El coleccionista
Documental sobre un obsesivo del séptimo arte.
Alfredo Li Gotti es un coleccionista de películas: Super 8, 9 ½, 16mm., lo que pueda conseguir. Lleva una vida entera dedicada a ésa, su gran pasión. La otra son los equipos, los proyectores: tiene más de 50. En un filme que recorre su vida y su obsesión –y que habla poco, finalmente, de cine, que parece ser algo tangencial-, Li Gotti queda presentado como un hombre noble y amable, de esos coleccionistas que saben compartir los tesoros conseguidos (encontrados y comprados), al punto de tener una sala propia en la que proyecta su colección para el público, en forma gratuita.La obsesión de Li Gotti parece haber sido heredada por su nieto y ha sido, si se quiere, “soportada” por su mujer, que ya ha entregado cuartos enteros a apilar cientos y cientos de latas de filmes. Entre encuentros con amigos a ver películas, entrevistas a quienes lo conocen (entre los que están los programadores/críticos Fernando Martín Peña y Luciano Monteagudo) y las historias de su vida (su pasado como cantante y actor, entre otros) se desarrolla Una pasión cinéfila , el filme de Roberto Angel Gómez que lo homenajea.Hay, sin embargo, algo curioso y extraño en el filme, en Li Gotti y –al menos es materia opinable- en la actividad de los coleccionistas de películas. Si bien a Alfredo se lo celebra por su generosidad a la hora de compartir y educar con sus tesoros, da la impresión que el hecho de coleccionar cine tiene más que ver con un intenso hobby, obsesivo, y no necesariamente cinéfilo, en el que el aparato mecánico y el fetichismo de la copia en fílmico tienen tanta o más importante que las películas en sí.Poco se habla de cine en el filme y hasta poco parece importar. De hecho, Li Gotti se vanagloria de sonorizar y poner diálogos a clásicos del cine mudo, una operación que cualquier cinéfilo vería horrorizado y que el director no cuestiona. Tampoco los protagonistas parecen preocupados en cuanto al cine como concepto, como tema, en las películas en sí. Al verlo a Li Gotti mirar más el proyector (y hablar de su fascinación por el ruido que hace y por cómo la película circula a través de él), más que mirar la pantalla, da la impresión que la tarea del coleccionista y la de la persona a la que el cine afecta por sí mismo son cosas muy distintas.Más allá de la discusión sobre las distintas formas de manifestarse, por lo que se ve en el filme, Li Gotti es una persona apasionada por el cine (podría serlo por otra cosa, da la impresión, y mucho no cambiaría el asunto) y alguien que ha entendido que el valor de haber acopiado tanto material está en ponerlo a disposición de todos. Serán ellos, entonces, gracias a personas de enorme nobleza como Alfredo, los que se ocuparán de completar las películas