El debut como director del actor Max Minghella (hijo del director Anthony) se centra en la historia de una chica (Elle Fanning) bastante solitaria que vive y trabaja en una zona rural de Wight, en Inglaterra. Pero las durezas de su vida cotidiana tienen una vía de escape en el canto y la música, que escucha todo el tiempo en sus auriculares. Un día, parece que su sueño puede hacerse realidad, porque hay convocatorias a un concurso de talentos, Teen Spirit. Como es menor, le pide a un ruso bastante hosco, el único que la aplaude en el bar donde a veces canta, que la acompañe. Entre el cuento de hadas pop y la clásica historia de triunfo, Minghella hace una película que si se sigue con cierto interés, quizá por esa relación con el extraño manager y la curiosidad por el marco. A pesar de un guión de vuelo bajo que defrauda, a medida que avanza y esquiva todos los asuntos potencialmente interesantes en la historia de la joven talento. Cuyos clips son, bueno, poco memorables.