Un agente del FBI y dos ladrones de objetos de arte se lanzan a la caza de tres piezas legendarias (unos «huevos dorados» que pertenecían a Cleopatra) en esta divertida comedia de aventuras protagonizada por Dwayne Johnson, Ryan Reynolds y Gal Gadot. Estreno en algunas salas el 4 de noviembre y en Netflix, el 12.
En el ecosistema del cine que se propone ser masivo y popular parece haberse producido un cambio importante, de esos que uno recién nota después de un tiempo, por acumulación de experiencias. Sería largo de resumir pero uno podría definirlo de la siguiente manera: los llamados «blockbusters», las superproducciones de los últimos años, se han vuelto cada vez más graves, solemnes, pomposas. Ya no son películas, son declaraciones de principios con imágenes de fondo a modo salvapantallas. Las películas pueden ser mejores o peores (no es el tema aquí analizar una por una), pero muchas comparten esa gravedad, ese carácter elefantiásico, como si todas fueran adaptaciones de algún texto bíblico.
En algunos casos puede ser esperable (DUNA o ETERNALS parten de materiales originales también bastante severos), pero la saga Bond, por ejemplo, dejó de lado casi toda la ligereza (que no es lo mismo que el humor o los chistes, es una cuestión de tono, de manera de encarar lo que se cuenta) y ahora es de una gravedad inusitada. Pasa lo mismo con los títulos de DC Comics y con algunos de Marvel, que por suerte tiene películas que conservan cierta chispa, a veces pasteurizada pero chispa al fin. El universo Disney se mueve entre títulos más «severos» y otros, como MANDALORIAN, que recuperar la alegría de la aventura.
Viendo ALERTA ROJA recordé el placer que me generaban las películas de aventuras livianas, ligeras, graciosas, amables, que jamás se toman demasiado en serio a sí mismas. Me dirán que hay muchas así y quizás sea cierto pero no son las que más repercusión tienen, quizás porque esa misma liviandad no les permite ser parte de la conversación mediática y el debate online. Y hoy las películas empiezan en las salas de cine (o en Netflix, como es este caso) pero necesitan continuar en las redes con los temas que van generando o les van adosando para que los algoritmos repitan.
Difícil que haya mucho para analizar en ese sentido con ALERTA ROJA. Es una gran superproducción (se dice que su presupuesto está entre los 150-200 millones de dólares y es la más cara del estudio), protagonizada por tres estrellas de esas que habitualmente no comparten cartel en una misma película (Dwayne Johnson, Ryan Reynolds y Gal Gadot) y funciona como una versión actualizada de esos films de acción y aventuras de los ’80, de INDIANA JONES a ARMA MORTAL, pasando por la propia lógica de las viejas películas de Bond: films de acción, suspenso, persecuciones e incontables vueltas de tuerca y mucho humor.
¿Es importante lo que sucede en ALERTA ROJA? ¿Habla de algo relevante, más allá de que se la pueda conderar «feminista» por poner a una mujer a combatir contra dos hombres y en general salir ganando? No. Es, como decía el gran Alfred Hitchcock, una «porción de torta» y nada tiene que ver con la vida real ni con la plausibilidad o la lógica. Es divertida, un poco absurda y por momentos tonta. Y a veces la gente solo quiere eso. Más aún, probablemente, en estas épocas ásperas y bastante amargas.
Cómo hay muchos giros narrativos que cambian las perspectivas, digamos que los protagonistas son John Hartley (Johnson), un agente de FBI que persigue a dos ladrones profesionales que están tratando de encontrar y luego vender por una cifra billonaria tres «huevos dorados» que le fueron regalados a Cleopatra, en el antiguo Egipto. Ellos son Nolan Booth (Reynolds, en su acostumbrado estilo humorístico que, pese a usarlo siempre, sigue funcionando), un experto ladrón de caras piezas de arte y la misteriosa The Bishop (Gadot), que hace lo mismo pero de una forma más discreta. A Booth le gusta el show-off, que todos sepan y vean sus hazañas. A Bishop, aparentemente, nadie le conoce la cara.
La película narrará el recorrido internacional que harán los protagonistas para conseguir las tres piezas, una de las cuáles nadie sabe dónde está. Engañado por The Bishop y desprovisto de su chapa como hombre de ley, Hartley se ve forzado a trabajar junto a Booth. Y entre ambos funciona la clásica mecánica de «buddy movie» con el más serio, fastidioso y responsable Hartley lidiando con las ocurrencias y salvajadas del arriesgado Booth. Pero cada vez que creen haber logrado algo, The Bishop les tiende alguna trampa. A la vez, a todos ellos los persigue Interpol, cuyos miembros siempre parecen estar un tanto retrasados en lo que respecta a la acción.
Eso es ALERTA ROJA: tres superestrellas recorriendo el mundo (una importante locación es en «Argentina», aunque casi todo parece hecho en estudios, agregándole una cuota más de old school) mientras se pelean y engañan entre sí y a quienes los persiguen en la caza de las reliquias en cuestión. Pero si bien hay algunas historias y dramas familiares que aparecen a lo largo de la historia son también tratadas con humor, sin volver todo una experiencia traumática.
Es que, más que ninguna otra cosa, ALERTA ROJA es una comedia y todo está rociado por ese tono zumbón y chispeante de películas como LA GRAN ESTAFA pero a escala planetaria. El trío tiene una gran química pero el que se roba el show es, otra vez, el carismático Reynolds. Es cierto que su estilo irónico, autoconsciente, que parece estar con un pie en la película y otro en guiñarle un ojo al espectador (sí, lo que hace en DEADPOOL) a algunos puede resultarle agotador, pero en este clima de tanques de taquilla severos, con protagonistas torturados que miran el piso, sufren y viven en permanente estado de auto-conmiseración, un actor que la pasa bien haciendo una película y que contagia esa energía a sus colegas y al público a mí me resulta más que bienvenido.
Y no solo eso. Las escenas de acción son efectivas, el realizador de EL RASCACIELOS demuestra tener un gran timing para la narración y la comedia, y el guión tiene el ingenio necesario y los giros sorpresivos necesarios como para convertir a ALERTA ROJA en una experiencia placentera, como solían ser muchas de estas películas antes que la dictadura de los multiversos interconectados y los morosos tanques de taquilla que sobreactúan trascendencia se los llevarán puestos y los mandaran directo al streaming.
En otras épocas, un combo como el de ALERTA ROJA, que no pasará a la historia pero que se propone divertir, entretener y lo consigue, se estrenaría en cines y estaría entre los films más taquilleros de un año. Si a Netflix le funciona –algo que parece inevitable– sería bueno que los demás estudios presten atención al ejemplo. A veces, una buena comedia de acción, un tanto retro, que beba más de Hitchcock y de Spielberg y un poco menos de Kubrick y Snyder, es lo que el espectador de cualquier edad necesita.