EL OBJETO DE LOS SUEÑOS ES SOLO UNA EXCUSA PARA CAMINAR Quien no se conmueve con aquellas personas que toman las riendas de su vida y se atreven a soñar no tiene corazón. Sin embargo, Ada, la señora Harris, aunque es conmovedora, por momentos también resulta un poco edulcorada. El film nos presenta a una mujer adulta que ha estado muchos años a disposición de los demás. Por un lado, esto se debe a su oficio como empleada doméstica y, por el otro, porque lleva años esperando que su marido vuelva de la guerra. Aun con una negativa del entorno con respecto a la esperanza de que esté vivo su marido y con una palpable realidad, que ya han pasado varios años desde que se terminó, Ada conserva la ilusión de que esté vivo. Ya desde este primer acercamiento al personaje principal vemos cómo estamos ante una persona que sale de la regla para atreverse a pensar que lo imposible puede suceder. Ante los impedimentos que le suceden, lejos de apaciguar su carácter, Ada lleva sus sueños aún más adelante, redoblando apuestas. En este sentido, la figura de una persona soñadora está dada también por una adulta que ya no tiene tanto que perder. La señora Harris va a París nos invita a vivir un cuento de hadas. Cuando todo parece mostrarle a Ada una cuota de realidad cruel y más bajo caen sus sueños, al punto de ella autodenominarse como al borde de la locura, la vida le presenta un conjunto de golpes de suerte insólitos que afianzan sus fuerzas. Es un vestido el motivo que lleva a Ada a enfrentarse a situaciones que nunca antes hubiera imaginado. A través de este objeto es que se presenta un cambio en la actitud de este personaje. Es en realidad una excusa para revelarse ante tantos años de opresión y un motivo para iniciar toda una aventura. Ambientada en la década del 50´, Ada representa la ilusión de muchos, la mujer humilde que llega a París y tiene el dinero para comprar un vestido de alta costura. En este sentido, es interesante cómo aparece muy representada una época en la que comprar un vestido no era simplemente tener el dinero sino que implicaba contar un status social. La aparición de una mujer humilde dentro de un ámbito de personas adineradas provoca una revuelta por parte de quienes suelen habitar esos ámbitos. De esta manera, el film se corre de un deseo individual para empezar a crear conexiones con el entorno. La actitud de Ada cambia el rumbo de su alrededor, proponiendo desnaturalizar modos y hasta la manera de hacer las cosas. Aunque la propuesta en una primera instancia se desarrolla con más firmeza, a medida que va avanzando pierde el ritmo. El personaje de por sí roza ese límite finito entre caer simpática y resultar densa, finalmente con la dinámica que propone la película termina uno como espectador teniéndole poca paciencia. Sin embargo, por el solo hecho de acercarse a la ilusión de esta mujer puede que valga la pena darle la oportunidad.
UNA PAUSA NECESARIA Hay ciertos momentos cruciales en la vida de las personas que pueden llevar a cambiar el rumbo de todo lo que se ha hecho hasta ahora. Y si bien nunca es tan así, el sentimiento de encontrarse en esas instancias resulta genuino. Esto le sucede a la protagonista de Después del recreo, que atraviesa la llegada de su jubilación a una edad en la que se siente muy vital. El film explora, a través de la comedia romántica, las dificultades para llevar adelante esta nueva etapa de su vida. La tercera película de Mariano Laguyás tiene como protagonista a Elena, una mujer que se ha dedicado a la docencia durante muchos años y que en su actualidad se encuentra viviendo el inicio de su etapa como jubilada. Este hecho le permite al director profundizar, a través de diferentes vicisitudes que atraviesa, sobre los cambios y el miedo que implican. Para esto, el film lleva adelante instancias en las que la protagonista se enfrenta a sus temores. Este momento su vida, que se vuelve invasivo y perturbador, es trabajado de diferentes formas que permiten entender la psicología del personaje. El cambio de tono de los actores, mostrándose más intrusivos; la utilización del blanco y negro, para cambiar el clima y el efecto “mamushka” que propone, son algunos de los elementos que permiten visualizar el grado de confusión de Elena. Un elemento crucial en esta película es la relación de Elena con Ariel (Claudio Lago). Este vínculo se ve afectado por el período de vida que atraviesa la protagonista. Ellos compartieron durante algún tiempo el proyecto de una casa propia que se vio interrumpido por su separación. En este sentido, la elección de esta dupla representa una fortaleza para el film, ya que construyen un lazo sentido en el que, por momentos, las conversaciones fluyen y parecen darse sin un guión. Sin embargo, convive esta faceta del film con otra en la que los diálogos resultan un poco forzados. Por último, es posible observar que Después del recreo pierde fortaleza cuando la narración parece alargarse con algunas imágenes de Mar del Plata que no terminan de ser parte de la historia que se está contando. Estás instancias le quitan fortaleza a la película, que aún así funciona como una buena propuesta para reflexionar sobre las diversas circunstancias de cambio.
A MEDIO TONO Una película es una mezcla de muchas áreas trabajando en conjunto. Puede una sobresalir sobre otra sin que esto perjudique al resultado final. Pero otras veces, el foco queda tan puesto en una de esas áreas que se descuida lo demás. Algo así le pasa a Sing 2, y ya pasaba con su antecesora. Nos encontramos ante una película que cuenta con una buena selección musical, pero que resulta muy perezosa a la hora de contarnos la historia y las motivaciones de sus personajes. No es que no van a disfrutar Sing 2, seguramente por momentos la pasen bien. El soundtrack seleccionado tiene muy buenas canciones. Si pensamos en la puesta también vamos a encontrar, sobre todo al final, unos buenos momentos visuales que acompañan a la música. Pero estamos ante una película un poco desabrida. Por momentos hay ciertas intenciones de acercarse al humor, pero nunca se atreve demasiado a desarrollarlo. Quizás peca de ser una película demasiado amable y descuida un aspecto que podría ser muy efectivo para lo que cuenta. En cuanto a la historia que esta segunda parte nos presenta, vemos cómo este grupo de amigos son impulsados por el director para llevar a cabo un gran espectáculo con el que buscarán obtener fama y ser reconocidos. Hay varios obstáculos que deberán realizar para que esto suceda. Cada uno de los personajes lidia con su propio desafío, más allá del general. Las resoluciones de los problemas que cada uno de los integrantes del equipo realiza son bastante simples. Por este motivo, no hay en los personajes un cambio que llame la atención o que conmueva. Aunque sí hay uno de los conflictos que aparece mejor trabajado: uno de los personajes está traumado con el profesor que le enseña las coreografías y debe lidiar con esos miedos. Este desafío le permite al film ingresar un personaje muy simpático que lo acompaña en ese trabajo de fortalecimiento mental. Y por otro lado, esto lleva a que en la puesta final haya un despliegue atractivo del virtuosismo adquirido. Si el gran problema de Sing 2 es que no construye ni una historia sólida ni personajes profundos, su gran virtud es que al igual que la anterior es muy posible que funcione en sus diferentes momentos musicales de forma dislocada. O bien puede verse como una película que se deja de fondo para prestar atención a determinadas canciones.
VETERANAS DE MALVINAS El silencio póstumo de quienes han ido al combate ha sido desde la Primera Guerra Mundial algo muy recurrente por el hecho de haber pasado por circunstancias que se alejan de lo humano y entendible. Walter Benjamin decía en torno a esto “¿No se notó acaso que la gente volvía enmudecida del campo de batalla? En lugar de retornar más ricos en experiencias comunicables, volvían empobrecidos”. Narrar el horror no parece tarea fácil para aquellos que tuvieron que vivirlo. El silencio después de Malvinas, sin embargo, fue generalizado, no solo de los combatientes. Aquellos héroes no fueron recordados como tal. Y si hablamos de las mujeres podemos decir que fueron aún más silenciadas. Nosotras también estuvimos busca mostrar que ellas también fueron parte del conflicto de Malvinas. Fueron 14 las enfermeras que estuvieron a cargo de la atención de los heridos durante la Guerra de Malvinas en un hospital situado en Comodoro Rivadavia. En Nosotras también estuvimos, documental dirigido por Federico Strifezzo, tres de ellas vuelven al lugar donde prestaron servicios, 37 años después, para encontrarse con su historia y el paso por aquel conflicto. La cámara las sigue mientras ellas buscan por los pastizales rastros de aquellos lugares en los que estuvieron. Vuelven a su recuerdo algunas anécdotas y sus miradas se vuelven cómplices. Alicia Reynoso, Stella Morales y Ana Masitto cuentan algunas de las vivencias que tuvieron lugar durante ese periodo. Recuerdan aquellos años de juventud y cómo las marcó haber pasado por esa experiencia. Después de muchos años sin poder hablar demasiado del tema, exploran nuevamente aquellas instancias. El documental cuida de sus protagonistas, no abusa de la exposición dolorosa ni las lleva por zonas en las que quedan muy afectadas. Las palabras de ellas se acercan sí por circunstancias más fuertes, pero no es el eje del film quedarse solo en eso. La inmensidad del paisaje y las caminatas de ellas por la zona son casi una metáfora del recorrido mental que hacen entre tanto silencio que dejó el ruido de la guerra. Pero así como lo dice el título, Nosotras también estuvimos, el eje sí está puesto en la reivindicación de aquellas mujeres que formaron parte del conflicto y hoy quieren ser reconocidas como veteranas de Malvinas. Cuentan así los problemas actuales para que sus nombres aparezcan junto con los hombres en el monumento. Pero también rememoran las diferencias que hacían durante los tiempos de trabajo por ser mujeres. No es casual que estos reclamos aparezcan ahora. Las protagonistas pueden repensar su historia, empoderarse como participantes, porque mundialmente hay mucho más respaldo por los derechos de las mujeres. Y aunque parezca viejo tener que reclamar por un lugar en la historia, los testimonios muestran que hay que seguir dando lucha en muchos espacios para obtener condiciones de igualdad.
QUÉ RECUERDOS TAN GRANDES TIENES Cuando nos encontramos ante un título tan reconocido como Caperucita roja llama la atención el enfoque que tendrá la propuesta. Este cuento tradicional representa una historia universal y particular a la vez. Dado su carácter de difusión, principalmente oral, aparece el estilo con el que cada persona cuenta la historia, los datos que agrega y el ritmo al relato. Pero es la estructura principal de Caperucita roja la que se presenta como rasgo común. En la historia del film pasa algo parecido. Es posible encontrar similitudes familiares en el planteo de los vínculos que realiza, aunque luego, cada una tenga su impronta particular. Caperucita roja invita a conocer la relación de dos nietas, ya adultas, pero jóvenes, con su abuela. Al comienzo, se las puede ver juntas recitando de memoria un cuento tradicional. Entramos desde los primeros minutos a un mundo particular que se ha dado entre estas integrantes de la familia. Esas palabras tan comunes entre ellas, tan llenas de sonrisas cómplices, muestran el lenguaje construido, aquello que se vivenció y hoy representa parte de la esencia que las constituye. María Elena Walsh en Serenata para la tierra de uno dice que “el idioma de la infancia/ es un secreto entre los dos”. Caperucita roja se acerca a esos secretos familiares que han forjado un vínculo tan cercano entre las nietas y la abuela. El film capta momentos cotidianos en los que comparten conversaciones, en los que se miran y transmiten el amor que se tienen. Al igual que el cuento tradicional, los diálogos de estas protagonistas integran lo específico de su vínculo pero trascienden lo individual mostrando aspectos que bien son identificables en muchas familias. Vemos entonces ciertas costumbres familiares, ritos e historias compartidas. La abuela es mostrada como un ser divino, al que cuidan, escuchan y adoran. Hay un gran trabajo desde el film para mostrar el respeto y amor de las nietas hacia ella. Sin embargo, esto no quita que las jóvenes repliquen sus dichos. La diferencia en pensamiento ante la brecha generacional es inminente y ellas no se quedan calladas. A través de la paciencia y con mucho tacto, las nietas ponen en cuestión muchas de las opiniones tan naturalizadas por su abuela. El intercambio entre ellas además de generar mucha ternura es por momentos cómico porque la señora mayor opta en varias ocasiones por hacer silencios, acompañados de alguna cara de extrañeza ante las diferencias de opinión. En contraste con las jóvenes que buscan confrontar para repensar aquellas costumbres que nos limitan, su abuela prefiere no llevarles la contra. Caperucita roja es un film con una construcción muy centrada en los detalles necesarios para el espectador pueda identificar aquellas miradas cómplices de quién sabe lo que se ha compartido en la infancia y de adulto puede recordarlo junto a esa persona. La estética acompaña este objetivo, generando un clima propicio para poder hacer foco en el modo amoroso en el que se hablan y los recuerdos que atesoran.
EL DILEMA DE LOS FINALES Unos pocos minutos bastan para generar un clima de tensión. Infidelidad mortal sabe cómo instalar la incomodidad con simples pasos y logra mantener el clima durante gran parte de su historia. Aunque las resoluciones no son su fuerte, la propuesta se sostiene en la primera hora. La infidelidad propone un juego con los límites. El hecho de romper cierto pacto de pareja que propone exclusividad presenta ya de por sí un grado de incomodidad por ser descubiertos. Infidelidad mortal explota el secretismo de estas situaciones para generar un thriller. En este film los amantes, Holly y Everett, pactan un encuentro. Pero quien orquesta ese momento es la pareja de la protagonista, Russell. El ritmo narrativo funciona muy bien durante la primera hora. Mediante una acción se dispara la maquinaria para que esa habitación en la que se hospedan se convierta en un infierno. La dosis de información que aparece es puntual y efectiva. Todo apunta a un objetivo, generar una crisis psicológica en los personajes. El nivel de tensión se da por la persecución de ambos protagonistas. Mediante las maniobras que lleva a cabo Russell estos amantes empiezan a incomodarse entre sí por lo que suponen saber del otro. Pasada la primera hora, aquellos mecanismos sutiles y justos se dejan a un lado y se ponen en marcha una serie de episodios que generan otro clima. Es ese cambio hace que el film pierda potencia. La cantidad de información y situaciones que utilizan para cerrar la película quedan desproporcionadas a la propuesta y la colocan hasta en un lugar bastante burdo. Si nos centramos en la parte efectiva del film, podemos rescatar cómo Infidelidad mortal se apoya en ciertos detalles que hacen posible la situación de tensión. Uno de ellos es la culpa. Bajo este sentimiento los protagonistas toman decisiones que con otro nivel de implicancia serían distintas. Otro de los elementos que se utiliza es el desconocimiento que tienen entre sí los amantes. Esta falta de información entre ellos los lleva a un nivel de paranoia más alto que si se conocieran desde hace más tiempo. Si hablamos de la situación de encierro, podemos decir que el mantener casi toda la trama en una habitación aumenta el suspenso y da sensación de desesperación. Todo ese contexto achica las posibilidades externas y pone a funcionar el aspecto psicológico. El film sabe cómo colocar estos elementos para que el espectador se mantenga expectante de las acciones de los personajes. Pero, como dijimos anteriormente, esto no termina bien. Suele suceder que los films de suspenso abren posibilidades y luego a la hora de poner un cierre se dificulta. Pero en el caso de Infidelidad mortal la sorpresa del final es mayor porque durante el desarrollo se caracteriza por la sutileza y la austeridad de las acciones. Un final más discreto podría haber sido más efectivo y acorde a la propuesta.
EL CINE NO ES UNA FRASE BONITA Muchas veces pareciera que para hablar de temas relevantes el tono tiene que ser serio. Sin embargo, no necesariamente hace falta que el tratamiento narrativo invite a quedarse dormido para que pueda movilizar al público. Martin Eden forma parte de esos films de los que se podría hablar bastante de lo que pasa, pero que no llegan a movilizar como propuesta audiovisual. ¿Qué le pasa a este señor que grita? Uno de los grandes desafíos para ver Martin Eden es lograr soportar al personaje principal. Este hombre está subido un par de tonos de la media. Pero no es solo eso su problema, sino que desde el film nunca se logra mostrarlo con cariño. Martin tiene un carácter molesto, con ínfulas que lo hacen ser bastante despreciable. Estas características que lo representan se vuelven más marcadas cuando va creciendo. La película desarrolla la vida de este joven que empieza siendo marinero y que tras su empeño en el estudio logra consagrarse como escritor. Martin reúne la bronca de una clase despreciada y con pocas posibilidades de cambio social. Su carácter toma sentido al entender su historia. Sin embargo, no hay una construcción del personaje que nos acerque a empatizar con él. Muy por el contrario, aun sabiendo su trayectoria, genera rechazo por su trato hacia los demás y la distancia con la que se nos presenta. Otro de los grandes problemas que tiene este film son las ínfulas de los diálogos. Sin duda, hay un montón de frases hermosas que podrían luego compartirse como fotos de escena. Pero dentro del film, este recurso genera un ritmo lento y tedioso. La pretensión de seriedad, de revelación, aparece forzada. Se prioriza la palabra por sobre el tratamiento cinematográfico. De esta manera, en muchas instancias, los personajes quedan a merced del diálogo, con una cámara estática. Quizás lo más interesante es mostrar la evolución del personaje. En este sentido vemos cómo cambia físicamente. Pero también es posible dar cuenta de un cambio en sus actitudes, ideas y confianza hacia las personas. El cambio anímico que va sufriendo Martin sirve para dar cuenta de un tipo de sociedad. Son varios los aspectos que trabaja. Por un lado, aparece la idea de educación como emancipación. El film muestra cómo a través de las lecturas el personaje empieza a rebelarse contra un sistema que en una primera instancia respetaba y hasta creía justo. Se trabaja también el rechazo a las nuevas formas artísticas y cómo luego de instaladas son absorbidas por las mayorías. Hay en Martin Eden varias ideas que circulan y son interesantes de pensar. Pero el modo con el que decide trabajar no explora las posibilidades cinematográficas sino que se apoya en las literarias. De esta manera, no solo pierde fuerza sino que también se vuelve bastante extensa de visualizar.
EL TERROR ES UNA SENSACIÓN, NO UNA FOTO Encuentro muchos elementos que no están bien trabajados en Ruega por nosotros. Pero por sobre todo me deja pensando ¿qué nos genera miedo? Al ver esta película no puedo evitar pensar en las fallidas La monja (2018) y Cementerio de animales (2019). Ambos film apuestan a una estética llamativa, a un afiche que vende, pero que luego no se sustenta con un clima propicio para el terror. No basta un acierto estético para generar miedo, e inclusive quizás ni siquiera hace falta. Debajo de una careta de madera con el rostro de María se encuentra el mal, que en un momento de la historia tuvo el rostro de una mujer. El terror que acecha en el film aparece de la mano de milagros que suceden bajo el nombre de la divinidad, pero que en realidad tienen detrás al demonio. No es de extrañar que los discursos religiosos aparezcan en un film de terror. Se representa nuevamente esa lucha entre el bien y el mal. Pero depende el modo en el que se utilice el tema para que sea o no manipulado en beneficio de una lección moral. En este caso el film se sirve de la estética de la iglesia, con sus santos, para generar una ambientación celestial corrompida tras lágrimas de sangre que caen de las estatuas. Pero la intención aleccionadora brota por todos los rincones. El protagonista, un periodista inescrupuloso, a medida que se acerca y conoce a las personas que están en la iglesia comienza a replantearse sus acciones. Realiza un cambio que lo lleva a darse cuenta de que la fama no es lo más importante. Lejos está esto de ser una interpretación de quien escribe. Desde el guion queda muy en claro el cambio de pensamiento de este hombre. Y por si no fuera suficiente, el film se encarga de decirnos directamente que hay que cuidarse de los falsos profetas. Pero, volviendo a la utilización estética de lo religioso, no está nada mal la elección que se hace. Bien podría ser una ambientación adecuada para lograr generar miedo. Sin embargo, los elementos que se utilizan no forman un todo con el film. Los recursos aparecen salpicados en otro fin mayor, la intención moralista. Esto hace que nunca se llegue a generar climas apropiados y que no estén todos los elementos puestos en la perturbación del espectador. Y si vamos específicamente a aquella criatura que aterroriza, o bien acecha, en Ruega por nosotros, lo cierto es que bien puede funcionar para una foto. Es una buena idea estética la que se construye. Pero tener una figura terrorífica de frente no implica generar miedo. El temor se construye, se sufre en el tiempo que parece no pasar frente a aquello que se aproxima. Incluso muchas veces es más el terror que nos da aquello que no podemos situar del todo porque nuestra imaginación completa esos huecos con los peores espantos. Mostrar de frente, durante mucho tiempo, a aquella criatura que se supone nos debe generar miedo parece una idea que intenta mostrar más al vestuario, el maquillaje y la puesta en escena. Pero resulta contraproducente en el efecto. Acostumbrarse a lo espantoso supone una naturalización que lejos está de causar espasmos. Y si a eso le sumamos unos cuantos efectos de mala calidad, poco verosímiles, queda lejos la esperanza de poder disfrutar de un buen susto.
LA HISTORIA SE REPITE Cuando no entendemos nuestro pasado quedamos trabados en el tiempo, y aunque todo avance una fuerza nos lleva hacia atrás. Rafa, su papá y yo realiza un recorrido a través de la historia de una familia marcada por vivir la ausencia de sus padres durante un determinado momento. Sebastián Muro propone un documental sobre su familia. Explora las raíces de sus ancestros en búsqueda de respuestas para su propia vida. Sin embargo, este es un objetivo que al parecer no fue tan claro desde el comienzo. Todo empezó con un trabajo facultativo en el que tenía que elegir un personaje para hacer un film de unos 10 minutos. Luego las filmaciones, de cámara en mano, continuaron porque el cineasta encuentra en esos acercamientos el potencial para decir algo más. Rafa, su papá y yo bien podría ser una historia intimista y dejar afuera a quien lo observa y no pertenece al entorno familiar. Pero encuentra los recursos para explicar los recorridos que se van haciendo y los personajes que van ingresando. Logra interpelar al espectador bajo esa búsqueda de identidad, pero también desde la naturalidad que muestra en su realización. Sebastián, además de director, es uno de los personajes de esta película. Sus intervenciones como protagonista aparecen siempre desde la voz. El es quien va filmando los diferentes momentos. Es así como se propone una mirada desde sus ojos. Este mecanismo genera una mayor empatía con quien lo mira porque, aun sabiendo que un film tiene un trabajo de edición, montaje y selección, se lo presenta con una naturalidad tal que nos parece estar viendo todas las decisiones que se han tomado para llegar a esos caminos. El film contagia esa idea de sorpresa que va teniendo el director a medida que encuentra motivos nuevos para seguir filmando. Y luego se intensifica este aspecto cuando deciden ir en busca de familiares desconocidos. Rafa, el padre de Sebastián, es un gran personaje y uno de los motivos que hacen del film más llamativo. Todo comienza con él y luego ese camino continúa hacia lugares que no estaban planificados. Carismático, polémico en algunos aspectos, pero querible en la honestidad de sus actos, logra captar la atención. Vemos a una persona que le gusta de por sí ser el centro y que disfruta de su lugar como personaje elegido para el film. Pero también nos encontramos con su tensión cuando se acerca a momentos en los que no puede fingir que ya no sabe cómo seguir haciendo reír a los demás. Sebastián Muro nos acerca a una historia que se vuelve un misterio y que, a su vez, se anima a entrar en el dolor. Hay una insistencia, una obsesión por querer hablar, con poder generar la instancia posible que les permita como familia desenredar momentos en los que quizás, sin querer, se generaron malestares.
NO HAY REVOLUCIÓN SI LAS MUJERES NO SON PARTE Mujeres como Juana hicieron historia por luchar por los derechos sociales para todos. Desde el anarquismo, esta revolucionaria optó por no callarse y reclamar justicia por fuera y hacia adentro de su partido. Con consignas pioneras para la época, Juana marcó, junto con otras feministas, los cimientos de las banderas que aparecieron mucho después en las calles. Juana es un documental sobre la vida de la activista del movimiento anarquista Juana Rouco Buela. El film utiliza la voz en off para darle lugar a las palabras de esta militante. Para esto recurre a sus escritos personales extraídos del periódico Nuestra tribuna (1922-1925), de Mis proclamas (1942) y de su autobiografía Historia de un ideal escrito por una mujer (1964). Para ilustrar estas palabras una actriz la interpreta, tipea en una máquina de escribir, camina, o bien se queda mirando un punto fijo. La película narra los pasos de Juana dentro de la militancia y la mirada feminista que le dio a la lucha. Dentro de sus reivindicaciones principales estaba el reclamo de una autocrítica al partido por luchar por la igualdad social, pero ejercer diferencias con las mujeres a la hora de la toma de poder o bien en sus casas. Juana ya hablaba de una maternidad consciente, para que las mujeres pudieran tener opciones. La educación y la formación fue otro de los pilares que llevó adelante su lucha. Para empoderar a sus compañeras, invitar y difundir las ideas feministas, ella creó un quincenario escrito solo por mujeres. El film recupera momentos claves de la historia argentina, contados por Juana y, por tanto, dados desde el lugar de la mujer en aquellos acontecimientos. Aparecen las huelgas de los conventillos por la ley de alquileres y la lucha por las ocho horas laborales. Y junto con esto, fotografías de la época. Se recuperan así ciertas imágenes representativas de ese momento. Aparecen las mujeres con sus escobas, objeto que usaban para defenderse en la disputa de los desalojos junto a los baldes de agua caliente. Pero también se visualiza el hacinamiento en el que estaban viviendo. Además de las fotografías, Juana utiliza recortes periodísticos y videos de la época para ilustrar lo que se va narrando. Aparecen también en el film las apreciaciones de algunas investigadoras y escritoras como Dora Barrancos, Gisela Manzoni y Elsa Calcetta. Ellas le dan al film un contenido de análisis de lo que fue Juana para la época. Entre aquellos aspectos que rescatan aparecen estas diferencias que Juana tuvo con cierta parte del feminismo por no acompañar las luchas por el sufragio, ya que su condición como anarquista planteaba otro modelo de sociedad que promovía la disolución de los mecanismos de gobierno vigentes. Sin quitar mérito al documental, uno de los puntos en contra que tiene el film es proponer varios momentos contemplativos en los que aparece el mar y el sonido del ambiente. Son pausas en la narración que le dan un tono de seriedad que no contribuye demasiado al ritmo de la película.