El de Alejandro del Prado es, tal vez, uno de los casos más misteriosos de la música argentina. Entre el final de la dictadura y los albores democráticos editó dos discos, Dejo constancia (1982) y Los locos de Buenos Aires (1984), que lo pusieron entre las figuras sobresalientes de la efervescente década del ’80. Pero después Del Prado se fue desvaneciendo. Este documental viene a rescatarlo del olvido y a hacer justicia con uno de los grandes cantautores nacionales.
Para contar su vida, Mariano del Mazo, periodista especializado en música popular y fanático de Del Prado, unió su conocimiento del sujeto a la experiencia cinematográfica del realizador Marcelo Schapces. La película está estructurada en torno a los testimonios de gente vinculada a Del Prado: su hermano, Horacio, y su hija, Malena, abordan la parte afectiva y familiar; el poeta Jorge Boccanera cuenta el período mexicano; los músicos Rodolfo García y Dani Ferrón, compañeros de un trío trunco, y el productor Diego Zapico, algunos de sus años fuera del escrutinio público. Imágenes de archivo, como alguna aparición en Badía y compañía, sirven para ilustrar los relatos.
Y está también la palabra del propio Del Prado, que a los 64 años sigue componiendo y asegura tener unas 300 canciones inéditas (su tercer y hasta ahora último disco solista, Yo vengo de otro siglo, data de 2008). La suya es una historia melancólica, secreta, marcada por las tempranas muertes de su padre, el gran dibujante Calé, y su mujer y compañera de ruta artística, Susana. La historia de un hombre que pudo subirse al tren del éxito y decidió tomar un camino diferente.
El carácter del documental es análogo a la música de Del Prado: desprolijo, sinuoso, vital, emotivo. Y seguramente tocará una fibra sensible en quienes vivieron aquellos años de la primavera democrática, cuando todo parecía posible y Los locos de Buenos Aires y Aquella murguita de Villa Real eran parte de la banda de sonido de la esperanza.