Alerta extrema

Crítica de Mex Faliero - Funcinema

2X1 CON GERARD BUTLER

Gerard Butler es uno de esos intérpretes que comenzó un camino que parece no tener vuelta atrás, es el camino de los que filman cualquier proyecto que les acercan y van edificando una carrera repleta de malas decisiones. O al menos si no filman todo lo que les acercan, pareciera que así fuera porque todo lo que filman está muy por debajo de lo deseable. Que siempre hay excepciones, claro, y esta Alerta extrema es una de ellas.

No es que Alerta extrema sea una gran película, ni mucho menos un proyecto que en los papeles hubiera resultado muy atractivo. Es otra película de acción de las tantas que ha filmado el bueno de Butler, pero que por diversas características y -fundamentalmente- por la mano de su director, se vuelve digna de ver. En verdad aquí tenemos dos películas en una, o si no dos películas, sí al menos dos tramas que hubieran dado material para dos relatos diferentes. Por un lado, un piloto de una aerolínea comercial al que obligan a volar a través de una tormenta para ahorrar unos dólares, y una historia con toda la tensión de los relatos de accidentes aéreos. Por el otro, una vez que el avión se accidenta y terminan aterrizando de emergencia en una isla, Alerta extrema se convierte en un relato de supervivencia con un grupo terrorista malo-malo a lo Tropic Thunder, que ve un negocio ahí en el posible pedido de rescate de la tripulación. Lo interesante de la película es que estas dos subtramas no solo funcionan perfectamente, sino que ambas están narradas con la solidez que aporta el oficio cinematográfico, cada una con sus herramientas expresivas bien claras. La primera parte es el perfecto retrato del caos de un vuelo condenado al fracaso y la segunda, un film de acción en la vieja escuela, sin demasiados pruritos a la hora de construir villanos unidimensionales. La primera parte, por lo tanto, está rodada haciendo eje en el suspenso y la tensión contenida del espacio cerrado, mientras que la segunda ya es más abierta, en tierra y con el miedo a lo desconocido operando como termómetro. Pero lo más interesante de todo, es que la película está atravesada por un filtro que permite verla con la distancia perfecta como para que nos riamos un poco del disparate que pasa ante nuestros ojos, pero sin que ello signifique un ejercicio cínico de autoconciencia cinematográfica.

El artífice de todo esto es, como decíamos, su director, el experimentado Jean-François Richet, quien tiene el logro de haber sorteado con holgura el reto de hacer una remake de un film de culto como Asalto al precinto 13. Richet es un artesano, esa figura necesaria dentro de la industria del cine. Y es básicamente su pericia la que saca agua de las piedras y la que vuelve interesante este cuento, pero básicamente la que logra también una actuación contenida de Butler, quien interpreta al típico profesional experimentado, pero de vuelta de la vida, capaz de cualquier cosa para cumplir con su tarea. Es eso, cine directo, una antigualla, pero muy divertida.