en cuestiones como ser que una chica pobre, circunspecta, sin contactos o influencias, con oposición familiar, puede lograr lo que se propone, el film se distingue por la compaginación, iluminación, arte y, por supuesto, mucha música, cuando las escenas lo ameritan son más o menos saturadas de color y sonido, que es el modo buscado por el director para manifestar y resaltar los estados de ánimo, conflictos, dudas, frustraciones, etc., que suceden dentro de un relato básico y convencional. La estructura del guión respeta las principales reglas narrativas tan necesarias en estos casos para que la historia avance hacia un final deseado.
Dentro de todo, podríamos decir que Violet tuvo suerte en que los golpes de la vida le enseñaron a sobreponerse, como así también que alguien la descubra y sea su guía en muchos sentidos. Porque sólo con tener talento no alcanza, es necesario que den una oportunidad para poder demostrarlo. y ella la tuvo. A partir del concurso, el futuro la espera con las puertas abiertas.