UNA AVENTURA DE POCO APRENDIZAJE
La atracción que genera la posibilidad de amistad entre dos fieras, como lo son los humanos y los lobos, no pierde vigencia. Pasan los años y siempre hay oportunidades para un nuevo film sobre esta temática; será que lo que vuelve a generar expectativa es la particularidad del vínculo que se puede formar. Alfa habla de esto, pero también explora otras cosas. Y aunque por momentos encuentra resoluciones brillantes, la mayor parte del tiempo se pierde entre algunas imprecisiones.
Keda es un joven integrante de una tribu de hace 20.000. Es el hijo del líder y por lo tanto recae en su persona un importante peso por sus actitudes. Llegada su adultez, debe incorporarse a las actividades de los hombres, entre ellas la caza de animales y las exploraciones. En su primera salida, sufre un accidente que lo deja inconsciente y esto le hace creer a los demás que ha muerto. De esta forma el protagonista, al recobrar el conocimiento, se encuentra solo y tiene que emprender la vuelta a su hogar. Se recrea así el tópico del joven que se aleja de su familia para llevar a cabo un camino de crecimiento.
En la travesía que comienza es en la que se relaciona con un lobo al que tiene que domesticar. Y es que el film se enfoca en cómo este animal se adapta al hombre y no tanto al revés. Es decir, plantea una distinción entre ellos, que deja por fuera la idea de ser iguales, en una decisión importante que le quita fuerza a la historia. Hay algunos pocos momentos en los que se colocan a la par, y esos son los más interesantes.
Hay una apuesta contradictoria en el film. No hay una propuesta contundente en cuanto a las aventuras que vive el protagonista, pero tampoco se termina de explorar el vínculo entre ellos. Es así como las escenas dan la sensación de incompletas o de no estar bien explotadas. Casi que no es posible entablar empatía con el protagonista, aun cuando vemos que tiene varios obstáculos. Y es que a alguna de las trabas con las que se encuentra Keda en su trayecto no se les dedica el tiempo necesario para que logren tener entidad, mientras otras son trabajadas de una manera poco verosímil.
En paralelo a lo anterior aparece un aspecto de mucha relevancia para el film: hay una búsqueda constante de una estética especial para Alfa. La fotografía de los paisajes es realmente bella, pero no logra darle énfasis al relato. Pero hay una escena en la que se logra y es memorable: el protagonista queda atrapado en el agua, bajo una capa de hielo, y Alfa corre, junto a él, sobre la superficie tratando de ayudarlo a salir. Vemos en ese momento un trabajo sobre el contraste, haciendo que el momento tome intensidad y que la relación de ellos establezca un lazo.
Es posible encontrar algunas similitudes con Una aventura extraordinaria. Entre ella, la más obvia, es la travesía de entablar una relación con un animal poco amigable. Aunque Alfa no explora los primeros planos ni construye una relación tan intensa como supo hacer aquel joven con el tigre. La otra de las relaciones es este juego casi mágico en el que el paisaje se vuelve extraño y uno no sabe si es la belleza hiperbólica o la distorsión propia del estado del protagonista. Pero mientras que en Una aventura extraordinaria esto se daba tras trabajar las condiciones sufridas por el protagonista, en Alfa parecen más bien ser azarosas.