Un guiño desprejuiciado a los clásicos de acción
Netflix sigue apostando fuerte. Una de sus últimas apuestas es “Alerta roja”, protagonizada por Dwayne Johnson, Gal Gadot, Ryan Reynolds, tres actores surgidos del mismísimo corazón de Hollywood y protagonistas de muchas de las películas más taquilleras de los últimos años.
El título hace referencia a las alarmas internacionales que dispara Interpol para investigar y perseguir criminales. En este caso el trabajo está a cargo de John Hurtley (Johnson), el mejor perfilador de la agencia que debe ir tras los pasos de Nolan Booth (Reynolds), uno de los dos ladrones de obras de arte del mundo del mundo. En el medio aparece la competencia de Booth, conocida como “The Bishop” (Gadot), que intenta quedarse con un preciado botín, un objeto que perteneció a Cleopatra y que fue robado por los nazis.
Aunque la trama produce un constante déja vu por las semejanzas con tanques de la industria, ese aspecto de patchwork cinematográfico funciona. Y lo logra en parte a esas descaradas similitudes que no intenta ocultar, ayudado por un trío de protagonistas que hacen exactamente lo que se espera de ellos. Johnson -literalmente es una roca actuando-, Gadot -inexpresiva pero súper sexy-, y Reynolds que salva las escenas con humor y desparpajo mientras juega con las ambigüedades sexuales que le regaló el guión.
Cuando aparecen referencias a otras películas -en este caso se destacan dos: la saga de “Indiana Jones” y “Misión imposible- suele decirse que son homenajes. En este caso ese “homenaje” tiene un espíritu juguetón, con un guión inverosímil y atrevidos comentarios homoeróticos del personaje de Reynolds al de Johnson. El director Rawson Marshall Thurber también cumple con lo que se espera de él tal como lo hizo en películas anteriores: pone en escena esa mezcla de acción, humor absurdo, suspenso y alguna supuesta referencia histórica, como cuando una de las escenas transcurre en Argentina donde el trío llega tras la pista del tesoro nazi escondido en la selva misionera.